Chipmunk Rock #7

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The Normal – Warm Leatherette

Muchas veces nuestra imagen de la música electrónica (al menos la mía) evoca algo equiparable a la imagen del científico loco, encerrado en su laboratorio repleto de máquinas con antenas y pequeños paneles, ganchos y tornillos; trabajando en una monstruosidad mecánica sin nada de presupuesto y con los materiales disponibles. O con el presupuesto que obtiene del CRIMEN. Y el resultado final es un autómata chatarrero, steampunk, el producto de su fetiche por los viejos sintetizadores. Es una imagen fantástica e irreal, la del científico loco, una herencia de Tesla, quizás, y de sus sueños siempre truncados.
Por el contrario, si el diseño y la tecnología nos enseñan algo, es que los objetos electrónicos tienden a la suavidad, a la simplicidad, que las curvas y el blanco, lo homogéneo y tranquilizador, es el futuro del diseño industrial. Que estos productos son justamente eso, productos, hijos de sesiones de mercadeo y de estudios demográficos y de ingentes cantidades de dinero inyectadas en costosos proyectos realizados por empresas que se dedican a manufacturar nuestros sueños tecnológicos. Que no hay nada de individual en ellas. Que las cosas se achican hasta caber el universo en tu bolsillo e imitan las partes blandas del cuerpo, no la incongruencia de Frankenstein.
Me gusta “Warm Leatherette” porque en su simpleza, en su estructura de beats repetitivos y cortantes, en su escasez de recursos, en su atmósfera de dormitorio y computadora personal, en su letra que evoca a la vez la velocidad aerodinámica de un automóvil y su retorcida estructura después de un choque, es a la vez limpio y sencillo, lacerante y chirriante. Como el producto perfecto de la última época en que se podía añorar un pasado industrial, anguloso y pesado y ansiar un futuro digital, curvilíneo y microscópico a la vez e intentar combinarlos. Como el espectro (y la utopía) que aún nos persigue de tanto en tanto de la tecnología y la música electrónica, una y la misma, realizada por genios locos y no por Djs internacionales de beats blandos.


Nostalgia 98

Pearl Jam – Sometimes

Con ‘Sometimes’ arranca el No Code, el cuarto disco de Pearl Jam, del que yo consideraría el período más hermético de la banda. Luego iría el Yield, que escuché muchísimo. Luego, empecé a escuchar otra música y les perdí el rastro. Cuando fueron a tocar a Buenos Aires, ya había olvidado totalmente que había sido mi banda favorita cuando tenía 14-16 años.
‘Sometimes’ – me gusta imaginarme – es de ese tipo de temas que una banda arranca en plan «Hey, tengo este arreglito en guitarra», donde cada uno pone su aporte, todas las piezas encajan mágicamente y que luego deciden dejarlo en su forma más espontánea y austera. Dura 2 minutos y medio, los cuales una buena parte se invierten en una intro y final. En si, el tema es un crescendo delicado a su parte principal, que no es un estribillo pero funciona como tal, donde eddie vedder hace una lista de cosas que ‘a veces’ hace. Es una idea clásica, y que funciona. A la canción siempre le vi un lado medio optimista-religiosa que ya es sabido que siempre me puede y me gusta.
Cuando salen charlas acerca de Pearl Jam, se habla de sus shows en vivo incendiarios, de lo irritante que puede ser el tono de voz de Eddie Vedder, de los solos de guitarra, de sus miles de discos en vivo, del «Ten», su primer disco. A mi me viene a la mente siempre esta canción.


