Piensen En Los Niños!
El tipo de aquí arriba que ven tan preocupado leyendo un Crime SuspenseStories es Fredric Wertham.
Fredric Wertham era un psiquiatra alemán que se marchó a Estados Unidos en 1932 y dedicó gran parte de su carrera a argumentar que la cultura de masas en general, y los comics en particular, eran perjudiciales para los niños y la sociedad. Wertham era un alemán iluminado, en línea con la Escuela de Frankfurt, un tipo serio que temía por el lugar de la alta cultura en un mundo de producción capitalista. Como opositor de la deshumanización y vulgarización del capitalismo, contaba con una veta socialista y abrió una de las primeras clínicas de atención psiquiátrica gratuita destinada a la población negra (la Clínica Lafargue, llamada así por el yerno de Marx, Paul Lafargue).
Pero Wertham, para cualquier lector de comics norteamericanos de los últimos 50 años, es el demonio. El buen hombre de Nuremberg fue uno de los líderes y encargados de la caza de brujas realizada en los 50 contra los comics de terror, ciencia ficción y crimen de la E.C., posiblemente los mas imaginativos e importantes de su momento, los que tenían guiones de Ray Bradbury y dibujos de Wally Wood y Bernie Krigstein; los de las historias de guerra de Harvey Kurtzman, asfixiantes, repetitivas, nihilistas; los de la ciencia ficción política y sensible y el crimen brutal y explícito. La misma editorial que dio a luz a la revista Mad, el abrevadero cómico de donde todos (y me refiero a TODOS: los cómicos de SNL, Matt Groening, Trey Parker y Matt Stone, los hermanos Farrelly, Dan Clowes, los Hermanos Hernández y más y más y más) robarían o pedirían prestado.
Y el buen Dr. Wertham publicó un libro, llamado “Seduction Of The Innocent”, en 1954, donde realiza acusaciones graves, amplias y (según la visión tradicional del fandom) sin base. Básicamente el buen doctor había realizada entrevistas en su clínica, descubriendo que casi todos los jóvenes que cometían crímenes leían comics, por lo tanto los comics contribuían a la delincuencia juvenil. Esto en una época en que la industria del comic vendía entre 80 y 100 millones de copias por semana y casi todo niño del país los leía.
Al mismo tiempo, el senador Estes Kefauver presidía el Subcomité del Senado sobre la Delincuencia Juvenil, y la fama de Wertham luego de la publicación de su libro hizo inevitable que se lo llame a testificar. Simultáneamente su libro le había dado excusas a miles de organizaciones católicas y de derecha norteamericanas para realizar quemas de comic books, ocasiones festivamente aterradoras (pero hay que recordar algo: a pesar de que la caza de brujas comiquera coincidió y le dio fuego al ambiente represor de los 50, no es específicamente McCarthista, ya que no estaba preocupada específicamente con los asquerosos y ateos comunistas, sino más bien con ciertos valores morales y la contaminación “desde dentro”).
La leyenda negra pinta a Wertham en el estrado, un estreñido intelectual alemán vituperando contra los comics de terror que los adolescentes tanto amaban, comparándolos con Hitler. Y también pinta a Bill Gaines, el editor en jefe de la E.C., un gordo con cara de bonachón, anteojos y pajarita, decidido a testificar, bajo el efecto de las anfetaminas, desarmándose en el estrado, incapaz de contestar coherentemente.
Y luego, la muerte, el Comics Code Authority, el código de censura que (no tan paradójicamente) introdujeron las propias editoriales, asustadas por la caza de brujas y por el éxito de la E.C. El golpe de gracia que llevaría a que cierren todas sus colecciones, excepto Mad, que se transformaría en revista.
Y, también, el colapso: el cierre de la American News Company, la distribuidora mas grande del negocio, que llevó a la desaparición de casi la mitad de las editoriales que florecían a principios de los 50. Y luego la televisión y las chicas y los video juegos y la internet y las drogas y la industria del comic nunca sería la misma.
Pero a lo largo de toda esta historia, los lectores de comics han seguido culpando a Wertham, a ese reptil traidor, ese kraut malagradecido que no supo ver la pasión de las ametralladoras, los gangsters y los monstruos.
O por lo menos así fue hasta hace unos pocos años, cuando ciertos autores, entre los cuales el más importante es Bart Beaty, un teórico de la comunicación y la cultura de masas canadiense, comenzaron a defenderlo. Beaty apoya su tesis en el carácter progresista de la práctica psiquiátrica de Wertham y sus posturas políticas liberales. Defiende su argumento enmarcándolo en las discusiones de entreguerras sobre la validez de la cultura de masas y argumentando que tenía preocupaciones reales sobre el impacto de esos comics en los jóvenes.
