Cherish The Light Years

Wes Eisold recorrió un largo camino desde los primeros lanzamientos de American Nightmare hasta el nuevo disco de Cold Cave. La evolución fue larga y lenta pero clara. Del hardcore brutal y elemental de American Nightmare/Give Up The Ghost en el que destacaba la poesía de sus letras al hardcore más experimental, matemático y cercano al grindcore de Some Girls; de ahí curioso y un tanto fallido híbrido de hardcore y rap que fue XO Skeletons y al proyecto efímero Ye Olde Maids. Con XO Skeletons era bastante claro que se estaba alejando de la escena hardcore casi definitivamente, pero Ye Olde Maids fue la confirmación. Ahí aparece todo lo que eventualmente sería Cold Cave: canciones oscuras con sintetizadores, con toda la misma angustia de antes pero sin nada de la ira. Era despolijo y atonal, casi nada sonaba como una canción terminada, se le veían las costuras por todos lados, le faltaba un poco de foco, pero Eisold había encontrado una nueva forma que ya no abandonaría. No es difícil imaginarse qué atractivo pudo haberle encontrado a los sintetizadores, después de todo Eisold, nacido sin la mano izquierda, que comentaba en entrevistas cuán frustrante era para él hacer música pero no poder tocar un instrumento, que contaba como de chico soñaba con aprender guitarra hasta que le avisaron que con una sola mano no se puede, estaba por primera vez ocupándose de la instrumentación y componiendo los temas en su totalidad por sí mismo. Después de otro compilado de temas sueltos ya con el nombre de Cold Cave (Cremations, un poco más prolijo, con algunas canciones propiamente dichas) terminó de pulir su sonido gracias a la inclusión en el proyecto de otro músico en plena evolución, Dominick Fernow.

Fernow recorrió una ruta donde el cambio fue más sutil pero igual de constante. Empezó por los comienzos de la década pasada blandiendo sobre el público su propia variedad de harsh noise particularmente brutal. Tocaba en vivo, usualmente en cueros, con una violencia e intensidad notables, parado adelante de los amplificadores con un micrófonos en cada mano que usaba para generar breves pero estremecedoras explosiones de feedback. Esta modalidad lo llevó al centro de la escena noise norteamericana pero pronto empezó a cambiar, a ajustar su imagen, se cortó el pelo, dejó de andar en cueros y empezó a usar camperas de cuero, y más importante, empezó a tocar con sintetizadores en vivo. Su sonido se volvió más sutil, menos violento,  más preocupado por los timbres, las texturas y la atmósfera. Por eso aunque su obra previa a Cold Cave contrasta todavía más que la de Eisold, es dificilmente sorprendente.

En el 2009 un Cold Cave conformado por Eisold, Fernow y Caralee McElroy (ex-Xiu Xiu) editó Love Comes Close, posiblemente el disco que más me gustó de ese año. La combinación justa entre canciones perfectas de synth pop oscuro y noise. Las pegadizas líneas de sinte invitaban a bailar mientras gravitaban sobre bases de ruido que le agregaban a las canciones todo un nuevo nivel de contradicción y significado evitándoles caer en ser canciones puramente pop, eran como destellos de color sobre un fondo gris. Mientras la voz grave de Eisold cantaba letras de angustia, desesperación, enfermedad y desolación. Era una combinación ideal, la música perfecta para (parafraseando a Eisold en un tema de Give Up The Ghost) “bailar al son de todo lo que perdiste, al son de la miseria de tu vida”.

Cherish The Light Years, el nuevo disco de Cold Cave (sin Caralee y con Jennifer Clavin de Miko Mika en su lugar) hace un salto desde Love Comes Close comparable al que ese disco hizo con respecto a Cremations. Eisold parece estar recorriendo la música de los 80s cronológicamente y si en el anterior disco la principal influencia era el synth pop, en este parece ser el new pop. La oscuridad de los otros discos casi desapareció el ruido ya no está, los sintetizadores suenan limpios y estridentes, la desesperación y la angustia existencialista de las letras de Eisold dieron lugar a otras emociones más diversas y hasta se indulge en momentos de melodrama del tipo Morrissey (“I feel guilty being alive/when so many beautiful people have died”). Hay guitarras y bajos y baterías no sintetizados. ¡Hasta hay una trompeta! Es un disco casi alegre. Ya no existe esa contradicción, esa tensión en las canciones que se debatían entre el baile y la desesperación, este disco es pop sin culpa. Al mismo tiempo eso lo hace un poco menos interesante y Cherish The Light Years es un poco menos redondo que su predecesor.

Por sobre todo el disco se siente como el cierre o la apertura de una etapa; como si Eisold hubiese hecho las paces con algo, no sé muy bien con qué. El tema que abre el disco “The Great Pan is Dead” es una conmovedora canción realizada con una sensibilidad y una sensación de grandiosidad y epicidad hímnica totalmente nuevas para él. Dice que esta canción está dedicada a toda esa gente que extraña y que sabe que posiblemente no vaya a ver nunca más en su vida. También dice que llegó a un momento de su vida en el que ya está grande para avergonzarse de sus emociones y que este disco es una carta de amor al camino que lo trajo a este momento de su vida. Dice que pasó los meses previos a la grabación recorriendo ciudades en las que vivió y lugares de su pasado para sumergirse en la nostalgia y no me sorprende. El disco suena a algo así.

