Beasts es un proyecto de Fantagraphics, un libro en el que les piden a diversos artistas que dibujen su monstruo favorito. Hay cosas magníficas como un Leviathan por Tony Millionaire y un Peg Powler (supongo que es una especie de hada inglesa que se come niños) por Jaime Hernandez. La imagen de arriba es un Jersey Devil por Kim Deitch. Vayan, miren!.
Critica de Discos Escuchados Por Encima en la Casa De Amigos (01). Darkel – Darkel

La primera vez que escuché este disco, del cual ya sabia que era el disco solista de uno de los muchachos de Air, (algo que me predispuso de manera negativa, ya que “Talkie Walkie” me decepcionó) me pareció bastante aburrido y descoyuntado.
De ese momento conservo dos recuerdos confusos: escucharlo en casa de mi novia mientras leía y ella chateaba o escucharlo en mi casa mientras buscaba una canción para rellenar un compilado destinado a pasar música esa noche. En el primer caso, no es sorprendente que me haya parecido aburrido: a duras penas logro escuchar algo en el subwoofer que ella tiene en su pieza. En el segundo caso, es comprensible entonces que me haya parecido incoherente o deshilachado, ya que, conociéndome, escuchaba los primeros 10 segundos, los 20 segundos del medio y los últimos 5 de cada canción, esperando encontrar algún gancho. De cualquier modo, un rápido chequeo en mi disco duro y mis back ups no demuestra evidencia alguna de que habitó mi computadora
Hoy tuve el placer de volver a encontrarme con esta porción de cultura contemporánea, en la casa de mi amigo Mats, quien recientemente abandono su trabajo en la filmación de una película. Tucumán es como Toronto o Vancouver, donde filman todas las series norteamericanas.
El tema es que lo comenzamos a escuchar y al principio me gustó tan poco como el último disco de Air (“Pocket Symphony”), que es soporífero. Pero luego comencé a encontrarme con canciones que me recordaban a cosas del “Moon Safari” o, aun mejor, el “10.000 Hz Legend”. Una en particular, promediando la escucha, me trajo reminiscencias de “Radio #1”, lo cual fue muy bueno dado que creo que es una de las mejores cosas que hicieron. No recuerdo el nombre de ninguna canción, lamentablemente. Pero pareciera que tiene tres o cuatro que valen la pena y quizás me lo baje. Lo que recuerdo es que eran mas electrónicas, alguna con un tono “Kelly Watch The Stars” que me parecieron sobremanera pegajosas y agradables.
También es destacable la ultima, la típica “canción lenta, repetitiva y soñadora que cierra”. Me gustó, era hipnótica y nostálgica de una buena manera. Aunque un tanto larga.
En total, 6/10.
Comic Books Are Turning Our Children Into Lousy Capitalists!
Digámoslo mal y pronto: en el último mes, los dos acontecimientos que han sacudido al comic norteamericano han sido políticos en naturaleza. Estamos hablando, claramente, de La Muerte Del Capitán América (porque así le gusta a Marvel que lo digamos, con énfasis y mayúsculas, después de todo es un COMIC SERIO!) y del estreno de “300”.
Ahora bien, obviamente son fenómenos de naturaleza distinta. La muerte del Capi es un evento / historia difícil de encarar: por un lado la manera en que Ed Brubaker, el guionista del Capitán, logro encajar este golpe bajo en la historia que venia contando es admirable y demuestra que al menos el tipo que esta al frente de todo esto es un escritor con talento y que tiene cierto plan en la cabeza. Por otro lado, todo el revuelo mediático y la atención que ha depositado Marvel en ella la vuelve un evento que produce cierto escozor y rechazo. ¿Por qué? En primer lugar, porque es muy difícil que no veamos al Capi volver entre los vivos en los próximos años. Si hay algo en lo que los comics de superhéroes no se destacan, es en las consecuencias duraderas de la muerte. Y mucho menos de un personaje tan importante como el Capitán. La insistencia de Marvel para que creamos que esta muerte es definitiva e importante es irritante porque nos piden que desechemos todo nuestro conocimiento del género y sus reglas. Las reglas pueden ser malas o podemos no estar de acuerdo con ellas pero cualquier lector medianamente regular de comics de superhéroes sabe que la posibilidad de que un personaje retorne de la muerte es directamente proporcional a su popularidad. Y estamos hablando del condenado Capitán América, por dios!.