Este año el periodista David Hadju publica su libro “The Ten Cent Plague. The Great Comic Book Scare And How It Changed America” (aquí hay una crítica de Louis Menand) en el cual reproduce mayormente la leyenda negra de Wertham y compara a la caza de brujas de los comics con una purga que precede a las luchas por el rock y la cultura joven de los 60.
Lo interesante del asunto es la polémica que suscitó y la fascinación (para mí al menos) de verla desarrollarse en tiempo real en la pantalla de tu computadora. En primer lugar, Bart Beaty no se lo tomó muy bien y escribió una reseña en The Comics Reporter (parte uno, dos y tres) en la que destrozaba muy educadamente al libro y clamaba que la E.C. se había aproximado a Wertham para que interceda en su favor e, incluso, para que se ponga a la cabeza del Comics Code.
Al mismo tiempo, se enzarza en una mini discusión con Jeet Heer, otro estudioso del comic que provee ensayos históricos para colecciones de tiras clásicas de principios de siglo como Gasoline Alley, a raíz de su primera evaluación del libro, discusión que se encuentra mayormente resumida en este artículo de Slate.
Pero lo realmente fascinante sucedió esta semana en Thought Balloonists, uno de los mejores blogs de teoría y critica de comics, en donde le preguntaron a Al Feldstein, el guionista y editor de la mayoría de los comics de terror y crimen, que opinaba de los comentarios de Beaty, a lo cual respondió negando todo conocimiento de los encuentros entre E.C. y Wertham y clamando que el canadiense estaba equivocado.
Pero, dos días después, Beaty contestó pelando, como la pistola mas rápida del oeste, un par de cartas firmadas por Feldstein y enviadas a Wertham que apoyan completamente su investigación, causando que Feldstein se disculpe y agregue nuevos datos a la discusión.
Es un ejemplo totalmente hermoso de discusión histórica e ideológica, de lucha historiográfica de gran significancia, tomando lugar en este mismo momento, frente a nuestros ojos. Es algo raro de ver, que contradice todo lo que a uno le enseñan en la facultad, al ser tan vital, tan apasionante y tan fresca que parece chisporrotear con el impactante color de la sangre.
Chipmunk Rock #01
(una serie semi-regular en la que posteo sobre bandas disímiles pero relacionadas, unidas por su amor a los instrumentos electrónicos, el vocoder y cierto espíritu punk y juguetón, aunado a todo el color y la capacidad de atención de alguien que creció mirando píxeles)
Lo que realmente me atrae de esta canción es la manera en que la voz ha sido recortada, reeditada y distorsionada hasta el punto en cualquier sentido que intentemos desglosar es deliberadamente destruido. Suena como la rabieta de un dibujo animado, como Mr. Mxyzptlk gritándole a Superman en lengua de la quinta dimensión luego de la undécima vez que le hace decir su nombre al revés, como lo mas cercano a una puteada que uno profiere al perder una vida más en un nivel de nubes de Mario Bros.
Y la música, que en los primeros beats parece una digitalizada versión de algún ritmo caribeño, degenera rápidamente en una acumulación de cajas de ritmo, en lo que podría ser el incesante machacar de una ciudad de personajes de videojuegos, con sus bipidos, chillidos y zumbidos cada vez que saltan, extienden la mano, corren, toman helado, andan en bicicleta, comen ítems, ganan vidas o las pierden. Y en medio de todo eso un anónimo electricista o plomero tiene un día particularmente difícil y no puede deslizarse para superar el obstáculo que le impide llegar a la casa de su cliente.
A Confederacy Of Dunces.
Esto es a la vez hilarante y desesperante.
Para quienes no lean inglés o para aquellos que no quieran clickear, un resumen: LiveJournal, ese veterano de la web 2.0, tiene una especie de junta consultiva, cuya única función es «aconsejar» a LiveJournal sobre sus políticas, sin ningún tipo de poder real. Recientemente decidieron incorporar a un usuario dentro de esta junta, posición que sería decidida por los votos de todos los otros miembros.
Lo interesante del asunto es la manera en que la cosa se salió de control: por un lado los goons de Something Awful, bien coherentes con su estilo, decidieron votar por un tipo llamado Jameth, uno de esos trolls que pululan de a miles en la internet, básicamente para molestar a las hordas de fans de Harry Potter con cuenta en LiveJournal.
