el medio

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La manera en que el Internet cambia las cosas. He hablado ya de eso en otro post aquí mismo, aunque en el terreno de lo potencial: debería la ficción ser algo diferente de lo que es, pero no tengo idea de qué exactamente. Que es algo que potencialmente toda persona nacida en los 70s y 80s[1] estará pensando en este momento, pero que en realidad no podrá ser explicado realmente hasta que los nativos digitales empiecen a enrostrarnos sus tristezas y alegrías y nosotros, viejos saurios para entonces, digamos “ah, eso era”

Pues he encontrado dos ejemplos claros del potencial formal que da la Red.

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Narcicismo y redención

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1. Cuando el rastrillaje cotidiano de blogs musicales alcanza una mayor profundidad, mayores son los desafíos sonoros a los que nos enfrentamos. La certera cronología de los blogs que traza Amadeo en este mismo sitio me respalda: con los años, el intercambio de nueva música se fue ordenando de una manera en la que volvemos a contar con grandes proveedores, o más bien con un mayorista, al que los demás acuden. Es poca la información que traficamos exclusivamente entre los nodos de abajo; artistas nacionales que en una escena achicada por la tecnología seguramente ya tuvieron un cameo en algún Pitchfork ensamblado en Tierra del Fuego, o descubrimientos fortuitos de surfear Bandcamp o SoundCloud, si es que se tiene la capacidad de albergar a un producto nuevo si no fue homologado antes por algún blog de confianza.
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El Cuadernito Inexistente (4)

1) Supercuevas! Siguiendo un poco con mi post montañés, genial entrevista a James M. Tabor, explorador profesional que se dedica a entrar a las cuevas más profundas del mundo, descendiendo cientos y cientos de metros en total oscuridad. El «extreme caving» parece ser bastante más jodido que el alpinismo. Especialmente porque si quedas trancado ahí abajo de todo, realmente lo más probable es que nadie te pueda rescatar. Muy interesante.
2) Nota de la pitchfork acerca de las Vuvuzelas, pero desde un punto de vista académico y del palo de la música contemporáneo. Interesante y bastante gracioso – terminan concluyendo que un partido del mundial de sudáfrica es básicamente la obra minimalista más básica posible, con miles de personas tocando el mismo instrumento horrible que tira más o menos la misma nota llena de armónicos insoportables.
3) Tetris en primera persona. Eso. Mejor jugarlo para entenderlo.
4) EXCELENTE tumblr con fotos sacadas exclusivamente del Google Street View. Entre las verdaderamente grandes fotos, a las perturbadoras, a los errores digitales, a las indefinibles. Disfruten.
5) Amarillo es un pueblo conservador en Texas donde hay cosas RARAS. Desde sus obras de arte, a los signos en las calles totalmente bizarros, y quien sabe que cosa más, todo comisionado por un millonario excéntrico que lleno el pueblo con sus delirios. Un thread entero sobre el pueblito, en Metafilter.


Enrollando la cinta con una lapicera.

La Pitchfork publicó un artículo bastante largo e interesante acerca de el resurgimiento del cassette como medio para escuchar música. El tema en sí es bastante complejo, y hay varios lados por donde se puede tomar este revival, y todos seguramente sean bastante ciertos. Nostalgia, ironía, «porque sí», romanticisimo, elitismo, practicidad y el costo baratísimo que tiene fabricarlos, moda, reacción al mundo de las descargas online, etc, etc. Así que podríamos saltarnos los chistes onda «oh yo sólo escucho música en cilindros de cera porque suena mejor», ¿Ta? :P

Mi relación con el casetito fue muy larga, y la recuerdo con cariño.  La primera música que escuché fue en ese formato. Un cassette con el Otra navidad en las trincheras, del Cuarteto de Nos, que escuche miles y miles de veces, y me conocía totalmente de memoria, a los ocho años. Un poco más grande, otros cassettes que me grabó un amigo. Ríanse: Uno tenía de un lado, un compilado de Manowar. Del otro lado, el Bat Out of Hell de Meat Loaf, y sobraba un poco de espacio y habian unos temas de La Ley, cuando aparentemente eran una banda de rock alternativo genérica antes que esa cosa espantosamente glossy en la que se convirtieron hace unos años.


Manowar. Aguante.