De cualquier modo, la estrategia de Marvel esta muy a tono con su discurso publico en los últimos años, en el cual afirman cosas que luego son negadas de una manera categórica (a los pocos meses) con una expresión de indignación y la frase “nosotros NUNCA dijimos eso”. Básicamente, nos toman por idiotas.
Pero, por otro lado, produce un cierto rechazo porque, a raíz del revuelo generado en los medios “serios”, Marvel nos quiere vender este sucio acontecimiento como una parábola política en la cual el Capitán es un especie de abanderado de las libertades individuales, cuyo asesinato es una consecuencia de su postura libertaria (aunque el autor intelectual sea un ex científico nazi con el cráneo deformado, rojo y a la vista). Y, en general, los comics de superhéroes nunca han sido buenos en el tema de las metáforas políticas. En general la política se revela problemática, demasiado sutil, apegada a los grises y los tonos intermedios, a la hora de transferirla con cierta fidelidad a los códigos y las improbabilidades del genero, causando que esta sea o aguada y simplificada para que funcione en un mundo donde los tipos vuelan en calzas o que el mensaje político se vuelva demasiado pesado y todo termine como una lección en solemnidad y aburrimiento.
El caso de 300 ilustra lo opuesto: la lectura obligadamente ideológica de un comic de la forma más superficial posible. Las tesis son dos: en primer lugar, que es un comic pro-imperialismo norteamericano, con su fábula de un rey belicoso de occidente contra un imperio oriental; en segundo lugar que los espartanos son presentados como heterosexuales contra los homosexuales persas.
Este tipo de lecturas son las que yo llamo “la epidemia Mattelart”. Recordemos: en los años 60 y 70, cuando lo que hoy se llaman “estudios culturales” estaban en su infancia y no se podía ni soñar con estudiar los comics desde una perspectiva académica, las primeras salvas las dispararon dos libros cuya influencia nefasta dictaminó la manera en que se iban a analizar los comics durante años (en especial en Latinoamérica): uno es el conocidísimo “Apocalípticos e Integrados” de Eco, con su lectura de Superman como icono del status quo y el otro es el un tanto menos conocido “Para Leer Al Pato Donald” de Armand Mattelart y Ariel Dorfman, que intentaba descubrir en el palmípedo los tentáculos de la dominación imperialista (existió un tercero, mucho mas interesante y con una visión de los comics menos prejuiciosa: “La historieta en el mundo moderno” de Oscar Masotta, pero como suele pasar en estos casos, es la línea a la que menos pelota se le dio).
Durante años su estela iba a impregnar la manera en que se analizaba a los comics y productos culturales norteamericanos: de la manera mas ideológicamente reduccionista posible, sin tener en cuenta la lógica propia del medio y su funcionamiento interno, sus propias contradicciones e ignorando gran parte de su evolución posterior a 1970. La relación entre comics y política es muchísimo mas complicada que la simple “causa – efecto” y no se puede obviar la existencia de un lenguaje propio en los comics que adapta, rechaza y reestructura muchas de las influencias externas.
Y ese es el tipo de lectura craso que se le impone a “300”. Lectura que además deforma el significado del evento original y que impone una anulación tanto de los deseos del propio Miller al concebir su obra como de la distancia que existe desde el momento que fue publicada. Es cierto que en los últimos años (mas precisamente después del 9/11) Miller se esta volviendo una especie de derechista caricaturesco y salvaje y que sus trabajos adquieren un tinte cada vez mas en tono con el individualismo fascista y el militarismo norteamericano, pero “300” es una obra de un periodo anterior y responde mas a las obsesiones constantes del loco Miller que a una ideología explicita. Nuestro hombre siempre estuvo obsesionado con la masculinidad, con el honor, la violencia estilizada y el tono seco y duro de los pulps y “300” es una de las obras que mejor canaliza esas fijaciones. La anécdota ya es brillante, pero a Miller le interesa tan poco la precisión histórica como la propaganda. Lo que él busca es la aventura, el drama, la exageración de las pasiones hasta el absurdo. Al menos en esta etapa, es una especie de individualista romántico, al que le interesa Leonidas más porque iría hacia la muerte solo y NO porque puede guiar a 300 hombres a la muerte.
