Hace un tiempo quedé bastante impresionado después de ver este show en vivo de YACHT (posteado en Fluxtumblr). Por un lado me impresiona cuán fácilmente llegué a aceptar este formato de show que hace unos años me producía bastante desconfianza. Y también me impresiona lo divertido que es, lo vivaces que son Jona y Claire arriba del escenario, cuanto parecen divertirse y como lo transmiten, su showmanship. Y viéndolo me doy cuenta que me gustaría que todas las bandas, que todos los shows, fueran más así. No, no quiero que todas las bandas suenen como YACHT. Pero sí quisiera que todas tuvieran un poco más de ese entusiasmo, esas ganas de que el público se entretenga, esa idea del show como fiesta. Allá afuera todavía hay gente que toca sentada, ¡y te cobra para verlos! Piensen cuanto podrían aprender de YACHT. (Por cierto, miren el show en la página que el embed este por alguna razón solo me muestra un tema)


Las películas de la década según la gente que hace las listas

Una lista, por más pretensiones de objetividad que tenga, dice más del que lista que de lo listado. Y una gran lista de todas las listas de «Las mejores películas de la década» debe decir mucho del panorama de la gente que hace (y la que lee) listas aunque diga muy poco sobre el del cine. Y Slate justamente está haciendo eso, un promedio de las listas que se están editando.

Lógicamente las listas son de medios ingleses y estadounidenses y el resultado obvio es que la cima de todas está dominada por películas que vienen de Hollywood o hablan su idioma. En casi todas las listas las películas extranjeras están distribuidas igual, amontonándose en el fondo y escaseando en la cima. E incluso en algunos casos esas pocas que están en la cima son cosas como Amelie o Ciudad de Dios o Slumdog Millonaire, que sin importar donde se hayan filmado, son hollywoodenses. En este contexto las películas extranjeras parecen incluídas por obligación, para mostrar una amplitud que no existe. ¿Qué sentido tiene incluir In The Mood for Love, El viaje de Chihiro, Mooladeé o Werckmeister Harmonies si vas a decir que no son tan buenas como Eternal Sunshine of the Spotless Mind o Memento? Ni siquiera el cine norteamericano más alejado de Hollywood tiene un lugar. Películas fundamentales como Los Angeles Plays Itself o Funny Ha Ha brillan por su ausencia pero Lost in Translation está como en cinco listas. Los documentales, los cortos, el cine experimental, la animación (salvo Pixar y Chihiro), todos están excluídos de las listas.

Por supuesto que no espero nada diferente. Sería ridículo. Todos sabemos que ningún diario va a elegir como la película de la década algún corto austríaco hecho con metraje encontrado o un documental sobre una carretera londinense. Claro que no, todavía tienen un público al que tienen que hablarle de cosas que relativamente entiendan, no es un lugar para tomar riesgos. Pero estaba pensando en lo mismo que Ezequiel en el post anterior y me shockea la homogeneidad. No estoy seguro de a qué voy, y no estoy seguro de que tenga algo para decir, pero sigue siendo deprimente ver estas cosas y me llena de interrogantes. ¿Hasta cuándo vamos a seguir consumiendo exactamente la misma cultura proveniente de pozos en los que ya no queda agua como Hollywood? ¿La crítica no debería precisamente estar buscando la forma de solucionar eso en vez de tratar de convencernos de que todavía hay agua? ¿Por qué en la era de la supuesta democratización que representa internet este tipo de listas son lo único que nos sigue llegando, lo único que vemos en todos lados? ¿De qué sirve que todo el mundo pueda tener su propia voz cuando todos tienen lo mismo para decir? Internet entonces deja de parecer una herramienta de democratización para revelarse como otra instancia de un proceso de homogeneización cultural eterno. Todo pueden seguir consumiendo lo mismo pero ahora con la impresión de que eligen hacerlo, de que hay un cierto gesto de libertad en ello. Mientras tanto solo nos queda esperar que Avatar no esté en la cima de todas las listas en el 2020 (y no, no vi Avatar, y no la voy a ver, cuestión de principios).