Los enfermos de Harry Potter pusieron el grito en el cielo y saltaron a negarle la nominación a Jameth, proponiendo dársela a alguno de los suyos/as, siendo el candidato favorecido un usuario que va por el nombre Legomymalfoy. Además, salieron a acusar a Jameth de tácticas como poner banners que parpadean para atacar a los epilépticos o de usar cuentas falsas para aumentar el total de votos. Mientras tanto, LiveJournal borra comentarios y cierra hilos de conversación que se van de las manos.
Todo lo cual es terriblemente retardado y estúpido. Pero entonces…¿por qué el interés en una elección que tan claramente no significa nada?. Creo que esa pregunta tiene dos respuestas:
En primer lugar, es notorio cuan poca importancia, cuando cuenta, tienen los usuarios de lo que se llama «web 2.0». Estos tipos se están matando por un puesto sin poder real, sin remuneración económica y en el cual seguramente su opinión va a ser tan valorada como la del pinche que publica sus poemas goth en su cuenta de LJ. Lo curioso es que les vendieron la ilusión de la participación y la compraron entera. Nada de lo que hagan ahí va a cambiar el hecho de que sigan cerrando sus cuentas cuando haya algo que los administradores no quieran que se vea o que su voz, paradójicamente por la gran cantidad de usuarios que son la fortaleza de los emprendimientos web 2.0, sea completamente ignorada. E igual se rasgan las vestiduras por una cosa que es menos que un hueso, menos que una limosna.
En segundo lugar, y esto es mas personal y surrealista, me sorprende la manera en que las facciones se organizan como pandillas, en que internet ha llevado el imaginario de la identificación grupal hacia su virtualidad mas extrema: hay goons de Something Awful, fanáticos de Harry Potter, por ahí un grupúsculo de trekkies, las legiones de gente que juega al Warcraft, los demasiado vocales grupos de nerds que leen DC o Marvel. Es casi como una versión imbecil y geek de «The Warriors», reemplazando cualquier interacción social con el ruido de teclas.
En el futuro muy cercano la juventud va a abandonar las calles, las luchas entre pandillas se resolverán mediante la destrucción mas rápida del foro contrario, los cuchillazos serán trojanos, los bates de baseball códigos maliciosos.
Y del otro lado de la pantalla, seres antisociales con gafas y la piel grasosa, con su habitación recubierta de posters de su obsesión, el monitor de computadora rodeado de miniaturas de Warhammer, figuritas de resina de Harry Potter, una reproducción realista de la Estrella de la Muerte. Las personas más peligrosas del mundo, haciendo de los interminables pasillos de internet un lugar poco seguro para niños y ancianas.
Modernistas 04: Bob Burden
Bob Burden es uno de esos artistas de comics inclasificables que nos da el medio de vez en cuando y me fascina hace años. Creador de Flaming Carrot, los MysteryMen y guionista de los comics de Gumby (sí, ese personaje de plastilina protagonista de algunos cortos exquisitamente psicodélicos) es una rara avis del panorama comiquero mundial ya que sus historias parecen demasiado absurdas y dementes para encajar con la pandilla indie pero al mismo tiempo son miradas con incomprensión y desconocimiento por el equipo superhéroes.
Flaming Carrot trata sobre un hombre que, luego de leer 5000 comics de una sola vez, enloqueció, confeccionando un traje extrañísimo consistente en una mascara de zanahoria con fuego en la punta y patas de rana y saliendo a luchar contra el crimen armado con las armas mas ridículas (plastilina, gomillas, polvo para estornudar, una pistola; bueno, ese no es tan ridículo). A los MysteryMen quizás los conozcan por la película homónima, un grupo de “superhéroes” fracasados que incluye en sus filas a personajes como The Shoveler, cuya única arma es una pala y Mr. Furious, con el poder de enojarse muchísimo. Creaciones originalísimas que no han conseguido el aprecio y la fama que deberían tener.
A partir de ello decidí pedirle una entrevista, a la cual amablemente accedió. Ahora, bien, un caveat, tanto para los lectores como para el mismo Bob, si está leyendo esto: luego de unos cuantos meses de ida y vuelta por mail, Bob aparentemente no encontró el tiempo para enviarme el último, en el cual adjuntaba una serie de ediciones/correcciones a la entrevista. Luego de esperar bastante tiempo, considere que era una pena cajonearla y decidí publicarla en su forma original, solo con el cambio necesario de la traducción. Espero que la disfruten igual y que, si Bob Burden esta leyendo esto, no le moleste mi decisión y se sienta representado por estas palabras.
Con ustedes: Bob Burden.

¿Cómo te interesaste en los comics? ¿Los leías cuando eras niño?
