Este último fin de semana fue la EVA 08, el evento anual de ADVA, la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos de Argentina. Estuve los dos días, la pasé mejor de lo que esperaba, vi unas cuantas charlas, conocí gente y vi a gente que no veo muy seguido. Pero tuve un error conceptual sobre de qué se trataba el evento y fui a una exposición de videojuegos y llegué a una exposición de la industria, fui a ver charlas sobre videojuegos y en su mayoría vi charlas sobre programar videojuegos o vender videojuegos, fui a averiguar que se está haciendo y me di cuenta de todo lo que no se está haciendo.

Uno puede entender que la gente quiera promover la industria, pero es irónico que en paises como Japón, USA o Suecia donde uno realmente puede hacer plata con los videojuegos haya una buena cantidad de diseñadores indie que hacen juegos innovadores y que acá donde la industria es casi una ficción y se pueden tomar cualquier riesgo porque hay poco y nada que perder todos sueñan con ser EA. Aparentemente por lo que se puede ver acá no hay mucho más interés que en hacer juegos casuales, advergames, RPGs y MMORPGs. Todos quieren hacer RPGs. Todos quieren hacer juegos AAA. Todos todavía tienen la ilusión de editar juegos en cajita. Ni hablar de hacer algo un poco más chico, de intentar innovar, de dejar de pensar un poco en géneros ya gastados y en gráficos 3D. Si hasta había un estudio promocionando el engine 3D que tratan de vender.

No parecen darse cuenta que en un mercado interno que no existe (literalmente no existe, en el mercado interno el 99% se piratea) y un mercado exterior totalmente saturado por monstruos empresariales para destacarse desde acá, el culo del mundo, necesitarían algo más que destacable y un esfuerzo descomunal que no creo ni que puedan hacer y ni que valga la pena. Las opciones se reducen entonces a embarcarse en esos proyectos faraónicos destinados a fracasar o a hacer casual games/advergames a pedido de licenciadores como Cartoon Network o algo así, que es fácil y deja plata (ok, también es lo menos interesante del mundo, pero parecen no preocuparse por eso) y poco y nada en el medio. Tiene lo peor de trabajar en una empresa grande de las que no hay acá y lo peor de trabajar en una empresa chica de acá. Worst of both worlds.

En dos días de charlas vi un par de charlas decentes sobre game design (siempre desde el punto de vista de ser un game designer profesional trabajando con un equipo), alguna charla demasiado técnica, me perdí voluntariamente todas las de marketing, start-ups y demás, vi muy por encima algún taller y salí corriendo de una charla sobre como explotar jugadores haciéndoles comprar cosas con dinero virtual. La más increiblemente aburrida fue la de Sony presentando su ridícula plataforma de negocios en la que si tenés una empresa podés aplicar para que te elijan como posible desarrollador para alguna PlayStation, te entrenen por un tiempo y si te va bien, te dejen comprar su kit de desarrollo a U$S 10.000 o algo así y recién ahí podés empezar a hacer juegos que ellos pueden o no publicar. Hilarante.

Si eso fue lo más aburrida, la más ridículo debe haber sido la inauguración a cargo de Javier Otaegui de Sabarasa. Escuchándolo parecía que la industria está explotando en la Argentina y que los videojuegos son la nueva soja. No es que estuviera mintiendo, la industria creció, la cantidad de gente empleada en el área se multiplicó varias veces. Todo eso es cierto, pero la imagen que presentaba era la mejor posible. Habría que mencionar por ej. que varias de esas empresas son extranjeras y terciarizan acá porque les sale barato y si esto cambiara no tendría el menor reparo en salir corriendo y mover el estudio a India o a China o Malasia o a donde les convenga en el momento, o que casi la mitad de esos empleados son de Gameloft, una empresa francesa que considerarla una empresa de desarrollo de videojuegos mueve a risa. No voy a mencionar que además una buena parte de esa gente es de marketing, business y demás y trabajan en una empresa de videojuegos como pueden trabajar en cualquier otra empresa y el rubro les importa un carajo, porque de una forma u otra siguen trabajadores del área.

