7 Tesis Sobre Batman/Morrison.

Batman And Robin Will Never Die

If there’s one thing I hate is art without content.
Batman, Batman #656.

Hace apenas un mes terminó el Batman de Morrison, una mega saga que el escocés tejió con uno de los personajes que, a primera vista, parecen menos adecuados para su sensibilidad épica y múltiple. Cuando lo tomó, en el 2006, casi nadie se imaginaba que iba a durar tanto en el personaje. Al final se quedó siete años, lo máximo que Morrison estuvo en cualquier serie regular.

El final, lamentablemente, fue bastante ignorado por todos, desde DC Comics hasta los fans, pasando por la comunidad artística. Comparado con la fiesta que se armó cuando Geoff Johns dejó Green Lantern, con un número especial lleno de dedicatorias y palabras bonitas, el último número de Batman Incorporated se publicó como si fuese algo vergonzoso a lo que había que darle un final, un vestigio de épocas pasadas, algo que no encaja en la nueva visión de las cosas de DC. Además, su final circular, anticlimático y extrañamente poco sentimental dejó a bastantes con gusto raro en la boca que hace olvidar los extremos a los cuales Morrison llevó a Batman a lo largo de estos años.

Por lo tanto, decidí releer todos sus setenta y pico de números para ver que se puede rescatar de este Batman, que, como todo lo que ha escrito Morrison, es mucho, pero que, asimismo y quizás por primera vez en una obra del escocés, encierra una contracara un poco descorazonadora.

(Spoilers, etcétera). 

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Una Propuesta Para Un Comic Que Nunca Existirá.

Bueno, el día tan temido ha llegado. El día en el que voy a postear fan-fiction en el blog. La cosa surgió hace unas cuantas semanas, incitado por el gran @gordotragedia, quién dijo que un cross-over Damian Wayne-Valeria Richards sería una gran cosa. Como soy INCAPAZ de dejar que se escape una buena idea, comencé a anotar boludeces en un .txt que fue creciendo con las semanas hasta tomar la forma que van a leer. Dudé durante mucho tiempo en postearlo, porque un hombre tiene sus límites, pero luego de pensarlo un rato me pregunté si yo leería algo así de estar posteado en otro lado y la respuesta fue un resonante sí.

Piénsenlo como una propuesta para unos DC y Marvel Comics imaginarios que estarían hipotéticamente interesados en mis servicios.

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10 Reflexiones Sobre el Batman de Scott Snyder.

Finalmente, luego de mucho escuchar sobre los cambios de continuidad y la gran historia que Scott Snyder estaba contando en Batman, me puse al día y leí toda la serie principal hasta el número 10, el más reciente. Había leído un poco antes (números 1 al 3) pero no me acordaba nada y esto es lo que pienso (hay spoilers, estén advertidos):


El Multiverso Es Un Lugar Extraño.

(o: 5 comics curiosamente metaficcionales)

1. Batman, Josh Simmons.
El creador indie Josh Simmons, famoso por sus comics de horror, le roba Batman a Warner Brothers y produce un comic de 16 páginas tremendamente inquietante que ilustra, como en una de esas historias imaginarias de otros universos, una de las muchas maneras en que la carrera de Batman podría terminar. Un Batman solitario y delirante se arrastra por los techos de Gotham City para castigar a los criminales, solo que esta historia te hiela la sangre y te pone la piel de gallina de un modo que nunca podrían hacerlo diez mil páginas de un Batman ultra-violento “oficial”. Su combinación de cotidianeidad y rutina decadente (“I’ve been Batman for a long time”) junto con el aire de completa irrealidad y locura que sobrevuela al comic producen una sensación de terror psicológico insuperable.

2. In Pictopia!, Alan Moore y Don Simpson.
Si creen que Alan Moore es un viejo cascarrabias que solo amaba el pasado ahora, ¡deberían haberlo visto en 1986! En esta historia publicada en la antología Anything Goes! de Fantagraphics (que tenía como objetivo reunir fondos para que la editorial se defendiera en uno de sus muchos juicios, en este caso contra Michael Fleisher), Moore imagina una ciudad poblada por creaciones de tinta y papel, en la cual solo los superhéroes tienen color. Extraordinariamente oscura y deprimente, es quizás la declaración más fuerte de Moore en contra del género, brillantemente ilustrada por Simpson imitando diferentes estilos (la cara-desesperada-a-lo-Kurtzman de una de las últimas páginas es magnífica), y termina siendo mucho más interesante que sus últimas entrevistas.