Y sobre la homosexualidad…bueno, en el comic es algo mas bien implícito o que denota un toque de exotismo en los orientales, pero, por favor!, la camaradería, orgullo viril y vestimenta de los espartanos es mucho mas homo erótica que la coloración o modales de los orientales!. Solo anotemos que la obsesión de Miller por lo macho se esta volviendo cada vez más una marca de estilo ineludible en sus obras, que lo hace risible y que por momentos remite a la imagen de “rugbista que se coge travestis”.
Bueno, en definitiva, la reproducción de lugares comunes, análisis prejuiciosos y visiones ridículamente simplificadas por gente que no entiende de lo que esta hablando también es una deformación profesional y no por eso impide vender diarios o libros y publicitarse como una gran eminencia en el campo de los estudios culturales.
The Lurker In The Dark.
Hará una semana vi “Zodiac” de David Fincher, después de mucho tiempo y muchas recomendaciones. La película, para hacerla corta, me pareció excelente. Es lo mejor que de Fincher, sin lugar a dudas. Los meritos de la película son varios, pero me parece que nos podemos concentrar en dos cosas: en primer lugar, en los personajes. Los 3 protagonistas son enormes personajes, muy bien delineados. Si bien a Donnie Darko se le va un poco la mano con los manierismos de tipo nervioso (cosa que a mí no me molestó tanto, creo que es en lo mejor en lo que actuó desde la película del conejo perturbador), los otros dos están excelentes. Obviamente no podíamos esperar menos del GRAN Robert Downey Jr., uno de esos actores únicos, como Christopher Walken, que transforman cualquier película en la que actúan. Automáticamente deja de ser “buena” o “mala” para pasar a ser “una película con Christopher Walken”. O con Robert Downey Jr.
La otra sorpresa es Mark Ruffalo, que logra un policía que al mismo tiempo parece una reminiscencia de aquellos duros vigilantes de los 70 (hasta lo comparan con Bullitt, por dios!) pero con enormes toques de humor y una buena dosis de autoconciencia. Combina afabilidad y detalles humanizantes con una plena conciencia de que en cualquier momento te puede partir un brazo.
Pero es el segundo elemento el más interesante y tiene que ver con la manera en que pinta al mal: como un agujero negro por el que los protagonistas se pierden. Lo mejor del film es que el mal no tiene cara, que las pistas se acumulan, formando pilas y pilas y pilas de papel inservible, incriminando a uno y a otro, pero jamás resolviéndose. La tesis, muy similar a la de “The Thing”, es que el mal es multiforme, que nos rodea, que podría ser cualquiera de nosotros y que la búsqueda de justicia es algo fútil en este mundo.
Al mismo tiempo, al centrarse en un caso sin solución, un asesino serial sin cara, la película lo eleva, lo transforma, volviéndolo el arquetipo del “cuco”, del “hombre de la bolsa”. El Zodiaco es casi sobrenatural, una presencia siempre ominosa pero nunca descubierta. Y hay un elemento que demuestra la genialidad de Fincher: el uso de la canción “Hurdy Gurdy Man” de Donovan al final de la película. A pesar de haberla escuchado miles de veces antes de ver “Zodiac”, hoy por hoy puedo decir con seguridad que me va a costar horrores no pensarla como un elemento fundamental de la película.