A los 12 años tuve mi primer equipo de música, uno de esos huevitos tradicionales con CD y Casettero. En mi casa no se solía escuchar música, excepto la ocasional radio Armenia con los mismos 20 temas insoportables. Mi escucha de música se basó entonces en los pocos CDs que podía comprar, y en decenas de cassettes que grababa y re-grababa religiosamente. Era mi época alternativa / pseudo-metal: Pearl Jam, Ozzy Osbourne, Green Day, SoundGarden al principio, para en unos años tener decenas de compilados del programa de radio Dínamo, con Massive Attack, Daniel Johnston, Flaming Lips, Sonic Youth, Yo La Tengo etc. ¡Oh, las olas de nostalgia!
Durante muchos años, hasta los 18-19 años , mi único método de escuchar música en la calle era con mi viejo y destartalado Walkman AIWA. ¡Cómo amaba a esa cajita negra con botones! Le había comprado unos auriculares bastante buenos, con un cable larguísimo. Eran gigantes, y se me habían roto un par de veces, y les cambié en un momento el cable por uno enrulado, horrible, de teclado de PC. Me hacían quedar como un freak caminando por la calle con metros de cable colgando. En esos últimos años, ya con compuadora e Internet, mantenía un proceso que implicaba grabar mp3s a CD’s, y luego pasar del CD a cassette. Así escuche mucha música en mi período «electrónico/IDM». Tenía un montón de cintas con discos de Squarepusher, Aphex Twin, Autechre, Plaid, Portishead, Björk, etc.

Recuerdo que por un error al apretar el botón de Play, estuve escuchando un disco de Autechre al doble de velocidad por como 15 minutos, sin darme cuenta.


Autechre. Aguante.

Fue en una fiesta en una casa, que me olvidé el Walkman un día. Al otro día lo fui a buscar, Pero estaba roto.  Ahí fue un poco el comienzo del fin de mi relación con el casette. Hubo luego dos episodios más: Cuando a los veinte años, le regalé a una novia mi equipo de música, ya que el suyo se había roto. Ahí perdí toda forma de escuchar cassettes en mi casa. Y unos años después, a otra novia (…yeah, i know) le lleve mi caja con mi colección de cassettes, ya que ella seguía escuchando bastante en ese formato. De vez en cuando poníamos cassettes que tenía viejos, de Breeders y REM. La caja se quedó en su casa. Ahí ya deje de tener cintas por siempre.

Comparado con el vinilo, o el CD, el cassette sonaba bastante mal, Pero no tan mal, ¿o sí? Recuerdo un amigo que me recomendaba comprarme un cassettero y usarlo para tirar pistas en vivo, que podía saturar un poco y sonar cool. Y todo el mundo sabe que tener un portastudio TASCAM a cinta de cromo es lo más cool del mundo.

Hace una semana hablaba con Pau, y me comentó algo interesante: Averiguó que en Argentina, fabricar un cassette, impreso, con la cajita, el arte, con la música, todo terminado, salía 3 pesos argentinos. Me dijo que consideraba hacer una tirada de alguno de sus discos en cassette.
Le comenté: «No esta mal la idea, pero no se, ¡Pero ya no tengo cómo escuchar cassettes!»


Amigos para siempre

Escuche por primera vez «Album» de la nueva banda Girls un domingo al mediodia, de resaca, mientras limpiaba la casa luego de una fiesta que dejo todo lleno de vasos, botellas, y un pegote impresentable en el piso. Lo escuche entero, y mi primera impresión fue buena. Luego lo seguí escuchando, bastante seguido, sin saber nada sobre la banda y ellos. Me gustó más. Me gustaba que hicieran pop, medio psicodelico, medio indie, bastante inclasificable y sin muchos cliches de estos años. «Album» podría haber salido hace cinco años, o hace diez, o hace quince, sería más o menos lo mismo. Pero por sobre todo, me pareció que habia algo ahí. El pibe que cantaba con esa voz media desordenada, triste y nasal, me parecía por sobre todo sincero.

