Atrapados En La Catedral Del Yo

Una reflexión sobre The Wicked + The Divine, Kieron Gillen y Jamie McKelvie, Art Brut, los blogs y la noción de carrera.


El último gran comic que leí fue The Wicked + The Divine de Kieron Gillen y Jamie McKelvie. The Wicked + The Divine tiene un concepto que es a la vez sencillo y complejo: cada 90 años un grupo de 12 personas jóvenes (adolescentes y veinteañeros) son elegidos para convertirse en la reencarnación de dioses con poderes fabulosos y ser adorados por la humanidad por su carisma y sus habilidades. Los privilegiados, sin embargo, tienen solo dos años para vivir antes de “quemarse en vez de apagarse lentamente”.

Lo que en una primera observación parece un comic de superhéroes, o filo-superheroico, con poderes y trajes icónicos (¿dónde hay plata, viejo Gómez, para un proyecto de investigación que cruce los estudios de moda con los estudios sobre historieta y reconstruya las elecciones, paletas, modelos y texturas presentes en el diseño de traje de superhéroes?) pronto se revela como algo muy diferente. Como un estudio sobre el costo de la creación, en primer lugar, sobre la música pop, en segundo, y sobre la celebridad, en tercero.

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2018: La Fiesta en el Ocaso del Mundo

¡Hola de nuevo amigues! ¿Cómo les ha tratado este año nefasto? ¿Ha sido tan estresante, angustiante y lleno de ansiedad como fue para la mayoría de les argentines? Espero que no.

Una vez más nos reunimos alrededor del fuego para el ritual anual que significa este compilado. Y resulta que este año es el primer año, en mucho tiempo, en donde no escribí nada sobre música. O casi nada. Se siente un poco raro, pero a la vez siento que quizás es la consecuencia de no tener tanto para decir. Escribir sobre música es difícil. Es difícil para aquelles de nosotres que no tenemos conocimiento musical extendido, por lo cual siempre intentamos recurrir a una narrativa: ya sea apoyándonos en la letra, o en la historia del género y lo que ese disco o artista puntual representa dentro del mismo, o en la biografía y obra previa del artista.

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2017: Qué Decirte, Amiga

(La «tapa» del compilado de este año es una ilustración de Farel Dalrymple)

Es difícil despedir y hacer un balance de un año como el 2017. En lo personal, fue un año muy bueno, y es por eso también que elegí la imagen de arriba como tapa del compilado. En primer lugar, porque fue el año en que me casé. Nada mejor que un robot ofreciendo un corazón a una parejita para ilustrar un acto y un momento que durante mucho tiempo pensé era innecesario pero que demostró ser el punto alto de esta circunvalación terrestre.

Es algo raro casarse porque es un estrés enorme, un ocuparse gigantesco, pero a la vez también funciona un como un rayo láser de amor (cuando uno se casa enamorado, por supuesto, no nos vamos a poner a debatir acá las limitaciones de una institución que cruje) que te levanta, te da un montón de energía, es uno de los subidones naturales más gigantescos que conozco, simplemente porque sirve para recordar que uno está rodeado de gente que lo quiere. Y eso no es poca cosa en estos tiempos.

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Prole Art Techno

  1. The Fall – Hit The North Part 1 (1987)

Todos sabemos la importancia que tiene el Norte de Inglaterra en el imaginario de Mark E. Smith y The Fall, lugar de origen, contracapital de las islas, depósito de toda la magia pagana, domicilio de goblins y espectros y aparecidos. El Norte es una especie de oscura marisma industrial donde se levantan, derruidos, los palacios de la aristocracia del metal y el acero, habitados por ciudadanos pegajosos de algún submundo. También, sabemos, que entre finales de los 80 y mitades de los 90, The Fall se puso un poco techno y un poco pop. La idea de esta nota es trazar esa subtrama del sonido The Fall y preguntarnos que significa que un intelectual proletario enojado como MES haya tenido y tenga esa fascinación con los sonidos electrónicos, generalmente asociados más directamente a una sofisticación y un lujo burgués (aunque se puede, también, trazar una genealogía del synth pop como una forma de libertad para las clases trabajadoras que hereda la dicotomía trabajo/fin de semana, explotación/fiesta presente en el funk y el disco).