En diferentes momentos.
Recuerdo tener algunos comics cuando era un niño. Mi tía me los quitó porque había leído un artículo en donde decían que eran malos para los niños. Compre “Amazing Fantasy 15” (nota: la primera aparición de Spider-Man) de un quiosco.
Durante mi secundaria los comics se habían vuelto coleccionables y comencé a comprarlos y venderlos.
¿Por qué decidiste que los comics iban a ser tu principal forma de expresión?
Eran el medio mas fácil de realizar. No hubo mucha decisión involucrada. Todavía me gustaría hacer películas, escribir libros, etc.
¿Y como llego Flaming Carrot a existir? Tiene una imagen bastante impactante…
Flaming Carrot fue una idea que vino de la nada. No significa nada y realizó un gran trabajo significando nada. Tabula rasa. Además era una especie de imagen cómica y al mismo tiempo horrible y grotesca. Algunas imágenes simplemente funcionan. Por ejemplo, las jirafas de Salvador Dalí, incendiándose en el desierto. Si fuesen caballos u ovejas no funcionaría.
A primera vista Flaming Carrot parecería ser una parodia de los comics de superhéroes, pero en realidad es mucho mas que eso. ¿Cómo describirías de que se trata?.
A primera vista es un superhéroe. Eso sería un primer vistazo de aproximadamente 1/10 de segundo. Si lo miras más de cerca parece una parodia o una sátira. Pero no lo es. En realidad nunca me gustaron mucho la sátira o la parodia. No se que queda después de eso. ¿Surreal?. Si, tiene esa cualidad…pero solo como detalle de fondo o un vestigio. Parte de la tela con la que esta construido. Exceptuando unas cuantas pinturas, el surrealismo siempre tuvo dificultad para conectarse con una audiencia mas amplia. Flaming Carrot es exitoso porque hay una historia, creo. No es que solo trata de ser extraño o surreal. “Being John Malkovitch” de Charlie Kaufman es surreal. “Pulp Fiction” es una obra maestra del surrealismo, creo. Pero ninguno de los dos es descrito como surreal porque tienen una historia en su centro.

Leí que dijiste que el origen de Flaming Carrot es apócrifo, pero a pesar de eso querría que me digas que pasaba por tu cabeza cuando lo escribiste…es muy quijotesco.
¿Un hombre que leyó 5000 comics y se volvió loco?. ¿Y se convirtió en una extraña y retorcida versión de un superhéroe de comics?. Tiene sentido y es un arreglo rápido pero el verdadero origen secreto se va a mantener así por ahora.
El surrealismo también ha sido mencionado a menudo en relación a Flaming Carrot, pero lo que realmente me gusta del modo en que lo tratas es como lo usas primordialmente como un conducto para presentar humor bizarro. ¿Como dirías que el surrealismo y el humor se relacionan el uno con el otro?
El surrealismo puede ser todas las cosas: horror, romance, comedia, ironía, sin sentido…
Un amigo mío en la universidad tenia articulaciones dobles. Podía poner sus pies detrás de su cabeza. Me di cuenta que si podía poner sus pies detrás de su cabeza, también podía ponerlos en su mandíbula y rodar hacia atrás y adelante. Le pedí que haga eso mientras movía su cabeza para atrás y para adelante con sus pies. Después le pedí que gritase “¡Ayuda! Ayuda! ¡Mis pies me están matando!”. La gente encontraba esto gracioso, quizás a primera vista perturbador y era divertido hacérselo a gente en una fiesta o en un bar.
Un día estábamos caminando por el pasillo en nuestro dormitorio y nos cruzamos con una pareja que entraba en su habitación y estaban discutiendo: se estaban separando y ella había decidido “salir con otra gente” cosa con la que él estaba en desacuerdo. El estaba como en shock y ambos se encontraban en un momento serio e intenso. Chasqueé mis dedos y le dije a Steve “¡Pies!”.
La pareja de pronto siente un grito de ayuda. Se dan vuelta y ven esta visión horrible de un hombre rodando en el suelo mientras sus propios pies lo golpean. “¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Mis pies me están matando!”.
No podían reírse.
Lo miraron con horror, no dijeron nada más y se metieron en su habitación.
Como ves, lo que era gracioso en una circunstancia era horroroso en otra. El mismo acto.
La otra cosa que encontré extraña sobre las historias de Flaming Carrot es la manera en que esos momentos fantásticos están yuxtapuestos con un ambiente común, casi decadente. Iron City es una ciudad venida abajo, industrial y sucia. ¿Qué te hizo situar esas historias en ese lugar?