3. Wolverine: Dying Time, Jeffrey Brown.
Muy similar al caso del Batman de Josh Simmons, Brown se roba un ícono corporativo porque tiene demasiadas ganas de decir algo a traves de él. Nunca publicada, al principio parece solo apropiarse de ciertos elementos de los X-Men clásicos de Claremont para luego llevarlos a un lugar devastador que pone en clara evidencia la absurda trampa del eterno retorno que es una parte fundacional de los comics de superhéroes. Digamos que hasta la última página uno espera un giro milagroso que nunca se cumple, clavándonos en la panza toda la tristeza de lo que sucedió y revelándonos como los estúpidos que somos. Y ahora tengo ganas de leer Bighead.

4. Superman Villains Origins, Stuart Immonen.
En 1998, mucho antes de que se vaya a Marvel (¿para siempre? snif…) Stuart Immonen era parte del equipo de creadores de Superman, en aquellos años extraños post-Byrne y post-muerte. Y resulta que un numerito completamente descartable, uno de esos extraños especiales Secret Origins que solía publicar DC en los 90, le dio la oportunidad de realizar esta maravilla: los orígenes de algunos de los villanos más prominentes (en ese momento) de Superman realizados como si fueran tiras de Little Nemo. Hermosos, demuestran la simpleza de línea, casi caricaturesca, que se volvería la marca de Immonen y tienen ese sabor a fábula que nos hace olvidar del mal, incluso cuando aparece la muerte de Superman.

5. Les Schtroumphsons: The Waffleman Affair, Ty Templeton.
O los Simpsons conocen a Hergé y Peyo. Un homenaje de Ty Templeton que funciona demasiado bien y que tiene la gracia extra de “tener una traducción directa de los autores”, lo cual resulta en una multitud de frases falsamente acartonadas, como si fuera una traducción real, una especie de eco lingüístico de la dureza del dibujo. El dibujo, sin embargo, es el plato fuerte: todo lo brillante y colorido que se podía esperar de un Hergé con la máxima capacidad de sus poderes. Observen las aventuras de Bartbart y Lislis en una tierra donde todos fuman y comen pommes frites. ¡Incluye aparición especial de Jean Claude Van Damme!


Zorro In Arkham.


I.

Batman 681 salió hara cosa de un mes y es la “conclusión” de Batman R.I.P.(1), el arco argumental al que los 20 números anteriores de Morrison en el título iban conduciendo. Como gran parte de las historias de Batman de Morrison es gloriosa, caótica, brillante e inesperada, y frustró las expectativas de mucha gente, pero a pesar de ello, constituyó una de las experiencias en comics mas estúpidamente divertidas, entusiastas y atrapantes del año.
Como experiencia fue insuperable: hacía mucho que no me enganchaba tanto con una historia y los acertijos en su desarrollo. La manera en que esta construida (y el modo en que fue publicada y leída, de forma serial, una de las pocas veces que este formato de hecho mejora la experiencia de lectura) volvieron a Batman R.I.P. un misterio detectivesco enormemente adictivo, un “whodunnit” que producía ansiedad y emoción a cada vuelco. Morrison, consciente de su arco final, plantó a lo largo de la serie un millón de pistas, falsas y no, que pedían a gritos ser rastreadas y encajadas en nuestras explicaciones hipotéticas, las cuales cambiaban con la publicación de cada número, dándole más importancia a una teoría por sobre otras, para inmediatamente darnos vuelta las tablas, y modificar completamente nuestro esquema imaginario. Es un buen misterio, bah, que nos mantuvo atrapados mes a mes y el manejo del suspenso propulsa la lectura adelante.

II.

