Talk Talk – The Rainbow
Talk Talk – Eden
Talk Talk – Desire

Leyendo entrevistas a Mark Hollis (cantante y lider de Talk Talk) en sus primeros años podría ver la semilla que haría convertir a esta banda a punto de ser otra banda new wave a los creadores de sus últimos dos discos, ‘Spirit of Eden’ y ‘Laughing Stock’, discos por los cuales EMI rompió contrato con ellos, discos que vendieron poco, y de los cuales nunca hicieron giras para promocionarlos. El cambio que hubo simplemente es demasiado. Pero de cualquier forma podemos ver en Hollis, por el 1981, como alguien con bastantes ambiciones artísticas, ya desde sus comienzos harto de ser asociado con otras bandas del periodo, como por ejemplo Duran Duran. «Lo último que quiero en el mundo es que piensen que Talk Talk es un grupo deshechable. Quiero escribir canciones que todavía puedas escucharlas dentro de 10 años.. que todavía las puedas considerar buenas canciones.»
¿Pero en si, como ocurrió esta transformación, de grupo New Wave lleno de sintetizadores, a estos últimos discos? En parte seguramente sea por cierta carga alienante, el contacto con la industria discográfica, así como también cierta madurez natural y la capacidad de conseguir buenos recursos. Estamos hablando de 1985, Talk Talk habia sacado ‘It´s my life’ y ‘The Colour of Spring’, discos que habían sido, dentro de todo, éxitos, y les dio suficiente dinero y estabilidad para poder hacer practicamente, lo que quisieran.
‘The Colour of Spring’, el tercer disco de la banda, ya lo podemos ver como el disco clave entre su anterior etapa mas techno y la que vendrá. Ya casi no hay sintetizadores, aunque se mantiene el sonido pulido y ochentoso. Pero los temas empiezan a ser más largos y complejos, con mas importancia en las texturas, y un poco más alejados del formato canción tradicional. En una entrevista Hollis comenta, porque eligieron ‘life´s what you make it’ como el Single, y responde sobriamente «porque era el tema más corto» (ignorando Chamaleon day, que es practicamente instrumental). También como influencia para este tema cita las repeticiones constantes en el Tago Mago de Can.
La música favorita de Mark Hollis en ese momento esta dividida en 3 partes. Por un lado, tenemos el soul, en particular la voz de Otis Redding, que considera su influencia vocal más importante. Por otro, Jazz en la vena de los clásicos como Miles Davis, Coltrane, y también Ornette Coleman. Tercero, la música clásica moderna de Bela Bartók, Debussy, y otros. No cabe duda ver como de estos 3 vértices se forma el triángulo de donde saliera ‘Spirit of Eden’.

‘Spirit of Eden’, grabado durante un año y medio, sin ninguna presentación en vivo que lo acompañase (excepto un pequeño playback que una vez hicieron, antes disponible en youtube), fue creada de una forma totalmente novedosa. Todos los sonidos son acústicos, y aunque fueran órganos y guitarras eléctricas, grabadas a cierta distancia con micrófonos de forma de que se puede sentir el ambiente del estudio. Seguramente es de los discos más orgánicos que haya escuchado en mi vida, y el sonido es puro y perfecto, de cada sonido e instrumento. Fue creado en su mayoría por Hollis y su productor Tim Friese-Greene, que mezclaron y producieron a ellos tocando junto con una multitud de sesionistas colegas, improvisando bajo ciertos lineamientos durante horas. Estas horas de grabaciones luego fueron cuidadosamente editadas, cortadas y pegadas en un entorno digital, dando forma a las piezas/composiciones (seis en total) que dan forma al disco. La idea atrás de esto es que en todo ese periodo de improvisación, cada músico haya llegado a dar lo mejor de sí mismo. Cuando se cumplía ese ideal para todos los músicos, la obra se daba por completa. El mismo método fue utilizado para ‘Laughing Stock’ y para el disco homónimo solista de Mark Hollis.
El resultado es un disco absolutamente Atemporal. Podría haber sido grabado 20 años antes de cuando fue grabado sin problemas (aunque sin la ayuda de la edición), o 20 años después. El efecto seria el mismo. Con este disco se crea un género nuevo, indefinido. Algunos dicen que este álbum es el primer disco Post-rock, pero no estoy del todo de acuerdo ya que es un trabajo que va por demasiadas direcciones al mismo tiempo como para encasillarllo así. En algunos pasajes hasta podría ser considerado un álbum ‘Ambient’ o hasta ‘New Age’ si no fuese por las partes repletas de ruido y con increíbles fraseos de guitarra, harmónica que invaden en cualquier momento el espectro. El sonido es fresco y novedoso pero tambien uno puede sentir todo el esfuerzo monumental que hubo para crear estas composiciones. Las voz de Hollis (que es una voz bastante complicada y casi un gusto adquirido) roba mucho del Gospel también y en su conjunto le da a todo el álbum un tono de redención religiosa que es completamente palpable y real. Tal vez aquí Hollis logro lo que todos los artistas buscan a medida de los años : Que las ideas que hay en su cabeza, y el resultado final, sean prácticamente lo mismo.
Este álbum en cuestión esta dividido en dos secciones. La primera son los 3 temas que pueden descargar aquí, y funcionan muy bien como una unidad en conjunto. El primer tema funciona como una genial intro, con un estribillo con una armonía muy extraña y completamente hermoso, y con un feroz solo de harmónica. Las cadencias suben y bajan, el tema casi revienta en ‘Eden’ con esas geniales guitarras casi velvetianas para en realidad explotar en ‘Desire’, con un brillante solo de batería, acompañado luego por harmónica, guitarras, acoples y teclados.