Crecí en el cinturón de oxido del noreste industrial de los Estados Unidos y ese ambiente me era familiar. Tiene un cierto atractivo romántico para mi. Además contrasta bien con las historias. La realidad y el surrealismo van bien juntos.

Flaming Carrot se convirtió en una creación importante durante el movimiento de comics independientes de los 80. Mirando atrás, ¿cómo te sentís con respecto a esos días? ¿Sentías un parentesco con algunos de los otros artistas o sentías que existías mayormente en tu propio mundo?.
Un poco de los dos. La gente me aceptaba: mis pares, y era amigo con alguno de los mejores. Al mismo tiempo, nunca sentí que era tan buen artista como la mayoría de ellos. Hay una escena en una película de Ty Cobb con Tommy Lee Jones en la cual hay una reunión en un hotel y él no esta invitado pero va de cualquier manera. A veces me sentía así, como alguien que aparece en una fiesta sin ser invitado.
Ahora que estoy haciendo Gumby, el cual es mas sano y decente, encuentro que mucha gente tiene ideas peculiares sobre mí. Y no es que no tengan sus razones.
El otro día hablaba con un amigo de aquel entonces que solía trabajar conmigo. Bromeaba que en el show de Ali G, de Sasha Baron Cohen, estaba “reviviendo mi antiguo acto”. Y recordé como solía burlarme de la gente a veces, decía o hacía cosas muy monstruosas. Y también bebía mucho en aquellos días.
Así que un montón de gente tenía un concepto de mí que era bizarro o radical. Y esto se multiplicaba en el boca a boca. La industria del comic no tenía muchos chismes o escándalos entonces así que supongo que yo de algún modo mantenía las cosas interesantes.

Cambiando de tema, los Mysterymen parecen ser una parodia mucho mas directa a los superhéroes. ¿Es esa tu intención?.
La película fue 180 grados alejada del comic y de lo que quería. Al mismo tiempo fue lo que el estudio quería hacer. Creo que habría sido mas exitoso si hubiesen seguido mi visión. Yo quería algo mas en la vena de “Repo Man” o “Road Warrior”.
¿Cómo te sentiste con respecto a la película de los Mysterymen?. ¿Te pusiste como Alan Moore cuando salió?.
Para nada. Hicieron un buen trabajo para un gran estudio de Hollywood. Originalmente la quería hacer Danny DeVito. Pero él quería hacer una película de 10 millones de dólares, no una de 60. Pero creo que ese presupuesto habría reducido muchas de las cosas que querían mostrar, así que Danny DeVito fue rechazado. Me hubiese encantado que la hiciese él. Él fue una de las fuerzas detrás de Pulp Fiction. Pero cuando vi que Larry Gordon (nota: uno de los productores de MysteryMen) había estado detrás de “Boogie Nights” esperaba o deseaba que MysteryMen fuese similar. Hubiese sido genial si hubiesen conseguido a Paul Thomas Anderson para dirigir MM.

Pasando a Gumby, ¿cómo te involucraste en un proyecto tan extraño?. Escuche una historia acerca de que la editorial se acerco a Arthur Adams para dibujar un especial de Gumby y el dijo que solo lo haría si vos lo escribieses, y así fue como te contactaron. ¿Es eso cierto?.
¡Gracias, Arthur, si eso es verdad!. El Gumby de los 80 fue uno de mis primeros trabajos contratado (nota: se refiere a “for hire”, término que denota que las creaciones no son suyas, en contraposición a Flaming Carrot, del cual retiene los derechos). No sé porque. Cuando ganamos el premio Eisner tuve un par de otras ofertas. Recuerdo que estaba en el ascensor de mi hotel con Tom Defalco (Editor en Jefe de Marvel en ese momento) y me ofreció ALF, de entre todas las cosas.
Algo que me impresionó cuando leía los comics de Gumby es la manera en que trasladas tu surrealismo libre a un ambiente para niños. A Gumby le sucede de todo pero de alguna manera estamos seguros de que ningún mal puede acaecerle, como en las fantasías de la niñez. ¿Es esta tu aproximación al personaje o estoy leyéndolo completamente mal?.
No estoy seguro. Gumby tiene que tener conflicto en sus historias pero tengo que lograr esto sin que parezca un mal niño. No es Beavis y Butthead. Así que el primer conflicto es el miedo a la vecinita y la sensación de perdida cuando se va con otra persona.
¿Hay un “concepto” de algún tipo detrás de la nueva serie de Gumby? Pareciera como si estuvieses intentando meter muchas emociones y conflictos de adultos, transformados por los códigos de un mundo fantástico.