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Feliz Cumpleaños

Hoy El Baile Moderno cumple 10 años. Creo que es “la cosa” que más ha durado en mi vida, descartando algunas amistades de esas que son para siempre. Han pasado una barbaridad de cosas desde que con Ezequiel y Dario, con quienes nos conocíamos de leernos mutuamente, chatear por Google Talk y encontrarnos en alguna ocasión en Buenos Aires y Montevideo, decidimos que era mejor, antes que continuar con nuestros blogs individuales que cubrían más o menos el mismo espectro, agarrar y arrancar un blog colectivo. Estábamos inspirados, probablemente, en Fluxblog, Metafilter (como idea), Fuck You Tiger y Contra Las Cuerdas (como ideales acerca de cómo queríamos escribir) y en un blog colectivo de tres vaguitos cuyo nombre ahora no puedo recordar, pero si recuerdo un post muy particular en el cual contaban que, con el dinero que los lectores les habían donado, se habían ido a cenar afuera.

Era la época de los mp3 blogs, cuando de pronto internet tenía algunas opciones de hosting y una mayor capacidad, gracias a la banda ancha, y la idea de tener un blog puramente escrito, con ensayos largos y polémicas interminables en los comentarios, parecía estar pasando de moda. El gran estallido de los blogs rioplatenses se había extendido desde el 2003 hasta el 2007 y ya parecía estar por morir (que ingenuos éramos, cuan poco sabíamos de la sobrevida eterna que puede tener un formato y de sus retornos periódicos ligeramente convertido en otra cosa).

Tuvimos varias etapas: una primera en blogspot donde posteábamos casi todos los días y lo utilizábamos como agregador de links, de cosas curiosas de la internet, salpicado con posts más largos donde hablábamos de canciones, comics, películas, viajes, etc. Comenzamos a hacer entrevistas, también, y descubrimos que podíamos hacerles preguntas a algunos de nuestros ídolos y tenerlas aquí. Todavía recuerdo lo entusiasmados que estábamos cuando Momus aceptó contestarnos algunas preguntas y luego mandó una entrevista larguísima y hermosa, una de las mejores que tuvimos. Después incorporamos a Esteban, a quién veníamos leyendo en Coliflores Secas. Fue la única incorporación de largo plazo al blog que funcionó. En un momento, agotados (circa… 2010?), invitamos a un montón de gente variada con la intención de transformarlo en algo así como una revista (fuimos visionarios: casi todas las “revistas virtuales” de hoy en día son blogs colectivos disfrazados) pero no funcionó. Con suerte esos invitados escribieron un post y luego desaparecieron en las brumas de la historia.

Dario fue dejando de escribir progresivamente. Pasamos a WordPress con un .com y eso nos revigorizó por un tiempo. Todavía recuerdo el laburo que fue ponerlo a punto, pasar los posts, reencontrar imágenes que se habían perdido en las catacumbas de internet, lo lindo que nos parecía el diseño, que por falta de tiempo terminó siendo el diseño que continúa hasta el día de hoy. Ahí el blog se convirtió en una cosa más ensayística (quizás por mi influencia y caudal de producción) y menos espontánea. Ya existían otras páginas que agregaban links más rápido y mejor. Yo, que siempre había sido afecto a las listas y las categorías (como dice mi novia y futura esposa: “todo tiene que estar ordenado en una cajita, en una bolsita, en un cajoncito, todo etiquetadito”) comencé a armar compilados de fin de año (una vez más, la influencia de Fluxblog) que finalmente han terminado siendo una de las raisons d’être de El Baile Moderno.

