Después de una semana folk y otra semana matándome con los Pogues estuve por lo menos dos semanas con una dieta exclusiva de pop francés durante las cuales escuché muchas cosas que no había escuchado y armé este post con tres de los temas que más me pegaron pero lo dejé demasiado tiempo como draft y creo que es hora de terminarlo.
Brigitte Bardot – Oh! Qu’il est vilain
Es imposible no caer rendido ante algo tan encantador como una canción de Brigitte Bardot. Cualquiera. Y particularmente esta. No solo es el tema más naïve que escuché de BB sino que debe ser también el más inocente y tonto de todo el pop francés de los 60s. Cualquiera con una debilidad por el naivette pop como yo va a saber apreciar este tema.
Serge Gainsbourg – L’Hippopodame
Uno de los mejores no clásicos del gran viejo verde francés. Un tema soberbio con un ritmo húmedo que en menos de dos minutos destila tanta elegancia que sorprende incluso para ser un tema del siempre elegante Gainsbourg. Aunque hasta ahí llega la elegancia porque la letra es tan inmoral como casi todo lo que hizo el francés, comparando a una mujer gorda con un hipopótamo con notable lascivia y guiños escatológicos a tono con el resto del disco. El tema está incluido en Vu de l’Exterieur de 1973, un muy buen disco dedicado enteramente a la escatología y que contiene algunos de los mejores y más flagrantemente incorrectos temas de Gainsbourg.
Jacques Dutronc – Et moi, et moi, et moi
Dutronc fue mi gran descubrimiento en estas últimas semanas. Lo había conocido gracias a una recomendación de el Pega pero no lo había escuchado hasta ahora. Su homónimo disco debut de 1966 es una obra maestra en la que no falla un solo tema, pero este sobresale. Aparentemente de poco renombre fuera de Francia (este disco ni siquiera tiene reseña en allmusic) donde creo que es más conocido por ser el marido de Françoise Hardy que por mérito propio, este tema fue un éxito en su país. Dutronc es de entre todo el yé-yé que escuché, el músico con influencias más claras del rock extranjero, con riffs de guitarras afilados y ritmos garageros demoledores. Tal vez el músico más subestimado de la época.