No es mi intención conciente. Yo solo pretendo contar una buena historia.
¿Que otro trabajo podemos esperar de vos en el futuro?
El próximo año (nota: se refiere al 2008) va a estar dedicado a nuevos esfuerzos creativos. La mayoría secretos. En la próxima historia de Gumby va a adquirir SPI: Síndrome de Pierna Incansable y va a ser expulsado de la escuela por patear a otros niños.
+información:
* The World Of Bob Burden
* Wikipedia
* Extracto de una entrevista en The Comics Journal
Sangre Negra.
Hace bastante tiempo que una película no me arrastraba y me obsesionaba como “There Will Be Blood”. No soy de re-ver películas obsesivamente, ya que mi apreciación del cine es generalmente narrativa y no quiero que me cuenten la misma historia dos veces a menos de que me la olvide en el medio. Pero algo me paso con “There Will Be Blood” y termine viéndola 3 veces en un período de dos meses.
En un principio ese algo tenía nombre y apellido: Daniel Plainview. Él es el agujero negro alrededor del que gira la película, la fuerza del mal en su centro, pero encontré en el un personaje al que no puedo odiar completamente. En primer lugar, me parece que su oscurecimiento, su descenso hasta transformarse en lo que leí en una maravillosa descripción como “básicamente un cenobita” es gradual, temporario. La película comienza presentándolo atrapado por lo que hace, desde lo mas bajo, en esa escena larguísima del inicio en la que se lo ve luchando contra los elementos, contra la propia tierra para conseguir un beneficio. Y luego hay varios momentos en que la relación con su hijo se convierte en un factor que lo redime y lo muestra en una luz positiva, hasta la escena final en que toda esa buena fe, esos pocos rasgos que parecen preocuparle mas allá del capital y la alienación de la sociedad es descartado con una crudeza que vuelve su aislamiento de la sociedad, de lo humano y de su propia familia completa y asfixiante.
Daniel Plainview, de este modo, es el centro de la película porque en su figura se entroncan las tres confrontaciones que forman parte de la misma: entre capitalismo y religión, entre familia e individuo y entre la naturaleza y el hombre. A su vez, estas tres dualidades son solo partes del conflicto general que domina al film: individualismo vs. estructuras gregarias, sean estas la familia, la sociedad en general, la naturaleza o la religión.
En un nivel superficial, la película parecería ser una lucha entre sus dos protagonistas, Daniel Plainview y Eli Sunday, su combate para denigrarse el uno al otro y al mismo tiempo afirmar sus propias y conflictivas visiones del mundo. Daniel Plainview es un misántropo en todo el sentido de la palabra: una persona que no soporta en lo mas mínimo a la humanidad, que ha “construido su odio pieza a pieza a lo largo de los años” (esta frase que le dice a su falso hermano pone en duda los atisbos de humanidad que le vemos al principio de la película: ¿acaso su odio esta siempre ahí, latiendo, durante toda el tiempo y solo se revela como tal al final, cuando se ve liberado de las restricciones sociales o es algo que se va CONSTRUYENDO durante la duración de la misma y solo tiene su forma definitiva en esas memorables escenas últimas?) y que solo ve a sus trabajadores, familiares y todo tipo de organización social como un obstáculo, una piedra en el camino de la cual se puede aprovechar pero cuyo destino final es ser descartados en función de su propia persona. Es pertinente entonces que se vuelva la viva representación de las fuerzas del capital y su efecto destructivo en los lazos sociales, reduciéndolo todo a una mercancía lista para ser vendida, considerando todo en términos de ganancia y pérdida, la medida de todas las cosas en este mundo contemporáneo. Y aquí esta el quid de la cuestión que lo vuelve, al menos para mi, un personaje con un rasgo querible o al menos que despierta cierta empatía: su individualismo, al mismo tiempo que ejemplifica el enriquecimiento y elevación de uno por sobre los cadáveres y esfuerzos de muchos, sin nombre, sin identidad, sin representación en la película (clama conocer los nombres de sus trabajadores, pero cuando uno muere no sabe quien es) al mismo tiempo ejemplifica el brío y la determinación que uno encuentra en algunos de los mejores personajes del cine, la literatura, los comics. Daniel Plainview es un monstruo, pero es un monstruo con un anhelo, una pasión y una decisión indestructibles y la determinación con la que persigue sus objetivos es algo apasionante. Es lo que hacen los hombres, después de todo, y por ese rasgo nimio se demuestra perteneciente a la raza humana.