Eso era un detalle, lo mejor vino cuando empezó a predicar sobre la situación de los videojuegos en nuestra sociedad y su menospreciación. Lo que estaba haciendo era, como se suele decir en inglés, preaching to the choir. ¿De qué sirve defender a los videojuegos y hablar de lo buenos que son ante un público que ya está convencido? ¿A quién trata de convencer? Y después el mismo tema gastado de siempre, que es hora de aceptar que los videojuego tambien son cultura y arte. More preaching to the choir. ¿No escuchamos esa discusión suficientes veces ya? ¿Cuál es la necesidad de estar siempre buscando alguna legitimación para lo que a uno le gusta? ¿Necesita que alguien le confirme que no es un nerd idiota por jugar videojuegos? Parafraseando a Grant Morrison, no creo que los videojuegos deban entrar a ningún panteón, nos estamos divirtiendo más afuera bajo el sol.

Igual Otaegui logró darle una vuelta de tuerca a la discusión al decir que los juegos eran cultura y la cultura es un derecho humano dejándonos a nosotros sacar la conclusión lógica de que si a=b y b=c entonces a=c y los videojuegos son un derecho humano. Hablando de como la piratería dominaba el mercado por culpa del estado, las empresas, la aduana, los illuminati, los masones, los ancianos de sión, los hombres de negro y un largo etc. (que obviamente no incluía en ninguna medida a los usarios y a las empresas) que nos vendían las consolas a precios inaccesibles y demás. En un momento creí que iba a llegar a decir que acceder a una Wii era un derecho de todo argentino así como acceder a la educación o a un techo y comida. Por suerte no lo dijo, pero estoy seguro que lo pensó.

La mejor exposición fue la del único expositor extranjero, Patrick Dugan (también escritor de nuestro querido Play This Thing). Dugan fue el único que intentó dar un mensaje esperanzador no sobre el futuro de la industria sino sobre el futuro de los videojuegos, exhortando a los diseñadores a que dejen de pensar en los mismos juegos de siempre, que dejen de pensar en el dinero que les podía dar y simplemente se sienten a diseñar nuevos gameplays, a probarlos, a solucionar problemas de diseño hasta que algo funcione. Y uno no podía evitar preguntarse porque todos quieren copiar los modelos de negocios de afuera pero tan pocos están dispuesto a copiar estas ideas.


A veces la clasificación «música outsider» me parece un poco ridícula. Es como una especie de tacho de basura donde se tira todo lo que no se puede poner en ningún otro lado. Pero al mismo tiempo es una clasificación útil porque cuando a uno le hablan de un artista outsider se puede hacer una imagen de lo que le espera mucho más precisa y certera que con géneros mucho más definidos. Uno se imagina cosas como las que voy a comentar a continuación, así que aunque a veces me parezca un poco ridículo, voy a decir que todo esto que estuve escuchando últimamente y que van a tener el placer (o no) de escuchar ustedes también, es música outsider.

Florence Foster Jenkins – Die Fledermaus

Reciéntemente un amigo me hizo ver un video de jazz latino donde todos eran virtuosos de sus instrumentos y había solos de todo y comenté que me gustaría ver eso mismo pero tocado por gente que apenas supiera tocar y que era una lástima que, a diferencia de la música pop, en el jazz y la música clásica no había músicos verdaderamente amateurs. En seguida me acordé que había un caso así, el caso de la que posiblemente sea la peor cantante de ópera de la historia, Florence Foster Jenkins. Después de divorciarse de su marido y de heredar una buena cantidad de plata de su padre, Jenkins, con más de cuarenta años, decidió cumplir el sueño de su juventud que su familia había aplastado, dedicarse a la música. Se codeó con músicos, estudió canto, no aprendió nada y empezó a montar óperas sin poder cantar absolutamente nada. Apenas tenía sentido del tempo, perdía el ritmo, desafinaba todo el tiempo y no podía mantener una sola nota, aún así estaba convencida de que era buena y sus shows se volvían tan divertidos para la gente que tenían éxito y respuestas favorables de todo el mundo, lo que sumaba a su idea de que realmente era buena. Escucharla es divertido, no tanto porque uno puede reírse de que cante mal (el chiste se acabaría rápido), sino porque su amateurismo y su desprolijidad genera una frescura que jamás sentí escuchando ópera (de hecho, no soporto la ópera).