El otro gran tema del disco es “Catacombs”, el tema que mejor pone en práctica sus influencias new wave y el más abiertamente pop del disco. Con un beat de batería saltarín y unos sintetizadores prístinos que parece sacados de la banda de sonido de una película de John Huges, Eisold se pone al nivel de la situación y ya no canta con la voz grave y fría de antes. Al contrario su voz suena sensible y emocional y le dice con añoranza a alguien “yo sé que estoy enterrado en algún lugar ahí abajo, en las catacumbas de tu mente […] y cuando la lluvia ácida inunde tu cerebro, voy a aparecer” y se regodea en la hipérbole autocompasiva cuando pregunta “¿recordás cómo te mudaste y nunca volví a escuchar de vos? A veces finjo que un día vas a volver por mí y esa es la única razón por la que todavía soy parte de este espantoso decorado”.

Hay momentos en los que se extraña la voz de Caralee y hay otros en los que se nota que un disco con estas pretensiones necesitaba otro tipo de producción, que necesitaba un sonido más amplio, más limpio, más ampuloso, que le falta exuberancia, como que la sensibilidad de las canciones se queda corta por la insensibilidad de la producción. Es de cualquier manera un gran cambio para la banda y si este disco es realmente el comienzo de una nueva etapa entonces sólo nos queda esperar a ver qué hace Eisold una vez que se acostumbre y se sienta cómodo en este nuevo papel y le termine de tomar la mano a los nuevos trucos que aprendió.


Cold Cave.

Hace bastante tiempo que tengo ganas de escuchar Cold Cave. Podríamos decir que es una banda synth-pop que agarra como influencia mucho del Industrial de los 80s. Mucho New Order, Throbbing Gristle, Whitehouse. Su cantante, líder y inicialmente único miembro, Wesley Eisold, tiene un pasado como cantante en varias bandas hardcore. Entre los varios miembros que rotan en su (bastante errática) formación, esta el muchacho detrás de Prurient, y Carallee McElroy, colaboradora de Xiu Xiu. Y se ven así en sus fotos de prensa:

Músicalmente, no era una banda que consideraba que me iba a gustar: Pese a que el synth pop de Soft Cell, New Order y Erasure esta entre la música que más disfruto, no puedo decir precisamente lo mismo de lo que era la música industrial (y con música industrial hablo de la inicial, que comenzó a finales de los 70s y se extendió por los 80s). Nunca me gustó ni me interesó, y nunca pude terminar de escuchar el 20 jazz funk greats. Esta todo bien, los puedo admirar y apreciar, pero estéticamente no me copa lo que hacen. Pero estos muchachos hacen algo muy en ese estilo, y me encanta.
«Love Comes Close» de Cold Cave tiene 9 temas, y apenas pasa los 30 minutos de duración. Máquinas de ritmos cutres, guitarras por línea, teclados análogos gordísimos y bastante, bastante ruido. La voz de Wesley es bien típica de los estilos que los influencian, barítona, severa y marcial, pero con un nivel adecuado de suavidad. Como contrapunto esta la voz de Carallee, que se saca un poco el papel de tímida y torpe que llevaba en sus aportes en Xiu Xiu, y se roba todo el escenario en la muy genial «Life Magazine». En otros temas Carallee y Wesley cantan a duo, contrastando sus voces.
Pero lo mejor de todo es cierta esencia global, algo que hace que Cold Cave como proyecto se separe de un montón de otras cosas. Todo el imaginario de la banda y sus conceptos se pueden reducir a un estribillo, el del tema que da nombre a su disco, «Love Comes Close»:

Love comes close
But chooses to spare me
Death comes close
But ceases to take me
I want to twist, the knife a bit deeper
To siphon the love from the hearts I believed in
Look outside, world is exploding,
Stay inside, still never knowing.
Taking cover, with each other,
Sleeping off the century of hope.

Todo Cold Cave está resumido en esas líneas, desde las imágenes hasta la forma particular de ver el mundo, romántica, fascinada y desencantada al mismo tiempo. Wesley canta eso, con una mezcla de gravedad y dulzura , sobre un Do y un Fa que se repiten tercamente. Los arreglos son mínimos, no hay bajo, solo un par de líneas de sintetizador muy rústicas que decoran y pasean alrededor de la voz.
«The Trees Grew Emotions And Died» es una canción rarísima basado en una línea vocal fracturada, cantada a dúo, que sigue una caprichosa frase de teclado. De fondo hay un montón de ruiditos que rozan lo insoportable. Por el final, hay un «solo» que nunca sabremos si es de guitarra o de teclado. Pero lo más interesante es que, a pesar de todas estas particularidades, su melodía es capaz de quedarse pegado como un chicle durante toda una tarde. Es que cuando quieren, Cold Cave hacen pop, y lo hacen muy bien.
Detrás de Cold Cave hay un concepto estético muy, muy definido por detrás, y esta ejecutado de forma perfecta en relación a él. Es extraño: Es todo ochentas , muy ochentas, pero jamás cae en ser algo «nostalgioso» o «retro». Y no lo es porque se toman muy en serio las ideas que hay por detrás, jamás hay un distanciamiento ideológico. Wesley vive y respira ese mundo de máquinas, cables y circuitos, amor, muerte, frío, tecnología, apocalípsis, no future. Porque él esta seguro de que la música que hace es la más adecuada para el mundo en el cual vivimos ahora, AHORA, en el 2010, no antes. Y tiene razón.