A Sleepy Golden Storm

Leonard Cohen – Hey, that’s no way to say goodbye

Escuche el «Songs of Leonard Cohen» por primera vez en unas vacaciones, por el 2001 o 2002. Todavía no había cumplido 18 años y por alguna cuestión del destino estuve varado en el balneario de Piriápolis durante dos meses.
Mi vieja estaba trabajando en un local de comida armenia. Los dueños, una pareja joven, intelectuales fanáticos de la lingüística y los idiomas, tenian una interesante discoteca en las que estaba este disco, junto con el «Five Leaves Left» de Nick Drake, el «Kind of Blue» de Miles Davis y varios otros discos que iban entre el folk y el jazz y alguna otra cosa más progresiva. Inevitablemente, el disco de cohen y de drake los tengo muy asociados a ese período stuck in Piriapolis que quizás fue el más alienado de mi vida.
Cuando volví de las vacaciones me bajé este disco y lo seguí escuchando bastante. Siempre me pareció muy bueno, austero y con unos arreglos muy raros (esos coros femeninos, la percusión en «So Long, Marianne», los gritos demenciales en la canción que cierra el disco). Después me alejé de él y hace unos meses lo volví a re-escuchar. Me parecío igual de bueno, y por alguna razón me detuve en el tema este, «Hey, That’s No Way To Say Goodbye». Recordaba que tenía una melodía muy buena, y me gustaba ese final cortado medio tosco, que esta a medias entre «soy vago y lo termino por acá» y un «el tema ya es perfecto así, ni siquiera necesita final».
Pero recién hace poco re-leí la letra y me di cuenta de lo genial que es y una línea en particular me movió el suelo totalmente.

I loved you in the morning, our kisses deep and warm,
your hair upon the pillow like a sleepy golden storm,
yes, many loved before us, I know that we are not new,
in city and in forest they smiled like me and you,
but now it’s come to distances and both of us must try,
your eyes are soft with sorrow,
Hey, that’s no way to say goodbye.

I’m not looking for another as I wander in my time,
walk me to the corner, our steps will always rhyme
you know my love goes with you as your love stays with me,
it’s just the way it changes, like the shoreline and the sea,
but let’s not talk of love or chains and things we can’t untie,
your eyes are soft with sorrow,
Hey, that’s no way to say goodbye.

Esta letra tiene muchos puntos buenos, imágenes como la descripción del pelo de la pareja en la cama, la costa con el mar, y la caída a tierra de la línea que da nombre a la canción.

yes, many loved before us, I know that we are not new,
in city and in forest they smiled like me and you.

Yo digo, ponele, que hay que tenerla clara para poder comprender esa realidad abrumadora de que bueno, no somos nuevos. Y no solo no somos nuevos sino que los amores anteriores sonrieron con en esa sonrisa dormida y perfecta que pueden tener los amantes a la mañana, y que es algo que hay asimilar y vivir con ello. Y encima este concepto va en una canción que en realidad no se enfoca tanto en esa realidad, algo que en realidad entiendo pero me cuesta definir con palabras. Una relación de amantes oscilante, quizás, o tal vez una pareja estable de años. Solo quedan clara las imágenes, ideas, ligeramente inconexas, y que no, que esa no es forma de decir adiós.


Quirky Scottishmen (I)

“La primera vez que vi una foto de Orange Juice en un fanzine local, pensé que eran norteamericanos. Se veían como si fuesen la banda de Jonathan Richman”
Roddy Frame, Aztec Camera.