Eilert Pilarm – Love Me Tender
Escuchar a un imitador de Elvis no suena como algo interesante, pero cuando el imitador es un finlandés que no se parece en nada a Elvis en ningún aspecto, no sabe cantar en lo más mínimo, no puede cantar en inglés y todas las canciones le salen raras las cosas toman otro color. La mayor parte del tiempo ni siquiera parece un imitador de Elvis sino la grabación de un borracho que no sabe inglés cantando cantando karaoke. Pero con Pilarm pasa lo mismo que con Jenkins, se nota que no es un tarado tratando de ser gracioso o una parodia sino que se lo toma totalmente en serio y eso es lo que lo hace digno de ser escuchado.

Wesley Willis – Rock and Roll MacDonald’s
Al contrario que pasa con otra gente como Daniel Johnston, en la música de Willis se nota claramente su enfermedad y cuando uno lo escucha es fácil pensar que solo un esquizofrénico podría haber grabado eso. La mayoría de las canciones son casi iguales y se tratan en gran parte de él hablando o repitiendo el nombre de la canción. Aún así son bastante divertidas y escuchar un disco entero es toda una experiencia porque es diferente a todo y después de un rato uno piensa que va a terminar volviéndose esquizofrénico también. Hasta su muerte en 2003 Willis consiguió un culto bastante considerable, grabó cientos de canciones, tocó muchos shows en vivo y pegó muchísimos cabezazos a su público. Esta canción es posiblemente la más clásica y conocido de un repertorio y una de las mejores y más divertidas.

Wild Man Fischer – Merry-Go-Round
Wild Man Fischer – Jennifer Jones
Esto es para mí lo más interesante del post y mientras los otros podrían ser escuchados por más de uno con ironía o como nada más que curiosidades, Larry «Wild Man» Fischer no se presta a eso. A Fischer, como a las Shaggs, lo conocemos gracias a Zappa que lo descubrió en los 70s por las calles de Los Angeles donde cantaba canciones a cambio de 10 centavos desde que había salido diagnosticado con esquizofrenia y desorden bipolar del psiquiátrico al que lo había confinado su madre después de haber sido expulsado del colegio por cantar y de haber atacado a su madre y un largo etcétera. Zappa le produjo su primer disco, An Evening with Wild Man Fischer, un disco doble donde están incluidos estos dos temas. Es un disco fragmentado que se escucha como un solo tema o como un solo viaje a través de la mente de Fischer, narrado en su estilo único de cantar a los gritos, con canciones increibles de un minuto seguidas de Fischer explicándolas o contando historias o de grabaciones de él en la calle cantando y conversando o cantando The Merry-Go-Round una vez más. Los artistas únicos como Fischer hacen cosas únicas como este disco y en el medio de todo el griterío y el salvajismo hay canciones fantásticas, temas gancheros y momentos de belleza intensa como el estribillo de «Jennifer Jones», todo teñido de ese tipo de inocencia que solo se encuentra en este tipo de artistas.


Skeletal Lamping


Tenía miedo del nuevo de of Montreal. Me pasa siempre que está por salir el disco nuevo de una banda que me gusta mucho y podría ser una decepción absoluta. El adelanto que había escuchado («Nonpareil of Favor», el primer tema) no me había cerrado en las primeras escuchas y ya estaba esperando lo peor. No se imaginan lo contento que estoy de poder decir que mis miedos fueron infundados.

Este es el disco más alejado del pop que hacían en su primer etapa y el menos cancionero. El sonido del disco está anclado alrededor de lo que ya se veía en los temas con más groove de la segunda mitad de Hissing Fauna y hay algún tema que es directamente soul, deforme, pero soul al fin. Si el anterior narraba la transformación de Kevin Barnes en su alterego Georgie Fruit, en este disco el alterego tomó totalmente el control.

Los temas son difusos, parecen compuestos de fragmentos apilados uno encima del otro más que como canciones, muchos no tienen estribillos, entre bajos densos y falsetes se deshacen y se rearman y de repente son otro tema. El disco entero funciona muy bien como una unidad, como una sola pieza dividida en partes.

Todo esto lo convierte en el disco más hermético de la banda. Me tomó tres o cuatro escuchas empezar a entender por donde iba y poder ordenarlo mentalmente y varias más para que realmente me encantara. Esto, no entender algo a la primera vez, tener que hacer un esfuerzo, encontrarme con algo que no viene predigerido para que la prensa se lo de de comer en la boca al público, es algo que hacía mucho que no me pasaba con un disco «indie», más o menos desde el anterior de of Montreal, y me hace sentir tan bien.