La Pitchfork le dio a este disco debut el brutal puntaje de 9.1/10, una chanchada que básicamente convierte este disco en una víctima brutal de lo que es el hype, el inflado brutal, el éxito asegurado. ¿Es un puntaje exagerado? Posiblemente. ¿El disco es bueno? Si. Me pregunto cuanta gente no lo escucho simplemente porque se enteró que la pitchfork le dio un puntaje tan alto. Lo cual me parece una estupidez. ¿Desde cuando un puntaje muy alto que le diera alguien es significado de que algo es malo? A lo sumo implica que causa unas muy buenas primeras impresiones. Pero la famosa revista online puso en el 2006 al Silent Shout de The Knife como disco del año (quizás mi disco favorito de la década). Y otros de sus discos alabados a morir, como el Funeral de Arcade Fire, o el Hissing Fauna de Of Montreal, son grandes discos de estos últimos años. Si, la Pitchfork en general apesta y se mandan un montón de cagadas y sus listas tienen cosas vomitivas, pero me parece que juegan más de nuestro lado del campo que otra cosa*.

(además de que ahora entre sus reviewers está Matthew Perpetua, de fluxblog, quizás sea mi blogger favorito, cosa que comparto con Amadeo, pero ta)

Volvamos al disco de Girls. Es un disco de singles, de hits. Estos son 3, los primeros dos temas y el sexto. Son temas increíbles y emocionantes. O sea, veamos que el disco arranca con un tema llamado «Lust for life», lo cual puede causarle diarrea a un montón de melómanos («eh, que no podes usar ese nombre! es sagrado!!»). Y como empieza esta canción? Con una guitarrita jangly rapidita, y luego entra la voz, acompañado por un tambor y un huevito. Cantando esto:

«oh i wish i had a boyfriend / i wish i had a loving man in my life / i wish i had a father / maybe then i would turned all right»

Podría definir la música del dúo como Pop desesperado. Las letras de Girls son todas muy, muy directas. La metáfora casi no existe. Es un poco chocante, o desagradable, y está lejos de ser mi forma de lírica favorita, pero funciona y es como una parte importante de la propuesta. Todo directo, escupido a la cara, inocencia y pedidos imperiosos de cosas que sabés que no van a pasar.
El segundo tema, «Laura», es un tema bien brit con acordes cayendo en negras, de esos que escuchamos mil veces (a lo Supergrass quizás?), pero que siempre funcionan. El estribillo, otra vez, es sumamente sencillo: «so touch me i’m right here / and i don’t want to fight anymore / i really want to be your friend forever, friends until the end of the world». De nuevo: funciona porque el cantante, con esa voz como si fuera un Elvis Costello que se empastilló demasiado toda su vida, es muy creíble.  Da la sensación de que el flaco ese esta mal.

«Hellhole Ratrace» es la canción que más fue mencionada del disco debut. Y muy justificadamente. Es de esas canciones que a mi siempre me pueden, épica y durando casi 7 minutos, una melodia de voz muy cuidada, que cae como en una espiral cromática, con una coda tristísima que repite en loop:«and i don’t wanna die / without shaking up a leg or two / yeah, i want to do some dancing too / so come on, come on, come on, come on, dance with me.». La batería nunca entra, solo una percusión. Esta todo ligeramente desfasado, una decisión estética que se mantiene en todo el disco. Es un efecto de producción, un pequeño truco del lo-fi que a mi todavía no puede cansarme, borronear los instrumentos, que suene todo pegoteado.

De el resto del disco, me gusta mucho «God Damned», y la elección de reducirla a voz, acústica y una percusión mínima, cuando podría ser un tema rockero perfectamente. Y me puede la forma morbosa en que pronuncia «oh yeah» y «all right». «Big Bad Mean Motherfucker» es un rock n’ roll bien tradicional pasado por mucho fuzz, como hicieron los Yo La Tengo en su versión de Little Honda de los Beach Boys. En otros temas no pasa mucho, como «Headache» o la shoegazera «Morning Light». Otros están muy bien, «Ghost Mouth», y el final de «Summertime» con ese rasgeo solitario y ligeramente desarmado de guitarra que cierra el tema, con pifies y extraños cambios de tiempo.  En fin, un álbum muy escuchable, y con un puñado de canciones emocionantes. Bastante para un disco debut de una banda nueva, lástima que tengan pinta de hipsters y algunos sitios les hayan dado críticas encandilantes.

Girls – Album

* No pude evitar la metáfora futbolera. Ese trabajo me esta matando.