Orange Juice – Rip It Up

Cuando me bajé Rip It Up de Orange Juice yo ya sabía que me gustaban, que la voz de Edwyn Collins, entre colegial enamorado y escritor francés cargado de “ennui”, me parecía fascinante pero distante, que su pop escocés refrescante y engañosamente amateur me parecía la plantilla sobre la cual se alzaba todo el twee… Pero jamás me hubiese imaginado que me iba a abotonar de éste modo a su segundo disco. Y, especialmente, a la canción que le da título.
Ha sido una obsesión constante en los últimos 3 meses, desde principios de año. Casi todos los días la escucho y encuentro nuevo significado bajo su sonido o sencillamente me energiza con su pop perfecto. Es una canción engañosamente simple, que parece manufacturada para tener éxito (y no es casualidad, entonces, que haya sido el único tema de Orange Juice que llegó al Top 40 en Inglaterra) pero que revela una complejidad asombrosa en su escucha. Y esta complejidad se encuentra tanto en su letra, su música como en su posición histórica, tanto dentro de la historia de Orange Juice, la banda, como de la historia del post punk, el “movimiento”.
Recapitulemos: Orange Juice había surgido a principios de los 80 como una banda extraña dentro del post punk. Frente a la experimentalidad sin concesiones de algunos de sus proyectos más arriesgados, OJ planteaba un retorno a la canción pop cristalina, pero emprendida con cierto nivel de autoconciencia e ironía. Sin embargo, eran igual de intelectuales y curiosos que muchas otras bandas post-punk y se habian pasado un buen tiempo investigando tanto el pop clasico de los 60 como el funk y el disco de los 70. Al mismo tiempo, sacaban sus discos por una pequeña discográfica escocesa llamada Postcard Records, que de hecho habían fundado ellos mismos.
Así que, eran una banda post punk menos abrasiva que otras, menos confrontativa, pero al mismo tiempo puramente independiente e interesada en la historia del rock. Provistos de un enorme sentido del humor, eran capaces de reírse hasta de sus desventuras amorosas (como en “Falling & Laughing” o en esta buenísima estrofa de “Consolation Prize”: “I was wearing my frings like Roger McGuinn’s / I was hoping to impress / So frightfully camp, it made you laugh / Tomorrow I’ll buy myself a dress / How ludicrous”).
Lo que nadie esperaba era el cambio fundamental que se iba a producir en su sonido para su segundo disco, Rip It Up. Edwyn Collins, el líder de la banda y principal compositor, despidió a los miembros que consideraba poco profesionales, Steve Daly y James Kirk, y fundó un nuevo Orange Juice con el baterista de Zimbabwe Zeke Manyika, y al ex – guitarrista de Josef K. Malcolm Ross. El objetivo expreso de Collins era, más o menos, pegarla, algo que el disco anterior no había llegado ni de cerca a lograr. Quería un sonido más profesional, una banda que sonase “profesionalmente amateur”, y que conservase el espíritu intelectual del primer OJ.
Y cuando lanzaron el primer single, homónimo, de su nuevo LP, Orange Juice sonaba decididamente diferente. “Rip It Up” comienza con unos sonidos de sintetizador (el Roland 303, que después sería marca de fabrica del acid house) que parecen pompas de gaseosa estallando en el sol de la tarde. Pronto esta base de bajo falsa y moderna se ve acompañada por las guitarras entrecortadas pero seductoras de Ross y por la batería precisa y funky de Manyika, para dar forma a un ritmo entre perezoso y bailable, como una tarde de sabado donde el clima es ideal, fresco y soleado, y uno solo tiene que contemplar la emoción de un día sin nada que hacer. Y pronto comienza a cantar Edwyn Collins en una voz que uno nunca entiende si va en serio. Afectado, lánguido, como si estuviese entonando una elaborada broma privada. Y lo que canta es lo siguiente:

When I first saw you
Something stirred within me
You were standing sultry in the rain
If I could’ve held you
I would’ve held you
Rip it up and start again

Rip it up and start again
Rip it up and start again
I hope to God you’re not as dumb as you make out
I hope to God
I hope to God
And I hope to God I’m not as numb as you make out
I hope to God
I hope to God

And when I next saw you
My heart reached out for you
But my arms stuck like glue to my sides
If I could’ve held you
I would’ve held you
But I’d choke rather than swallow my pride
Rip it up and start again

Rip it up and start again
Rip it up and start again
I hope to God you’re not as dumb as you make out
I hope to God
I hope to God
And I hope to God I’m not as numb as you make out
I hope to God
I hope to God

And there was times I’d take my pen
And feel obliged to start again
I do profess
That there are things in life
That one can’t quite express
You know me I’m acting dumb-dumb
You know this scene is very humdrum
And my favourite song’s entitled ‘boredom’

Rip it up and start again
I said rip it up and start again
I said rip it up and rip it up and rip it up and rip it up and rip it up and start again