Lo básico de la historia es lo siguiente: hay un genio criminal, a la altura de Batman, que esta dispuesto a destruirlo. Este genio del mal es conocido solamente como The Black Glove y su plan maléfico se viene desarrollando hace años, dando vueltas y plantando trampas alrededor de Wayne, esperando dar el golpe mortal que lo dejaría un hombre quebrado. Es la historia de Batman que se le nota a Morrison que quiere contar desde los días del ultra-competente e impresionante Batman de la JLA: el héroe mas preparado e inteligente del mundo (aquí resaltan que el superpoder de Batman es no perder nunca, una idea encantadora y bastante cierta) contra el villano mas demoníaco de todos.
A lo largo de los seis números la emoción de la lectura procedía, por un lado, de la lucha ajedrecística entre Batman y The Black Glove y, por otro, del misterio de la identidad de este (La lista era interminable: ¿Batman?, ¿Thomas Wayne?, ¿Alfred?, ¿el hermano perdido de Bruce?, ¿el mismísimo Satán?). El final contestó la primera cuestión decisivamente del lado de Batman, pero en cuanto a la segunda terminó siendo bastante ambiguo y extraño, no dando una identidad clara al Black Glove y deslizando que podría ser Thomas Wayne, podría ser el Diablo y podría ser el mismo Bruce, cosa que decepcionó a varios, incluido a mi en una primera lectura, pero que luego se me antojó como perfectamente acorde al Batman de Morrison.
Este mismo es completamente ambiguo: todo se balancea entre la posibilidad de locura y la hiper-sanidad de Batman (¿es Bruce Wayne un loco o un tipo que esta en sintonía con su mundo y cuya respuesta al asesinato de sus padres, vestirse de murciélago y combatir el crimen, tiene mucho sentido dado su medioambiente ficcional?), la realidad o irrealidad de las aventuras del Black Casebook (una libreta donde el murciélago relata sus aventuras mas bizarras, esas que tienen elfos, bandas de alienígenas musicales o serpientes marinas), el deseo de dejar una marca en el personaje y la realidad de su existencia como una propiedad intelectual de DC Comics y de la producción de comics de Batman hasta el fin de los tiempos, aunque los escriba Beppo, el Súper Mono. Del mismo modo que la interminable y larguísima historia de Batman condiciona y arrastra a Bruce Wayne, el hecho de la continuidad de la publicación condiciona a Morrison.
Y es por eso que su último numero, en el cual las tablas se dan vuelta y se revela que Batman lo sabía desde el primer momento, en el cual vemos a un Batman hiper eficiente, determinado, preparado, malditamente genial, simplemente funciona, porque, como dijo mi amigo Domínguez, revela que, en el fondo, es solo otra aventura más y que el Black Glove es otro villano destinado a ser outsmarted por la mente poderosa como una ciudad de bombillas-cerebro del detective más grande de la galaxia

III.

A diferencia de All Star Superman, su hermano apolíneo (y no es que Batman sea dionisiaco, en realidad se acerca a Hades), el Batman de Morrison adora la inconclusividad, una cierta confusión acerca de su resolución, una aceptación alocada y frenética de la infinitud de sus aventuras. Aceptación, por otro lado, completamente explícita en una historia cuya primera página es esta:


All Star Superman, quizás por su condición de proyecto fuera de la continuidad, provee una visión definitiva, icónica y multidimensional, que integra en profundidad de fractal, a Weisinger, Byrne, Shuster, Maggin, Jurgens y mil creadores más, pero en una figura elevada, completa, dando un comic con una estética rápida, emotiva, limpia, brillante.
En Batman resalta la fractura, lo aparentemente irreconciliable, los elementos de una historia que se apilan como cajas de comics en sótanos húmedos. Batman ha sido, de acuerdo a los días y los años, el oscuro aventurero de la noche y el ridículo héroe chistón con pancita y el incongruente héroe espacial y el detective obsesionado y una mitad del dúo dinámico, simpático y paternal y el aventurero trota mundos y el amante de una femme fatale y el maestro de artes marciales porque es Batman, idiotas, es tan increíble que tuvo mil vidas, cada una mas sorprendente que la anterior. Mientras que Superman es síntesis, Batman es acumulación, caos.
El único tema que se pierde un poco a lo largo del run de Morrison es la idea presente en los primeros números (y prolongada por la aparición de los tres espectros de Batman) de una superación de cierta imagen de Batman asociada al personaje los últimos 20 años, solidificada por Miller y, ahora, por las películas de Nolan: un monomaniático vigilante obsesionado con la guerra contra el crimen, con la venganza y el dolor (físico, psíquico). Sin embargo esto aún no concluye y tengo fe en el relanzamiento luego del largo invierno en el cual se sumerge la serie hasta junio del año que viene, período en que será escrita por Denny O’Neill, Neil Gaiman y finalmente Tony Daniel y luego del cual, se rumorea, habrá un nuevo Batman y Mozz volverá acompañado de…Frank Quitely! Esperemos que retorne recargado y superador, dispuesto a contar historias nuevas y chispeantes como pop-rocks (algo de ello había anunciado en entrevistas ya antiguas, donde decía que luego de Batman R.I.P. se venía una época de nuevos villanos y aventuras rocambolescas). O sino cazare a Dan Didio y lo matare como a un perro.

IV.

Por otra parte, en cuanto a como esta escrita y estructurada, es una de las obras más extrañas y confusas de Morrison, que ya desde Seven Soldiers viene apostando a la cacofonía y la rapidez, al amontonamiento de escenas en un espacio mínimo que se mueve a la velocidad de la luz. Su Batman es una conjunción de detalles y pistas falsas desplegadas en un estilo entrecortado e incansable, que nos da pistas y pedacitos de información en escenas que parecen incongruentes o innecesarias, que salta rápidamente de un momento a otro, con un ritmo de staccato, y deja porciones de la historia o momentos fuera de panel, de una manera intencional, obligándote a pensar y reconstruir.
Este estilo de escritura funciona mejor, mucho mejor, en R.I.P. que en números anteriores, sobretodo porque la base esta asentada, Morrison ha plantado ya los elementos que referirá en su “último” arco argumental, y estos se suceden como ráfagas de metralleta. De ese modo, la riqueza de detalles plantada en los números anteriores explota, dándonos momentos geniales como esta visión del Batman de Zurr En Arrh:


O esta conversación con Batmite, el ridículo elfo de la quinta dimensión:



O la apariencia del Club Of Villains:


O cualquier cosa que dice Damian, el hijo de Batman, uno de esos personajes que por su mezcla de arrogancia y capricho, solo Morrison parece escribir bien:


Morrison rescata y aporta un montón de cosas al universo compartido, como es su costumbre: la revitalización del Club Of Heroes, Damian, los man-bats ninjas (un concepto de esos que funcionan por pura acumulación, que parece hecho a la medida del Universo DC), los tres fantasmas, el Dr. Hurt, el Club Of Villains, un Joker verdaderamente terrorífico y glam… Todos juguetes hermosos, originales y relucientes que seguramente serán arruinados por los hacks y los idiotas como Prometheus.
Morrison expresó que con Batman R.I.P. estaba apuntando a un “frenético goth pulp-noir; punk-psicótico, sombras expresionistas y cambios de escena entrecortados y pesadillescos, inspirados por las raíces de Batman y por el chasqueante ondear de su asombrosa capa”. Pensando en una analogía musical, inmediatamente se me ocurrió Soft Cell: dramatismo y exageración de neón (la imagen en mi cabeza era la tapa del Non Stop Erotic Cabaret), histerismo y ritmos cortantes debajo de los cuales hay historias grotescas, de sexo perverso, de enanos vestidos en colores fluo, de cuero y agujas.
Su aspiración a la incompletitud, la aceptación de lo infinito de Batman, su tangencialidad y su acercamiento totalmente inclusivo y por momentos epiléptico puede ser leído también como su mayor falla, y es de hecho lo que más ha molestado a los *puristas*, pero yo creo que es parte de su encanto y además, muy claramente, esta es una obra que hace de esas características el centro de sus preocupaciones, que esta construida sobre la imposibilidad de terminar una narrativa definitivamente.
El otro punto débil de Batman R.I.P. y, en general, de todo el Batman de Morrison es el arte. No es que sea ilegible, pero Tony Daniel es la perfecta definición de un artista mediocre, un tipo sin mucho estilo (a pesar de que hace intentos y se nota que quiere mejorar) y que es, en el mejor de los casos, servicial. Es como el último Jim Aparo filtrado por Jim Lee: medio aburrido y “flashy” de las maneras Image, con splash pages que no funcionan del todo y una narración que por momentos se vuelve confusa o que esta enmarcada en imágenes que le deben haber parecido cool en el momento de dibujarlas pero que no conducen demasiado bien al ojo alrededor de la página.

V.

Yo llamaría a Batman R.I.P. un triunfo esquizofrénico o un éxito secreto, no una versión perfecta, porque esta construida como la antítesis de ello, como una obra que hace de la infinidad y la acumulación de vidas de un personaje su tema. Y que, además, sobresale como un comic de superhéroes alimentado por la excitación y el atolondramiento (algunos le llamarían “thrill-power”) de un Batman triunfante, incansable, brillante, eternamente un paso adelante del próximo súper-criminal.

«But that’s the thing about Batman.
Batman thinks of everything«
.

(1) Porque faltaban los dos números de coda, el 682 y el 683, que son un «clip-show con Darkseid detras del viewmaster» de toda la historia de Batman, una genialidad en donde Morrison condensa decadas de historias en un solo cuadrito y que se lee, realmente, como una despedida perfecta para el único personaje con tantas decadas de continuidad como años de la industria del comic norteamericano. Y que cierra con este discurso:

«I need a disguise», he said, and I thought he had finally gone mad with grief, especially those next words… But when I saw what he meant, when I watched how he surrendered himself to an ideal…How he used each ordeal, each heartache and failure, to become a better man, in the service of others…What could I do but stand in humble awe?. And keep his wounds clean and his uniform tidy. And send him safely on his way.
«I shall become a bat»

«Alfred», he said not long ago. «If anyone ever asks for an obituary, tell them Batman’s big secret was the classic whodunnit?. Only it’s not about who killed Batman but who kept him alive all these years». And he stopped there, leaving the rest to me.

The whereabouts of Batman remain unknown.
And yet…I can see him now, in the grip of implacable forces, innumerable foes. Somewhere without hope. In a place where all seems lost.
And I know
this…The enemy will look away, for just a moment, underestimating him for that single fraction of a second too long. And no matter how dark the night…There will be no hiding place for evil.