referencias: wikipedia, y este sitio


Después de una semana folk y otra semana matándome con los Pogues estuve por lo menos dos semanas con una dieta exclusiva de pop francés durante las cuales escuché muchas cosas que no había escuchado y armé este post con tres de los temas que más me pegaron pero lo dejé demasiado tiempo como draft y creo que es hora de terminarlo.

Brigitte Bardot – Oh! Qu’il est vilain

Es imposible no caer rendido ante algo tan encantador como una canción de Brigitte Bardot. Cualquiera. Y particularmente esta. No solo es el tema más naïve que escuché de BB sino que debe ser también el más inocente y tonto de todo el pop francés de los 60s. Cualquiera con una debilidad por el naivette pop como yo va a saber apreciar este tema.

Serge Gainsbourg – L’Hippopodame

Uno de los mejores no clásicos del gran viejo verde francés. Un tema soberbio con un ritmo húmedo que en menos de dos minutos destila tanta elegancia que sorprende incluso para ser un tema del siempre elegante Gainsbourg. Aunque hasta ahí llega la elegancia porque la letra es tan inmoral como casi todo lo que hizo el francés, comparando a una mujer gorda con un hipopótamo con notable lascivia y guiños escatológicos a tono con el resto del disco. El tema está incluido en Vu de l’Exterieur de 1973, un muy buen disco dedicado enteramente a la escatología y que contiene algunos de los mejores y más flagrantemente incorrectos temas de Gainsbourg.

Jacques Dutronc – Et moi, et moi, et moi

Dutronc fue mi gran descubrimiento en estas últimas semanas. Lo había conocido gracias a una recomendación de el Pega pero no lo había escuchado hasta ahora. Su homónimo disco debut de 1966 es una obra maestra en la que no falla un solo tema, pero este sobresale. Aparentemente de poco renombre fuera de Francia (este disco ni siquiera tiene reseña en allmusic) donde creo que es más conocido por ser el marido de Françoise Hardy que por mérito propio, este tema fue un éxito en su país. Dutronc es de entre todo el yé-yé que escuché, el músico con influencias más claras del rock extranjero, con riffs de guitarras afilados y ritmos garageros demoledores. Tal vez el músico más subestimado de la época.


¿Por qué están los 80s de vuelta? (o Nada nuevo sobre la industria cultural como una sucesión infinita de oposiciones dialécticas)

Hace algún tiempo había pensado escribir en mi ahora ya fallecido ex-blog sobre lo mismo que escribía Quese un par de posts más abajo. Bueno, no exactamente sobre lo mismo, pero sí sobre la imagen que queda de una década o una tendencia o lo que sea cuando termina y es reemplazada por otra.

Si pensamos en eso no es nada raro que en cualquier momento la década anterior (considerada como el conjunto de tendencias que se sucedieron en ese momento) sea mal vista. En la industria cultural no puede haber una multitud de tendencias-producto conviviendo pacíficamente, la hegemonía es indivisible. Toda nueva tendencia, moda o producto tiene como condición de existencia la negación de lo precisamente anterior, o como diría Debord, toda nueva mentira del espectáculo tiene implícita la revelación de la mentira anterior.

Aclaración: no estoy diciendo que no coexisten nunca en un mismo momento más de un productos. Estoy diciendo que no conviven pacíficamente. Varias tendencias pueden coexistir negándose mutuamente o con los de menor importancia manifestándose como oposición de los de mayor importancia. Pero en cualquier caso siempre todas coinciden en la negación de lo anterior. (Pueden leer acá un genial post de K-punk donde Mark reflexiona sobre la posible pérdida de esta capacidad de negación por parte del pop actual).