Una vez más, el foco parece puesto en una relación amorosa, fallida. Pero la manera en que canta Collins, la letra misma, revela una ambigüedad enorme. ¿Es Collins acaso un joven anodino, incapaz de acercase a la chica? ¿O la chica es una bimbo hermosa pero tonta respecto a la cual Collins tiene, ejem, sentimientos menos dignos? Desde la primera estrofa estos dos posibles significados se mezclan, porque las dos primeras frases parecerían referirse al clásico amor romántico (Awww, “algo se sacudió en su interior”), pero inmediatamente desarma esta interpretación sencilla con la frase “You were standing sultry in the rain”. Creo que la clave esta en la palabra “sultry”, que en general significa seductor, pero con connotaciones calenturientas y libidinosas.
E inmediatamente Collins parece renegar completamente de ella (¿O quizás de su propia inacción?) proponiendo “romper todo y comenzar de nuevo”. Sin embargo, en otro giro del destino, retorna de este desprecio, se aferra a la esperanza, rogándole a Dios que ojalá no sea tan tonta y vacua como parece. Porque en el fondo es un engaño, ¿no?, una pose… Por favor díganle que si a Edwyn.
La letra, por si sola, es una pequeña obra maestra de auto-conciencia y desengaño amoroso e intelectual, una lucha entre el corazón, el cuerpo y la cabeza. De algún modo, no puedo evitar pensarla como un comentario de Collins sobre alguna chica bien provista que lo volvió loco para luego decepcionarlo apenas abrió la boca. Las últimas líneas parecerían reforzar la decepción de Collins admitiendo que lo único que le queda es destrozar todo y comenzar de nuevo. Sin embargo, la manera en que Collins canta la letra le da otra capa de rareza: ¿Acaso se esta tomando ALGO en serio? ¿Qué pasa con su tono digno de un homosexual victoriano aburrido? Parece que se esta riendo de si mismo, mucho más que de su posible interés amoroso, de su inocencia y su idealismo, cosa que esta acompañada por el hecho de que incluso las frases mas incisivas están cantadas con una absoluta falta de maldad y saña.
Pero lo realmente interesante, lo que vuelve a la canción un perfecto comentario sobre todo el post-punk continuum y la historia de Orange Juice como banda es que muchas de las frases de la letra, y el sonido general, parecen directamente apuntadas a su propia situación. Acá estaba una banda que había comenzado como “el sonido de la joven Escocia”, como un grupo inocente que buscaba recapturar la magia del pop de los sesenta y que ahora se había transformado en una perfecta maquinaria aceitada, con mucho más de funk y disco que de abrasivos sonidos de guitarras candentes, para muchos traicionando sus inicios honestos e independientes.
Collins contraataca a las acusaciones clamando que en muchos casos lo mejor que se puede ser es romper algo y volver a comenzar, que los saltos estilísticos decisivos son interesantes, válidos y valientes. Y lo canta todo en un tono que es el equivalente sonoro de una sonrisita de arrogancia y superación.
Y contraataca, también, con una estrofa en la que se roba casi completamente el estribillo de “Boredom” de los Buzzcocks, esa canción maravillosa que había aparecido en su primerísimo ep, Spiral Scratch, y que había significado, según a quién le preguntes, el inicio del punk al ser el primer EP lanzado independientemente. Y luego de apropiarse de la excelente rima de Howard Devoto, concluyen el acto de homenaje / defenestración robándose su extrañísimo solo, todo distorsión nerviosa y uñas-sobre-pizarrones. Para continuarlo con un solo de saxofón que parece sacado de una canción de Joe Cocker. Es un acto tan magistral de re-contextualización e irreverencia como el single original, un primo espiritual, que sitúa a los OJ como los más inteligentes de la cuadra, mucho mas que meros posers, como estudiosos de la música y agudos comentaristas sobre “la escena” (sensación que se profundiza cuando uno se da cuenta de que el título de la canción es exactamente igual a una vieja canción popularizada por Bill Haley). Si “Boredom” había sido el sonido de Howard Devoto aburriéndose de la escena rock y, casi casi, del punk mismo (Devoto es un visionario, se aburre del punk cuando recién esta comenzando), “Rip It Up” es el sonido de los OJ aburriéndose del post punk y re-sosteniendo el principio básico que subyacía a ambos estilos musicales: hace lo que tengas ganas sin prestarle atención a ningún idiota dogmático que cree que sabe mejor que vos como debe sonar la música y como debe sonar TU música.
El hecho de que este envuelto en una canción de un comercialismo casi explícito solo hace la paradoja más deliciosa. Porque “Rip It Up” es una mezcla increíble de funk, electronica, pop y punk, una canción enormemente chiclosa y encantadora, una inyección de buen humor y frescura. Pero envuelto detrás de esa aparente facilidad hay un par de dientes que muerden y sonríen sarcásticamente. Lo magnífico de la canción es que ese demonio que oculta puede ser el comentario disgustado sobre el estado de la música de la cual provienen y forman parte (y sobre el mismo deseo de éxito) o la increíble pegajosidad de la canción. Es un testamento del talento y la inteligencia de la banda que funcione en tantos niveles.
Y si no me creen, ignoren toda esta parrafada, bájense la canción y vean si pueden abandonar las ganas de bailar como un mod bajo el contradictorio efecto de un coctel de anfetaminas y opio.