Shore Leave

Tom Waits – Shore Leave

¿Los marineros tienen un lugar tan claro en nuestro imaginario popular o simplemente Tom Waits es demasiado bueno evocando imágenes? Porque pocas canciones me hacen imaginarme una imagen tan clara como ésta. Un marinero perdiéndose en la noche de una zona portuaria con el anonimato que le otorga ser por solo un par de días una cara más que nadie va a recordar en un algún punto indeterminado del sudeste asiático, matando el tiempo, tratando de ocultar la angustia con excesos, pero que a pesar de todo no puede evitar pensar en su casa y en la mujer que dejó allá.

Tal vez el mayor mérito de la canción no sea la claridad de la imagen sino la economía de recursos con la que la logra, lo redonda que es la letra, que no tenga ni una línea de más. Y que la canción suene exactamente como esas imágenes. Y el contraste en como Waits termina aullando toda la desesperación contenida en la primer parte de la canción, repitiendo el nombre, diciendo en dos palabras lo mismo que dice todo el resto, «shore leave…»

Well with buck shot eyes and a purple heart
I rolled down the national stroll
and with a big fat paycheck
strapped to my hip sack
and a shore leave wristwatch underneath
my sleeve
in a Hong Kong drizzle on Cuban heels
I rowed down the gutter to the Blood Bank
and I’d left all my papers on the Ticonderoga
and was in a bad need of a shave
and so I slopped at the corner on cold chow mein
and shot billards with a midget
until the rain stopped
and I bought a long sleeved shirt
with horses on the front
and some gum and a lighter and a knife
and a new deck of cards (with girls on the back)
and I sat down and wrote a letter to my wife

and I said Baby, I’m so far away from home
and I miss my Baby so
I can’t make it by myself
I love you so

Well I was pacing myself
trying to make it all last
squeezing all the life
out of a lousy two day pass
and I had a cold one at the Dragon
with some Filipino floor show
and talked baseball with a lieutenant
over a Singapore sling
and I wondered how the same moon outside
over this Chinatown fair
could look down on Illinois
and find you there
and you know I love you Baby

and I’m so far away from home
and I miss my Baby so
I can’t make it by myself
I love you so

Shore Leave…
Shore Leave…


1- Es raro que no se haya escrito más sobre Rocket or Chiritori. Es una de esas cosas que les encantan a los periodistas porque ya vienen con un paquete de detalles que les permiten llenar líneas sin agregar nada. Puedo imaginármelos repitiendo ad infinitum y sobrevalorando sus particularidades extramusicales, o sea, que es el proyecto de una chica japonesa, Satoko Shibahara, que grabó sus dos discos más o menos a los 17 años antes de dejar la música para concentrarse en el estudio.

2- El problema es que Rocket or Chiritori fue apenas un destello en la escena japonesa de finales de los 90s que no llegó a brillar lo suficientemente fuerte por encima de la luces de la por entonces efervescente escena de Shibuya. Apenas un puñado de singles y EP’s y ya había desaparecido antes de que alguien lo notara.

3- Aún si alguien lo hubiera notado la verdad es que no era un producto fácil de vender y apto para todo público como el que salía de la escena bautizada por el barrio más hip de Tokyo. Lo de Satoko era el pop kawaii pero de la forma más amateur y lo-fi posible, una estética D.I.Y. posiblemente heredada del under norteamericano.

4- Los dos discos, que suman entre ambos menos de una hora de duración, son hermosos.Un pop dulce y melancólico que se deja adivinar entre las capas de textura y significados que aportan el tape hiss, el mal sonido y la despreocupación ante la desprolijidad. Las melodías son como el núcleo solido de algo más grande, formado de la suma de un montón de factores que hacen que sea tan particular, que suene inmediatamente reconocible y extrañamente único.


The Wave Pictures – Chinese Takeaway

No es que tenga mucho para decir de esta canción en particular, pero soy el único acá que no escribió nada sobre la Banda del Año 2009 de El Baile Moderno (aunque nadie dijo una palabra del disco de este año). Este tema es el primero del primer disco que escuché después del Instant Coffee Baby, lo que significa que lo primero que pensé cuando sonó esa batería cavernícola es en lo mal y lo crudo que suena. La sorpresa duró hasta que el estribillo la reemplazó con el tipo de alegría que no necesito explicarle a nadie que suela cantar a los gritos mientras escucha música. Todavía me causa gracia ese estribillo y cada vez que lo escucho me hace imaginarme en que situaciones alguien podría gritarle a otro «I like my girlfriend better than your girlfriend».

(En realidad yo tenía más ganas de escribir sobre «A Long Way Away From Me» pero Amadeo me ganó de mano.)