Eli Sunday, por otro lado, es un personaje con el que jamás podría identificarme: un santurrón irremediable que esconde una megalomanía mucho menos visible y por ello bastante más peligrosa. Lo que hace que la película y el enfrentamiento, aparente tronco central de la misma, funcione es que P.T. Anderson nunca se pone del lado de ninguno de los dos, y presenta a Eli Sunday, al menos durante la primera parte, como una personalidad de igual peso y con una misión opuesta pero complementaria a la de Daniel Plainview. El es el salvador espiritual, el hombre que viene a curarnos de nuestros pequeños pecados, de nuestras neurosis, al ofrecernos absolución a través de algo mayor a todos nosotros, a través de la gracia. En el se observa la preocupación evangélica, la critica a la religión entendida como espectáculo y especulación, a los pastores televangelistas brasileros de la televisión trasnochada, la religión como capitalismo del alma. Su momento de gloria, cuando obliga, a través de un uso de las personas casi tan cínico como el de Plainview, a este a bautizarse en su iglesia, lo revela no como la contracara espiritual y pura del personaje de Daniel Day Lewis, sino como su perfecto complemento, arrastrado por egoísmo y el deseo de venganza. Demasiado humano para ser un salvador. Esta visión se confirma en la FABULOSA escena final, en la cual las fuerzas que obligan a Eli a recurrir a su némesis (¿en busca de que? de que más: dinero) son las mismas fuerzas del capital al que terminó apostando su alma: el Crack del 29 y su empobrecimiento por el mismo, una victima anónima más entre miles, cuando el se creía especial y superior a los demás. Pero lo que no entiende es que a esa altura Plainview ya es el capital personificado, una fuerza amoral a la que, francamente, le importa un carajo el destino del hombre que perdió su casa o sus ahorros durante la depresión. Y que como tal solo puede hacer lo que esta en su esencia: comerse metafóricamente a Eli Sunday, destruirlo como entidad. Al capital solo le interesa su propia reproducción.
El segundo elemento de confrontación esta menos al frente y de hecho solo se percibe de manera tangencial: el hombre contra la naturaleza, contra la inmensidad. Es esto lo que la vuelve, de algún modo, un western, aunque un western extraño y desincronizado. Sin embargo, el conflicto de fondo es el mismo: la voluntad de un hombre por domar la naturaleza, la inmensidad indiferente, para su propio beneficio. No es casual, supongo, que el punto de toda la lucha de Plainview sea llegar al mar, a California, a la otra costa, terminando el avance hacia el oeste. Y además llega como colonizador de la última preciosa materia prima necesaria para cimentar tanto el crecimiento de los Estados Unidos como el crecimiento y expansión del capitalismo del siglo XX: el petróleo. Daniel Plainview es en este sentido el último colonizador, el símbolo de un siglo XX en el cual ya no hay espacios vírgenes para explorar y explotar, en el que el hombre con la tecnología de la cual él es en parte facilitador ha pasado todo por la picadora de carne.
Es paradójico, además, que toda la lucha de Daniel Plainview tenga como objeto final alejarse absolutamente, aislarse, de aquello que le ha dado su fortuna. Las ultimas escenas tienen lugar en la casa que este ha construido, su refugio, una espacio absolutamente artificial, en el que parecería que Daniel, una vez liberado de contexto social, una vez que ha domado a la naturaleza, puede dar rienda suelta a todo su odio. Es curioso, también, que la escena de violencia mas abierta (esa fabulosa, magnífica, escena final) tenga lugar en este sitio antiséptico, tan alejado del desierto, de los hombres rudos, de la lucha por la vida. Un paraíso artificial de un solo hombre es tan salvaje y sin ley como un paraíso natural al que la moralidad y ley humanas aún no han llegado.
Por último, como casi todas las películas de P.T. Anderson, esta centra gran parte de sus preocupaciones alrededor del tema de la familia. Pero a diferencia de «Boogie Nights» o «Magnolia», en las cuales su aproximación era mucho mas optimista, intentando demostrar que la familia se construía y elegía y era un lugar de contención, brindando un lugar en el mundo, en esta película lo que predomina es una visión pesimista, una visión surcada continuamente por relaciones disfuncionales que parecen mas bien marcadas por la negación de sus lazos y por el ejercicio y lucha por el poder. Y, sobre todo, es una película sobre padres e hijos, sobre como los padres forman el destino de sus hijos para luego ser rechazados por ellos o rechazarlos a su vez.