A mountain range in love

SuperChunk – 100.000 Fireflies
(cover de Magnetic Fields)

Dario ya puso la versión original de este tema en su compilado de Magnetic Fields. Aquí va el cover por superchunk que me gusta bastante más que la original.
«100.000 Fireflies» no parece a primera escucha un tema muy particular de Merritt. Usa sus melodias tradicionales, arreglos y progresiones de acordes típicas, y timbres y producción electrónica rústica. La letra es deprimente y tristísima – como casi todas sus canciones – pero en este caso a Merrit parece que se le va la moto.
Generalizando un poco, Cada una de sus composiciones siempre funciona como una caja hermética y perfecta, que trata un solo tópico específico, una idea o concepto, y se mueve y lo analiza. Cada canción del 69 Love Songs se puede resumir en un solo concepto («All My Little Words», nada que pueda hacer puede hacer que te tenga, «Nothing Matters When We’re Dancing», la hipérbole del momento romántico perfecto, etc). Pero en «100.000 Fireflies» la angustia es tal que la canción se desborda de imágenes e ideas muy jodidas y tristes, y el núcleo principal de la canción es muy difuso y solo se puede reducir a una relación gastadísima que se desarma y la desesperación de intentar que se reconstruya. Pero desvaría y la canción constantemente va pasando de una imágen a otra como si fuesen diapositivas.

I have a mandolin
I play it all night long
It makes me want to kill myself

I also have a dobro
Made in some mountain range
Sounds like a mountain range in love

But when I turn up the tone
On my electric guitar
I’m afraid of the
dark without you close to me

I went out to the forest and caught
A hundred thousand fireflies
As they ricochet round the room
They remind me of your starry eyes

Someone else’s might not have made me so sad
But this is the worst night I ever had
‘cause I’m afraid of the dark without you close to me

You won’t be happy with me,
But give me one more chance
You won’t be happy anyway

Why do we still live here
In this repulsive town?
All our friends are in New York

Why do we keep shrieking,
when we mean soft things?
We should be whispering all the time…

Quizás por esta estructura de ideas caótica el tema queda tan bien hecho en version indie-punk cabeza. La total desesperación y el intercambio entre imágenes bellísimas (estar suspirando todo el tiempo, las cien mil luciernagas rebotando en el cuarto) y caídas a tierra espantosas (dame una chance más para vivir contigo, igual no vas a ser feliz, que hacemos viviendo aquí) quedan como anillo al dedo a los gritos de Mac McGaughan y los power chords distorsionados. Algo que no funcionaría tan bien, quizas, con ningún otro tema de Magnetic Fields.