Porque funciona tan bien. “Hurdy Gurdy Man” es una canción hippie, completamente. Incluida en un disco compuesto por Donovan poco después de volver a la India (acompañado, entre otros, por los Beatles y Mike Love), como gran parte de la obra del pequeño escocés en los 60 es uno de esos himnos al amor, las flores, el pelo largo y todas esas boludeces.
Ahora bien, yo detesto al hippismo, pero con Donovan nunca tuve problemas. ¿Porque? Creo que es porque lo que para mi constituye la base de la música de Donovan tiene mas que ver con una tradición pastoral, infantil, de cuento de hadas inglés que con un verdadero apego al flower power (chequeen el sublime “H.M.S. Donovan”* para entender de lo que estoy hablando). Si bien es parte del zeitgeist, muy felizmente, yo siento que su música esta filtrada por una óptica literata y (a falta de mejor palabra) whimsical que lo emparenta más con gente como Lewis Carroll y J.M. Barrie que con, no se, Jefferson Airplane.
La genialidad de Finch reside en entender perfectamente esta aura y darla vuelta. Donde antes el Hurdy Gurdy Man era o un personaje de cuentos infantiles que trae caramelos y felicidad o un guru misterioso que trae ácido y felicidad (que es mas o menos lo mismo, si lo piensan), en el contexto de Zodiaco es El Cuco, el hombre malo que sale de la oscuridad y te dispara en el cuello con pistola y silenciador. Esa inversión que realiza Fincher es aun más terrorífica porque los asesinatos comienzan justo cuando el verano del amor estaba llegando a su fin. Y justamente en San Francisco. El Zodiaco también es un producto de los 60, el resabio, el aborto oscuro de una época que se suponía destinada a la gloria. Un virus mucho mejor adaptado al mundo que los sueños de amor libre y felicidad y que por lo tanto resiste en esa década de esperanzas destrozadas que son los 70.
Es la materia de la que están hechos nuestros sueños convertida en una cabeza dada vuelta, piernas tentaculares y ojos alienígenos saliendo del cuello. Y creo que el impacto de esa canción al final de “Zodiac” va a perseguirme por siempre.
***
Thrown like a star in my vast sleep
I’m opening my eyes to take a peep
To find that I was by the sea
Gazing with tranquility
‘Twas then when the hurdy gurdy man
Came singing songs of love
Then when the hurdy gurdy man
Came singing songs of love
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Histories of ages past
Unenlightened shadows cast
Down through all eternity
The crying of humanity
‘Tis then when the hurdy gurdy man
Comes singing songs of love
Then when the hurdy gurdy man
Comes singing songs of love
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy hurdy gurd
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Here comes the roly-poly man
He’s singing songs of love
Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang
***
Sin embargo, ya existe un gemelo deforme de “Hurdy Gurdy Man”: el cover de los Butthole Surfers. Si bien no cuenta con el nivel de malignidad en el que la recontextualización de Fincher coloca a la canción, en la gloriosa tradición de los B.S. logran hacerla sonar como una canción del infierno, como la versión lisiada, con quemaduras de tercer grado del original.
Lo logran con muy pocos elementos. Básicamente lo que hacen es amplificar al mango las propiedades psicodélicas inherentes en la composición, pasando la voz en reverso de manera que quede como una especie de balbuceo estuporoso y utilizando las guitarras como largos, larguísimos, lamentos producidos por un vagabundo en ácido. Todas esas propiedades están en la canción original, que tiene un componente de repetición y drone muy grande, pero en manos de los Buttholes, esos adorables freaks (los verdaderos fearless freaks son ellos, no los maricas de los Flaming Lips), la canción se transforma a su imagen y semejanza. Esto es: fea, amenazadora, ligeramente inquietante y siempre, siempre, proviniendo de un lugar lleno de niebla en el que pulula un grupo de locos escapados de un manicomio.
Es una versión fabulosa porque es un espejo oscuro, porque toma todo lo que era bueno en la canción y lo vuelve payasesco. Pero payasesco a la manera de los Surfers, lo cual quiere decir que en cualquier momento podemos tener una nariz de goma en fuego o unos pantalones gigantes manchados de sangre.