Este hilo se observa tanto en la historia de Eli Sunday como, obviamente, en la de Daniel Plainview. Eli Sunday es un hijo y Daniel Plainview un padre, el primero obtiene su pasión religiosa, aparentemente, de su padre y su familia, los cuales son presentados como el tipo de familia ignorante y profundamente temerosa de Dios típica del interior de los Estados Unidos. Plainview, por su parte, tiene en su relación con H.W. el punto de mayor humanización del personaje y su posible redención. Es obvio que busca en H.W. a su sucesor, la persona que pueda continuar su trabajo después de muerto y las escenas en las que le enseña los trucos de ser un “hombre del petróleo” son algunas de las mas tiernas para el personaje.
Ambos, H.W. y Eli, terminan adquiriendo su visión del mundo y siendo formados por sus padres, pero al final los rechazan o son rechazados por ellos. Eli considera a su padre un “viejo estúpido” con un “hijo estúpido” (su hermano gemelo, Paul, que le ha dado a Plainview la ubicación de sus tierras) una vez que se vuelve evidente que Plainview les ha quitado su petróleo por monedas. La escena en que lo apalea y descalifica sirve como, por un lado, una catarsis ejercida sobre el viejo por su hijo luego de que Plainview hiciese lo mismo con él y como evidencia incontrastable que si bien las creencias religiosas de su padre han formado su carácter, las ha trascendido, se encuentra manchado por la ambición y la codicia, ve a su iglesia como un medio de acumular poder e influencia, inextricablemente ligada al poder económico y a la explotación del pozo de petróleo. En otras palabras: para su padre la religión es obediencia y consuelo, la disolución de su persona en algo mas grande, para él es simplemente una manera de engrandecerse, de adquirir capital simbólico y convertirse en un sujeto sobresaliente.
Por su parte, H.W. termina siendo, como su padre quería, un empresario petrolero. Pero mientras Daniel corta sus lazos con la humanidad y se compromete solo con su propio poderío económico, H.W. se casa con la hermana de Eli Sunday y decide abandonar a su padre para perseguir su propia carrera independiente, lo cual es considerado una traición por este y da lugar a una de las escenas mas puramente hija de putas de Daniel: el momento en que lo rechaza de plano, la revelación de que H.W. no es su hijo. Esta revelación es, al menos para mi, ambigua, ya que no tenemos confirmación de otro personaje mas que de Daniel de este dato. Pero sin embargo cumple su función simbólica: Daniel cortando su último lazo con la raza humana, su posibilidad de redención, despreciando al que es, para todos los usos, su hijo en términos de cariño y en términos de aquello en lo que se ha convertido (o ha sido moldeado por Daniel). H.W. también “crece” mas allá de las creencias de Daniel y su casamiento y actitud con respecto a su padre y su negocio parecería denotar dos cosas: por un lado, que hay otro camino, hecho con los mejores pedazos de las visiones contrapuestas de los dos personajes principales y que H.W. lo ha elegido. Por otro lado, que la única manera para que un hijo sea su propia persona es rechazando a su padre, que la posibilidad de redención de Daniel es ficticia, porque su absoluta negación de su hijo pavimenta el camino para la liberación de este y para SU liberación, de las cadenas de la familia.
Y ahora, volviendo al punto del principio y luego de haber examinado ejemplo tras ejemplo de la maldad de Daniel Plainview, ¿porque aún veo en él un personaje al que no puedo odiar completamente?. Creo que es porque, en el fondo, «There Will Be Blood» es una historia sobre los logros del ser humano, sobre la locura de un hombre que se entrelaza con la locura de un sistema económico y sobre los límites a los que uno puede llegar y traspasar para cumplir con sus objetivos y con sus sueños (hey, que el sueño de Plainview sea desagradable para la mayoría de nosotros no lo invalida como aquello que, quizás, lo haga feliz). Es una película sobre el triunfo de la voluntad, pero desprovista de cualquier mensaje moralizante o elevador. El triunfo de Plainview es el asesinato, la destrucción de su enemigo y la creación de un ambiente que le permite realizar esto sin preocupación de ser juzgado. Es una película que nos dice que detrás de nuestros intentos de darle sentido al mundo o encontrar satisfacción en nuestras vidas siempre repta algo oscuro, un egoísmo y una maldad que se encuentran en el alma de todos los hombres.
Es una película sobre la realización personal de un hombre como descenso a los infiernos. Su deseo de éxito, sus búsqueda desenfrenada de un lugar propio en el mundo, paradójicamente vuelven a Daniel Plainview muy cercano a la mayoría de nosotros, lo confirman como un hombre. Y eso es terrorífico e hipnotizante de ver y convierte a “There Will Be Blood” en nuestro espejo oscuro y en una obra maestra.







