Women of the world, take over
because if not the world will come to an end
and it won’t take long.

Jim O’ Rourke – 110 to 220 / Women of the World

Hay un pequeño grupo de álbumes que amo incondicionalmente , y son bastante distintos a cierto canon musical que es de mi preferencia. Ya he nombrado a dos de ellos muchas veces en el blog, porque van años que los escucho y me siguen pareciendo increíbles : Laughing Stock y Spirit of Eden de Talk Talk, y el Dreams del Otomo Yoshihide New Jazz Ensemble. El Eureka, de Jim O’ Rourke, donde se encuentra este tema, también tiene las mismas cualidades y podría entrar en este pequeño grupo de discos que, cuando estoy en el ánimo correcto me atrevo a decir que es mi música favorita del mundo y que es la música que me encantaría hacer cuando sea más viejo e inteligente.

Hay varios elementos que estos discos tienen en común. En primer lugar, son bastante ajenos a movidas concretas, quizás la única a la que tocan es la de la música avant-garde y vanguardista de los 90s. Pero en si son mojones extraños en la discografía de cada artista. Otomo Yoshihide es más famoso por sus ataques de noise ultraviolento, Talk Talk por sus hits de technopop de los 80s, y O’ Rourke tambien como productor, músico, colaborador y multifacético indie en general. En segundo lugar, todos los discos están armados por un cerebro principal pero al mismo tiempo con muchos y muy hábiles músico sel compositor y los ejecutantes. De aquí podemos ir al tercer elemento y es que todos estos discos estan tocados casi exclusivamente por sesionistas virtuosos y el sonido de los discos es perfecto y atemporal, mayoritariamente acústico y sin vicios sonoros de ningun periodo específico.

El cuarto y último punto es el más importante, y es el clima y ánimo general que tienen. Todos estos discos en cierta forma tienen cierto tono espiritual que me parece increíble. Seguramente yo este lo más lejos posible de ser una persona religiosa, pero esta cualidad – la espiritualidad – es algo que le tengo un valor incalculable en lo que escucho. No se bien que sera, quizás la elección de timbres, el uso intenso de la repetición y el mantra, la cadencia pacífica. Excepto Mark Hollis (de Talk Talk), desconozco y dudo de los intereses religiosos de los otros proyectos.
El resto de las cosas me cuesta explicarlas con palabras. Son discos amenos, serenos, en particular el Eureka de O’ Rourke es excelente para esta etapa del año calurosa. Pueden descargarlo en nuestro post de intercambio músical, junto con el Laughing Stock.
Sobre el tema elegí del disco, comparto lo que dijo mi amigo Pau de que es un tema que todo el mundo debería de escuchar. Y si, dura 9 minutos. Y su letra sea la que transcribí, y se repite una y otra y otra vez al infinito. Te hace sentir bien, y seguramente te haga un poquito mejor persona.


A veces la clasificación «música outsider» me parece un poco ridícula. Es como una especie de tacho de basura donde se tira todo lo que no se puede poner en ningún otro lado. Pero al mismo tiempo es una clasificación útil porque cuando a uno le hablan de un artista outsider se puede hacer una imagen de lo que le espera mucho más precisa y certera que con géneros mucho más definidos. Uno se imagina cosas como las que voy a comentar a continuación, así que aunque a veces me parezca un poco ridículo, voy a decir que todo esto que estuve escuchando últimamente y que van a tener el placer (o no) de escuchar ustedes también, es música outsider.

Florence Foster Jenkins – Die Fledermaus

Reciéntemente un amigo me hizo ver un video de jazz latino donde todos eran virtuosos de sus instrumentos y había solos de todo y comenté que me gustaría ver eso mismo pero tocado por gente que apenas supiera tocar y que era una lástima que, a diferencia de la música pop, en el jazz y la música clásica no había músicos verdaderamente amateurs. En seguida me acordé que había un caso así, el caso de la que posiblemente sea la peor cantante de ópera de la historia, Florence Foster Jenkins. Después de divorciarse de su marido y de heredar una buena cantidad de plata de su padre, Jenkins, con más de cuarenta años, decidió cumplir el sueño de su juventud que su familia había aplastado, dedicarse a la música. Se codeó con músicos, estudió canto, no aprendió nada y empezó a montar óperas sin poder cantar absolutamente nada. Apenas tenía sentido del tempo, perdía el ritmo, desafinaba todo el tiempo y no podía mantener una sola nota, aún así estaba convencida de que era buena y sus shows se volvían tan divertidos para la gente que tenían éxito y respuestas favorables de todo el mundo, lo que sumaba a su idea de que realmente era buena. Escucharla es divertido, no tanto porque uno puede reírse de que cante mal (el chiste se acabaría rápido), sino porque su amateurismo y su desprolijidad genera una frescura que jamás sentí escuchando ópera (de hecho, no soporto la ópera).

Eilert Pilarm – Love Me Tender
Escuchar a un imitador de Elvis no suena como algo interesante, pero cuando el imitador es un finlandés que no se parece en nada a Elvis en ningún aspecto, no sabe cantar en lo más mínimo, no puede cantar en inglés y todas las canciones le salen raras las cosas toman otro color. La mayor parte del tiempo ni siquiera parece un imitador de Elvis sino la grabación de un borracho que no sabe inglés cantando cantando karaoke. Pero con Pilarm pasa lo mismo que con Jenkins, se nota que no es un tarado tratando de ser gracioso o una parodia sino que se lo toma totalmente en serio y eso es lo que lo hace digno de ser escuchado.