Creo que lo mas genial de la versión (que acá hago sonar como mas maligna de lo que en realidad es, pero los texanos locos siempre supieron ponerle muchísimo humor a sus veladas amenazas) es el oscurecimiento de la voz. Si leen la letra van a ver que es casi una idiotez, un compendio de optimismo y sol. Al volver la letra incomprensible los Surfers nos dicen que el optimismo, el sol, la bondad, el amor, son cosas pantanosas en el mejor de los casos, oscurecidas por las nubes, por la mancha negra que es la humanidad y la locura, que se extiende como brea impidiendo la comunicación. Y que todo esto puede residir en los lugares más insospechados, en la noche, producto de nuestros sueños, esperando oculto para saltarnos por la espalda como un duende de colmillos afilados.
Donovan – Hurdy Gurdy Man
Butthole Surfers – Hurdy Gurdy Man
(*Fé de erratas: puse «A Gift From A Flower To A Garden» cuando en realidad pensaba en «H.M.S. Donovan», disco precioso e increíble de canciones infantiles, en el que se da el gusto de ponerle música a gente como Carroll, Lear y Yeats. Búsquenlo porque vale MUCHO la pena.)
Kids With Lungs.
Justo cuando uno pensaba que la gente no podía volverse más estúpida, se levanta un miércoles y se encuentra con esta noticia.
¿Qué de que va la misma, para aquellos que no leen inglés? Bueno, 8 estados de los Estados Unidos, incluida California y Nueva York, están por demandar a Camel porque publicó un aviso en la última Rolling Stone (la de noviembre) en el cual hay “caricaturas”. ¿Cual es el problema con esto? ¿Acaso no es un país libre? Depende. Resulta que existe un “acuerdo”, vigente desde el 98, según el cual las compañías de tabaco de Estados Unidos no pueden utilizar dibujos en sus publicidades porque es una forma de “incitar a los niños a fumar”. Por eso mismo es que desde ese año Joe Camel, la tradicional mascota de la compañía, tiene prohibido aparecer en publicidades. Lo que los evangelistas de la salud están diciendo es que este aviso es una violación de ese pacto y que todos los niños deben estar en este preciso momento, luego de verlo, corriendo a comprar sus primeros cartones!
El aviso en sí es una boludez: un desplegable en el que Camel publicita una pagina web de contenido indie en el exterior, postulándose como la empresa que apoya la “nueva música hip!”, mientras que en el interior hay descripciones graciosas de estilos indie, con dibujos de un tal Benjamin Marra, uno de los dibujantes editoriales de RS. Si tienen muchas ganas de verlo, esta aquí (guarda, es un pdf muy pesado).
Ahora bien, hay unas cuantas cosas que pueden destacarse sobre esto:
a) ¡¡¡TODOS los chicos leen Rolling Stone, claro!!! Que a alguien se le haya ocurrido que un niño (o un adolescente para ese caso) aún lee RS (una revista cuya tapa del número en cuestión es SOBRE EL PUTO REGRESO DE LED ZEPPELIN!) es un idiota que evidentemente no tiene idea sobre los circuitos de distribución cultural contemporáneos y sobre lo que los chicos están haciendo, leyendo o mirando hoy en día.
b) El aviso mismo no esta mal (los dibujos son bonitos), pero su temática y su estilo están obviamente apuntados a los chicos universitarios que, después de todo, son los que escuchan indie. ¿Alguien vio alguna vez a un niño escuchando Arcade Fire? No, yo tampoco.
c) Y, claramente, es otra estrategia de una corporación anquilosada y horrible para quedar como una especie de “cool dad”. Y es casi igual de embarazoso. Camel, claro, ¡esa es la marca en la que yo confío para que me diga que es lo que tengo que escuchar! ¡Camel y Rolling Stone, la voz de la generación joven!
En fin… ¿cuánto faltara para que los grupos antitabaco comiencen a usar newspeak? ¿Años, meses, días? Unsmoke is doubleplusgood!