No es muy difícil ver esto en la música pop. La invasión británica y la Beatlemanía desterraron al pop à la Phil Spector. La furia punk estaba en realidad dirigida casi toda contra el prog-rock sinfónico y demás atrocidades de los 70s. El grunge era el anti-glam rock 80s, género que necesitó de un único golpe mortal conocido como Nevermind para desaparecer de la faz de la tierra y, más importante, de los charts.

El momento en que una tendencia-producto está agotada y a punto de ser reemplazada siempre es obvio, es incluso completamente predecible para cualquiera que esté atento, pero es intangible. Su muerte no está marcada por un hecho particular (hay excepciones como la famosa «muerte del disco» el 12 de julio de 1979). La agonía se percibe en el aire en forma de una época de tedio, de hartazgo generalizado ante ciertos aspectos de la industria cultural. Es un zeitgeist.

Después que un producto cultural está definitivamente muerto (o no-muerto), al menos por algún tiempo, solo puede ser visto como objeto de broma y desprecio, solo los peores aspectos pueden ser recordados para ser ridiculizados. Así es como recordamos a los 60s como una década de hippies ridículos antes que como la década en la que surgieron bandas tan opuestas a eso como Velvet Undergound, Red Krayola o The Stooges. A los 70s como una espantosa época de lentejuelas, solos infinitos, producciones grasa y escenarios grandilocuentes antes que como la época del kraut y la explosión punk. Asociamos a los 80s con sintetizadores horribles, power-ballads y un terrible gusto para la ropa y los peinados en lugar de pensar en el under (las bandas buenas que surgieron en los 80s son incontables y tal vez sumen un número mayor que el de bandas malas). Y finalmente la imagen de los 90s tiene que ser la de un tipo con camisa leñadora escuchando Creed, aunque podría ser reemplazado por un hipster indie escuchando el Bee Thousand, 69 Love Songs o Slanted and Enchanted.

Pero la peor estética de los 80s, por ejemplo, solo puede ser rescatada con el más posmoderno ánimo kitsch (si alguno no sabe muy ben de que hablo debería ver la genial Pretty in Pink o podría ver este igualmente genial video de A Flock of Seagulls). De cualquier otra manera sigue siendo espantosa. Y todos lo sabemos pero aún así nos cae simpática ahora mientras que las camisas leñadoras no. Entonces la cuestión que creo que abría que plantearse (me gusta esto de escribir un pos entero para llegar a una pregunta en lugar de a una conclusón) es por que pasa eso. ¿Es snobismo, es el efecto residual del posmodernismo sobre nuestras mentes, es nostalgia o es verdadero disgusto con el estado de la cultura pop actual?

Hasta esta cuestión es que puedo y pienso llegar por ahora.

(Nota: cuando pensé en escribir este blog planeaba empezar a escribir a partir del cine adolescente de los 80s y mi gusto casi patológico por el, así que con la mención de Pretty in Pink ahí arriba dejo como una cuenta pendiente escribir sobre esas aún no suficientemente reivindicadas glorias cinematográficas)