Vuelvo a sostener que of Montreal es la única banda que muestra una posible alternativa al aburrimiento generalizado del indie. Es una banda única en este momento. Es una banda que a la mitad de su carrera cambió totalmente de sonido, les funcionó y siguieron evolucionando por ese camino hasta sacar los dos mejores discos de su carrera (sí, creo que este es el mejor después del Hissing Fauna) mostrando una inquietud creativa inusitada en el ámbito de la música pop actual. Especialmente en una banda que es capaz de sacar discos como estos y al mismo tiempo sigue siendo atractiva para el tipo de chico indie que lee (o escribe en) Pitchfork. Estoy esperando a ver la reseña de Pitchfork y demás. Con el Hissing Fauna siempre tuve la impresión de que hablaban bien por compromiso y por lo que la gente estaba hablando del disco, pero que apenas podían disimular el desinterés y remarcaban en las reseñas que se podía ver con esfuerzo al viejo Barnes detrás del glam, el soul y la teatralidad. Mientras tanto of Montreal es algo así como la luz al final del tunel del indie y este disco (p)optimista, alegre, divertido, carente de sensiblería más no de sensibilidad, lleno de glam, brillo, sexo y soul podría ser (va a ser) lo mejor que le va a pasar al pop este año.


Pensé por mucho tiempo que nada iba a destronar del puesto de mejor película adolescente de los 80s a Pretty in Pink pero me equivoqué, Say Anything, la opera prima de Cameron Crowe, es incomparable (y ni hace falta decir que lo mejor que hizo Cameron Crowe). Que alguien me avise si recuerda otra película de este tipo que tenga personajes de verdad como esta y no estereotipos, comic reliefs o vehículos narrativos. El personaje de John Cusack no se parece a ningún otro en el género, es un arquetipo antes que un estereotipo. La historia no es ni esquemática ni predecible, los problemas de los personajes parecen serios y profundos y tratados de la misma manera. Hasta el Rob Gordon de Alta fidelidad palidece en comparación. No saben que contento estoy de haber descubierto finalmente esta película.

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Con Los Angeles Plays Itself entendí finalmente que se supone que es el cine de ensayo y que debería ser un documental. Un autor intentando demostrar a través de una película una tesis para la cual el documental no es simplemente otra forma elegible más de transmitir información, sino que es el único medio verdaderamente apto. Esta obra maestra de Thom Andersen, un tipo que desde el 75 hasta ahora solo hizo tres documentales (los tres sobre cine y los tres excelentes) muestra de que forma el cine a lo largo de toda su historia retrató a Los Angeles y creó una imagen totalmente falsa de la ciudad. Las dos horas y media que dura la película están compuestas de escenas de otras películas sin un solo segundo de montaje propio y la voz en off comentando arriba. El estudio de las películas y sus escenas es agudísimo y se basa en muchos momentos en detalles ínfimos en los que uno jamás pensaría desnudando de a poco, a través de esos datos marginales e instersticios de la narración, el mecanismo a través del cual el cine es capaz es capaz de construir una ficción encima de una ciudad y elevarla al nivel de hiperstición hasta que casi cualquier persona con acceso al cine hollywoodense en el mundo tiene al menos una mínima idea formada sobre una ciudad que realmente no existe. Un ensayo como este no podría haber sido presentado en ningún otro medio ni de ninguna otra manera sin haber perdido muchísimo. Esto es lo que todos los documentales deberían ser y después de verlo la mayoría de los documentales que me habían parecido buenos ahora se ven un poco opacados.

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Después de ver semejante peliculón me quedé con ganas de ver más documentales sobre cine y me vi The Celluloid Closet, sobre las formas en que el cine retrató la homosexualidad a lo largo de la historia. Gran error. Es más o menos todo lo contrario a Los Angeles Plays Itself, pero estuvo bueno verlo porque entendí de repente todo lo que era tan bueno del otro y todo lo que un documental jamás tendría que hacer.