Wesley Willis – Rock and Roll MacDonald’s
Al contrario que pasa con otra gente como Daniel Johnston, en la música de Willis se nota claramente su enfermedad y cuando uno lo escucha es fácil pensar que solo un esquizofrénico podría haber grabado eso. La mayoría de las canciones son casi iguales y se tratan en gran parte de él hablando o repitiendo el nombre de la canción. Aún así son bastante divertidas y escuchar un disco entero es toda una experiencia porque es diferente a todo y después de un rato uno piensa que va a terminar volviéndose esquizofrénico también. Hasta su muerte en 2003 Willis consiguió un culto bastante considerable, grabó cientos de canciones, tocó muchos shows en vivo y pegó muchísimos cabezazos a su público. Esta canción es posiblemente la más clásica y conocido de un repertorio y una de las mejores y más divertidas.

Wild Man Fischer – Merry-Go-Round
Wild Man Fischer – Jennifer Jones
Esto es para mí lo más interesante del post y mientras los otros podrían ser escuchados por más de uno con ironía o como nada más que curiosidades, Larry «Wild Man» Fischer no se presta a eso. A Fischer, como a las Shaggs, lo conocemos gracias a Zappa que lo descubrió en los 70s por las calles de Los Angeles donde cantaba canciones a cambio de 10 centavos desde que había salido diagnosticado con esquizofrenia y desorden bipolar del psiquiátrico al que lo había confinado su madre después de haber sido expulsado del colegio por cantar y de haber atacado a su madre y un largo etcétera. Zappa le produjo su primer disco, An Evening with Wild Man Fischer, un disco doble donde están incluidos estos dos temas. Es un disco fragmentado que se escucha como un solo tema o como un solo viaje a través de la mente de Fischer, narrado en su estilo único de cantar a los gritos, con canciones increibles de un minuto seguidas de Fischer explicándolas o contando historias o de grabaciones de él en la calle cantando y conversando o cantando The Merry-Go-Round una vez más. Los artistas únicos como Fischer hacen cosas únicas como este disco y en el medio de todo el griterío y el salvajismo hay canciones fantásticas, temas gancheros y momentos de belleza intensa como el estribillo de «Jennifer Jones», todo teñido de ese tipo de inocencia que solo se encuentra en este tipo de artistas.


Skeletal Lamping


Tenía miedo del nuevo de of Montreal. Me pasa siempre que está por salir el disco nuevo de una banda que me gusta mucho y podría ser una decepción absoluta. El adelanto que había escuchado («Nonpareil of Favor», el primer tema) no me había cerrado en las primeras escuchas y ya estaba esperando lo peor. No se imaginan lo contento que estoy de poder decir que mis miedos fueron infundados.

Este es el disco más alejado del pop que hacían en su primer etapa y el menos cancionero. El sonido del disco está anclado alrededor de lo que ya se veía en los temas con más groove de la segunda mitad de Hissing Fauna y hay algún tema que es directamente soul, deforme, pero soul al fin. Si el anterior narraba la transformación de Kevin Barnes en su alterego Georgie Fruit, en este disco el alterego tomó totalmente el control.

Los temas son difusos, parecen compuestos de fragmentos apilados uno encima del otro más que como canciones, muchos no tienen estribillos, entre bajos densos y falsetes se deshacen y se rearman y de repente son otro tema. El disco entero funciona muy bien como una unidad, como una sola pieza dividida en partes.

Todo esto lo convierte en el disco más hermético de la banda. Me tomó tres o cuatro escuchas empezar a entender por donde iba y poder ordenarlo mentalmente y varias más para que realmente me encantara. Esto, no entender algo a la primera vez, tener que hacer un esfuerzo, encontrarme con algo que no viene predigerido para que la prensa se lo de de comer en la boca al público, es algo que hacía mucho que no me pasaba con un disco «indie», más o menos desde el anterior de of Montreal, y me hace sentir tan bien.

Vuelvo a sostener que of Montreal es la única banda que muestra una posible alternativa al aburrimiento generalizado del indie. Es una banda única en este momento. Es una banda que a la mitad de su carrera cambió totalmente de sonido, les funcionó y siguieron evolucionando por ese camino hasta sacar los dos mejores discos de su carrera (sí, creo que este es el mejor después del Hissing Fauna) mostrando una inquietud creativa inusitada en el ámbito de la música pop actual. Especialmente en una banda que es capaz de sacar discos como estos y al mismo tiempo sigue siendo atractiva para el tipo de chico indie que lee (o escribe en) Pitchfork. Estoy esperando a ver la reseña de Pitchfork y demás. Con el Hissing Fauna siempre tuve la impresión de que hablaban bien por compromiso y por lo que la gente estaba hablando del disco, pero que apenas podían disimular el desinterés y remarcaban en las reseñas que se podía ver con esfuerzo al viejo Barnes detrás del glam, el soul y la teatralidad. Mientras tanto of Montreal es algo así como la luz al final del tunel del indie y este disco (p)optimista, alegre, divertido, carente de sensiblería más no de sensibilidad, lleno de glam, brillo, sexo y soul podría ser (va a ser) lo mejor que le va a pasar al pop este año.