Die Forever


Todos recordamos el momento en el que comenzamos a escuchar música “denserio” y los grupos que nos impactaron tanto que pasaron a formar parte de nuestra personalidad. Es algo que salió a la superficie recientemente, cuando hablábamos de Pavement y, debo admitirlo, la discusión que se generó en ese post me llevo a escribir sobre este comic.
“Phonogram” es un comic extraño y polarizante. En primer lugar, la manera más sencilla de describirlo es decir que es sobre el britpop. ¿Que otro movimiento de los últimos 20 años ha sido mas vilipendiado?. Hueco, vacio, nacionalista, retro, auto glorificante, ladrón. Miles de adjetivos horribles se han utilizado para hablar mal del momento en que Blur y Oasis parecía que se iban a comer el mundo. Y este, un pequeño comic independiente, de dos ingleses ignotos, se revuelve en la gloria y la mierda del britpop, se recubre de su brillantina inútil y ¿encima se propone celebrarlo?.
La historia es básicamente así: David Kohl, el protagonista, es un John Constantine de la música. Un mago (un “phonomancer”) que utiliza la energía que nos da un single, el amor a un disco, el placer de bailar una canción hermosa, para hacer magia. Hasta aquí todo bien, Kohl es el típico anti-héroe, demasiado cool para ser verdad, demasiado ácido e inteligente, la perfecta “mouth piece” para los autores. La cuestión es la siguiente: Kohl se inició como mago en la época del britpop y tiene su identidad firmemente afincada en ese período. Un día, como es costumbre, se mete en problemas y tiene que investigar la posibilidad de que estén intentando revivir a “Britannia”, la diosa del britpop. A partir de ahí, es un nostalgia fest, con apariciones de Damon Albarn y Luke Haines (rey del decadente reino del britpop y guía respectivamente), alusiones oscuras a singles de Kenickie, escenas musicalizadas con Common People y muchas, muchas referencias mas.
Obviamente, esta aproximación causó controversia. Pareciera que por cada persona a la que le gustó, hay otra que lo odia con intensidad. Y es completamente natural por su adhesión tan explicita a un cadáver tan frío, por su ejercicio de nostalgia, por su intento de reivindicación. Y no ayuda el hecho de que todo tenga un tono tan de “cátedra de música” (con glosario incluido al final!) y hasta exista un personaje que se llama Indie Dave.
Pero de alguna manera extraña funciona. Porque, en realidad, todo eso (“como el britpop mismo” dirán algunas malas lenguas) es solamente superficie. En el fondo la historia podría utilizar cualquier movimiento, cualquier período de la música para marcar su punto de la misma manera: esta es una historia sobre identificación, es sobre la manera en que construimos nuestra identidad utilizando pedazos plásticos de cultura pop. Que hayan elegido al britpop es, diría yo, otro detalle genial porque nos obliga a aceptar que somos también lo que escuchamos en nuestra estúpida juventud y que rechazamos desde entonces.


Kohl (y a través de él los autores) es un prisionero de la nostalgia, una persona que, a pesar de que logró reconvertir su personalidad mas o menos exitosamente luego de que el britpop implotara, todavía esta firmemente atado a ese movimiento, a esa tierra mágica de éxito y promesa que alguna vez representó. Y a través de su relación ambigua con el (como la relación ambigua de todos nosotros con nuestras obsesiones adolescentes) es que los autores exorcizan su propia obsesión. Es importante observar que en ningún momento es un comic condescendiente con el objeto de su análisis. Hay golpes bien dirigidos contra bandas emblemáticas y hasta se reproduce la visión del britpop como una fiesta decadente y sin sentido, como algo irrescatable. Pero en el corazón de Kohl hay algo más que (al igual que Constantine) lo vuelve algo más que un cínico insoportable: honestidad, pasión, la misma locura que nos lleva a escuchar la misma canción durante horas, sin importarnos el mundo exterior, buscando aniquilarlo y vivir en un lugar mejor.
Esta honestidad lo redime, por ella vislumbramos lo importante que fueron estas canciones, estas bandas, para un grupo de personas. Nos damos cuenta que, al menos en el micromundo de un puñado de personas, si importaba. Y si no les gusta el britpop, inserten el nombre de su banda favorita, de esos discos que les cambiaron la vida.
Pero, paradójicamente, lo último que vuelve a “Phonogram” la mejor reflexión sobre la identidad musical que leí en estos tiempos es que propone que la única manera de superar el pasado es aceptarlo y matarlo al mismo tiempo. Para Kohl esto significa gritar, en un momento de triunfo “I NEVER LIKED FUCKING KULA SHAKER!”. Pero que si le gusta algún que otro single de Echobelly.
Es apreciar que sin ese embrión no seriamos quienes somos hoy. Es recordar viejos amigos, viejos lugares por los que uno caminaba, canciones cantadas con gargantas resecas con cariño, pero nunca con el suficiente ímpetu para buscarlos, porque en el fondo estamos contentos de ya no ser esa persona.

Phonogram

Mas:
.El Sitio Oficial
.Una entrevista a los autores


RPG's Arent For Geeks Anymore!

Todo comenzó con este aviso que se ve aquí y que es de finales del 2005. Pero yo lo descubrí hace una semana con este otro, mientras leía un número del nuevo Atom:

aun mas increíble (o quizás más poderoso por la multiplicación de su recurso original) y pensé «WTF»?. Ahora pareciera que los RPG’s son cool y divertidos porque te reunís con tus amigos y la PASAS BIEN!. Vamos!. Todos sabemos que los jugadores de Dungeons and Dragons son sujetos con gafas de pasta, pústulas en la cara y remeras sucias!.
Aun mas bizarra es esta animación en el sitio de Dungeons and Dragons llena de malos dialogos y expresiones cómicas de sus participantes. Si! eso quiero hacer mi próxima noche de sábado!
De cualquier modo es encomiable su ataque de dinosaurio en extinción a los MMORPGs. Dices are so passe, elf boy.