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Cuando veo una película que me gustó mucho después de varios años tengo miedo de que ya no sea lo mismo, que no haya pasado la prueba del tiempo, que me hayan vendido un buzón y recién ahora me avive. A veces aunque solo haya empeorado apenas alcanza para que uno se sienta totalmente decepcionado. Me pasó unas cuantas veces. Por suerte La inmortal de Alain Robbe-Grillet no fue uno de estos casos sino que más bien fue lo contrario. Creo que me gustó todavía más que cuando la vi por primera vez. Esta tiene que ser la película francesa más subestimada de los 60s. Todo el mundo habla de ese cine en esa época, todo el mundo habla de El año pasado en Marienbad, ¿pero cuántos hablan de L’Immortelle? Pero esta opera prima como director de Robbe-Grillet es tan buena como la película que le escribió a Resnais. Lo que Resnais hace con el hotel de L’Année Dernière acá Robbe-Grillet lo hace con toda la ciudad de Estambul. La construye de nuevo con la cámara, la convierte en la ciudad de sueños y leyendas de la que todo el tiempo se habla en la película, en una ciudad que no existe, la convierte en una escenografía montada para la película. Lo único que vi a este nivel es lo que Nicholas Roeg hace en Don’t Look Now (aka Venecia Rojo Shocking) y creo que esto debe ser lo que Sofia Coppolla pensó que estaba haciendo con Tokyo en Lost in Translation. La película no se consigue fácil en internet y creo que no se consigue en absoluto fuera de internet (no está editada en dvd) pero cualquier esfuerzo para conseguirla es ampliamente compensado al verla.

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Cuando me enteré que el tipo que está dirigiendo la adaptación de Watchmen al cine era el mismo de 300 (el trailer lo menciona como «el visionario director de 300«), película que había logrado evitar hasta ahora, pensé que era una buena idea someterme a la tarea de verla para poder opinar con conocimiento de causa y saber que esperar de la próxima película de que Alan Moore va a sacar su nombre. La puse a bajar y había tanta gente compartiéndola que en apenas un par de horas la estaba viendo. Varias veces me autoflagelé viendo una película que sabía que iba a odiar solo para ver cuán mala podía ser. A veces es divertido, a veces no. Esta vez no. Lo que no podía para de pensar durante todo el tiempo que duró (imdb dice que duró un poco menos de dos horas, yo sé que duró por lo menos tres o cuatro) no era por qué alguien dirigiría eso, ni por qué eso existe, sino qué clase de gente lo mira, que clase de atractivo puede tener para alguien. No lo confundan con ningún tipo de desprecio por el cine mainstream, es simplemente que esta es una de las dos o tres peores cosas que vi en mi vida. Está casi intégramente filmada en cámara lenta y estoy convencido de que el guión está escrito todo en mayúsculas (tal vez el que lo transcribió tenía roto el capslock y todo fue una confusión). Esto es una anti-película. Pareciera que todo está hecho digitalmente al igual que los fondos, la idea de variación del tiempo narrativo del director es filmar en cámara lenta o filmar en cámara rápida, toda la película son escenas de acción interrumpidas por escenas de discursos heroícos donde todos gritan mucho, y lo que parece es realmente eso, que se interrumpen, como si fueran dos películas diferentes intercaladas. Por primera vez realmente no entiendo una película, y no hablo de no entender como cuando uno dice que no entendió una de Lynch, es no entender como cuando uno agarra un libro en un idioma que no sabe ni como se llama, o más bien como debe sentirse uno cuando ve a Cthulhu, algo completamente alien, algo que uno no sabe por qué ni como existe pero no sabe que debería existir, algo de otro mundo. La borré en el mismo instante que terminó y aprendí a tener más cuidado con las películas malas que elijo para ver.

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Hace poco la vi de vuelta y me parece que no hay mucho que explicar sobre esto. Los que la vieron ya lo saben y los que no la vieron debería estar reparando ese error ahora mismo en vez de esperar que diga algo más: La pasión de Juana de Arco es la mejor película de la historia.


Daniel Benmergui, una de las personas que más hace por los videojuegos en Argentina y uno de los devs indies más interesantes y prometedores que hay (y no hablo sólo de Argentina), acaba de postear tres prototipos nuevos que creo que son totalmente increibles y no debo ser el único porque le acaban de valer quedar seleccionado para la muestra de juegos experimentales Sense of Wonder Night a realizarse muy pronto en Tokyo. Kudos a Daniel y todos los que quieran ver juegos interesantes o gameplays innovadores no pueden no probar sus juegos.