En el medio pasaron pila de cosas: yo me recibí, me mudé a Buenos Aires, comencé un doctorado, descubrí que me encantaba la investigación, escribí en diversos medios, terminé un doctorado, conocí, gané y perdí gente. Ezequiel se metió cada día más en la música, se convirtió en un productor extraordinario, laburó con bocha de bandas, a la vez que crecía su caudal de laburo como diseñador y programador (“entre el back end y el front end” como me explicó alguna vez sin que termine de entender del todo). Dario se enseñó a sí mismo a programar y laburó cada vez mejor, se convirtió al hip hop y nos convirtió por añadidura, comenzó a leer e informarse sobre feminismo, se volvió un experto del Medio Este, África y Asia y, a pesar de que no escribe, sigue siendo una de las personas más fascinantes con las cuales hablar. Esteban terminó su carrera, entró en la carrera diplomática, armó una banda y un sello, sacó un disco, organizó festivales, hizo una maestría, viajó por el mundo. Seguimos siendo amigos, a pesar de que solo estuvimos los cuatro juntos en una ocasión, en el 2013, para un Festilaptra.

Vimos como la ecología de internet cambiaba, cuando arrancamos solo existía MySpace y Fotolog, vimos el ascenso de las redes sociales, como Twitter se volvía el espacio privilegiado del discurso y luego un lugar un poco infecto, intenso y agotador del cual sin embargo no podemos huir. Como Facebook se convertía en esa inmensa copia virtual de la vida donde están nuestros padres posteando memes. Como los jóvenes dejaban de bajar mp3s y comenzaban a armar listas en Spotify. Nuestros gustos musicales evolucionaron, o se asentaron en más o menos lo que nos gustaba al principio, pero más refinado. Si uno hace arqueología del blog, puede observar todo esto.

Como era de esperarse, a medida que nos íbamos volviendo “adultos” cada vez tuvimos menos tiempo para dedicarle a este blog a tiempo completo. Sin embargo, sigue estando aquí. Hace un par de semanas Tegan O’Neil, quién supo ser Tim O’Neil, una de las críticas de historieta que yo ya leía cuando este blog arrancó, subió un post que forma parte de una serie que está escribiendo desde octubre del año pasado y que trata, entre otras cosas, sobre su transición a ser mujer, la depresión, la bipolaridad, los errores que cometemos en la vida y la esperanza que siente ahora. En él explicaba, entre todas las cosas, su relación con su blog, como un blog puede volverse parte de tu vida de una manera tan inextrincable como tus discos favoritos y las películas que te marcaron y la gente que te acompañó y te enseñó y te contuvo. Decía: este blog es un hogar. Cuando lo leí no pude evitar que se me llenen los ojos de lágrimas. Creo que dice todo esto que estuve escribiendo aquí (y todo lo que significa para mí El Baile Moderno) de una manera mucho mejor de lo que puedo decirlo yo:

Así que aquí estamos. No hemos preparado nada, no hay ninguna fiesta “El Baile Moderno Cumple 10 Años” (ese fue otro proyecto que tuvimos, hacer fiestas del blog, el cual, junto con la idea de armar una publicación en papel de nuestros posts y un podcast, nunca prosperó). Pero seguimos estando aquí, de alguna manera, y lo vamos a seguir estando.

Y en esta ocasión, me gustaría preguntarles a ustedes, a los pocos o muchos que todavía están ahí afuera, leyendo a pesar de que posteemos con miles de meses de diferencia: ¿Cómo nos conocieron? ¿Qué cosas les hicimos descubrir? ¿Cuál es su post favorito? ¿Cuándo nos dejaron de leer, cuando volvieron (si es que volvieron)? ¿Qué etapa les gusta más? ¿Qué recuerdos tienen asociados a El Baile Moderno? ¿Se podrán revivir los comentarios para conmemorar esta fecha?

Solo les podemos decir: gracias por leernos. Somos un blog que nunca hizo un peso, que fue sostenido por el entusiasmo, que jamás, por decisión o casualidad, pegó el salto a ser otra cosa. Al final creo que estamos cómodos siendo esto.

Han sido 10 años maravillosos. Los abrazo a todos.