Skeletal Lamping


Tenía miedo del nuevo de of Montreal. Me pasa siempre que está por salir el disco nuevo de una banda que me gusta mucho y podría ser una decepción absoluta. El adelanto que había escuchado («Nonpareil of Favor», el primer tema) no me había cerrado en las primeras escuchas y ya estaba esperando lo peor. No se imaginan lo contento que estoy de poder decir que mis miedos fueron infundados.

Este es el disco más alejado del pop que hacían en su primer etapa y el menos cancionero. El sonido del disco está anclado alrededor de lo que ya se veía en los temas con más groove de la segunda mitad de Hissing Fauna y hay algún tema que es directamente soul, deforme, pero soul al fin. Si el anterior narraba la transformación de Kevin Barnes en su alterego Georgie Fruit, en este disco el alterego tomó totalmente el control.

Los temas son difusos, parecen compuestos de fragmentos apilados uno encima del otro más que como canciones, muchos no tienen estribillos, entre bajos densos y falsetes se deshacen y se rearman y de repente son otro tema. El disco entero funciona muy bien como una unidad, como una sola pieza dividida en partes.

Todo esto lo convierte en el disco más hermético de la banda. Me tomó tres o cuatro escuchas empezar a entender por donde iba y poder ordenarlo mentalmente y varias más para que realmente me encantara. Esto, no entender algo a la primera vez, tener que hacer un esfuerzo, encontrarme con algo que no viene predigerido para que la prensa se lo de de comer en la boca al público, es algo que hacía mucho que no me pasaba con un disco «indie», más o menos desde el anterior de of Montreal, y me hace sentir tan bien.

Vuelvo a sostener que of Montreal es la única banda que muestra una posible alternativa al aburrimiento generalizado del indie. Es una banda única en este momento. Es una banda que a la mitad de su carrera cambió totalmente de sonido, les funcionó y siguieron evolucionando por ese camino hasta sacar los dos mejores discos de su carrera (sí, creo que este es el mejor después del Hissing Fauna) mostrando una inquietud creativa inusitada en el ámbito de la música pop actual. Especialmente en una banda que es capaz de sacar discos como estos y al mismo tiempo sigue siendo atractiva para el tipo de chico indie que lee (o escribe en) Pitchfork. Estoy esperando a ver la reseña de Pitchfork y demás. Con el Hissing Fauna siempre tuve la impresión de que hablaban bien por compromiso y por lo que la gente estaba hablando del disco, pero que apenas podían disimular el desinterés y remarcaban en las reseñas que se podía ver con esfuerzo al viejo Barnes detrás del glam, el soul y la teatralidad. Mientras tanto of Montreal es algo así como la luz al final del tunel del indie y este disco (p)optimista, alegre, divertido, carente de sensiblería más no de sensibilidad, lleno de glam, brillo, sexo y soul podría ser (va a ser) lo mejor que le va a pasar al pop este año.



Hipster: The Dead End of Western Civilization por Douglas Haddow en Adbusters.
The camera is mightier than the rock, la respuesta de Momus en Click Opera.
I am angry, I am ill and I’m as ugly as sin…, respuesta de Mark K-punk a los dos.

AdBusters sacó de nota de tapa una crítica de la cultura hipster señalándola como el callejón sin salida definitivo de la contracultura y la cultura joven occidental y aunque pueda parecer excesivamente apocalíptica suena a verdad y algo debe haber porque logró indignar a un buen grupo de personas. Momus se puso la camiseta hipster y le responde con un post en su defensa que me parece que falla miserablemente en ver todos los puntos importantes de la discusión, no pasa del ad hominem como argumento principal y solo prueba que está demasiado metido en el bosque para ver los árboles y que los hipsters al ser una cultura que en su afán por aferrarse a nada ni defender nada también es una en la que no hay de donde agarrarse para defenderla de ningún ataque. Finalmente Mark le contesta a los dos artículos y necesita la mitad de longitud que los otros dos para demoler tanto la cultura hipster como el post de Momus. Como siempre K-punk delivers.

(Quiero escribir y voy a escribir más sobre la cultura hipster, pero ahora es muy tarde y me levanto muy temprano, así que dejo esto por ahora y en los próximos días posteo más.)


Chipmunk Rock #04


Matmos – Mister Mouth

Lo último que yo sabía de los Matmos estaba en su álbum “The Civil War”. Ahí los había dejado disfrazados de peregrinos, soldados confederados e indios, utilizando sonidos de baterías que parecían tambores de guerra y sampleando flautas, en una batalla de Gettysburg moderna como un juguete a cuerda.
Luego sacaron un disco en el que dedicaban canciones a diversos héroes personales, desde Wittgenstein hasta Darby Crash. De que modo me salteé completamente ese disco aún me es desconocido, quizás pensé que por su temática era denso e insoportable (lo mas probable, conociéndome).
Y ahora vuelven con “Supreme Balloon”, un aparente descanso, un disco de teclados y ruiditos, muchos de los cuales asemejan los sonidos de un globo cuando uno lo frota con fuerza. Como esos magos de los “ruidos especiales” en las películas de Hollywood, que agitan planchas de metal y golpean cocos (una visión un tanto anacrónica pero encantadora, lo admito), pero esta vez destinado a la banda de sonido de de un videojuego.
Todo el disco tiene esa tónica, pero “Mister Mouth” me encanta por lo que sugiere. Parece dar nombre a un enano cruza entre Mario y un personaje de “Yellow Submarine”. Redondo y con bigotes, una boca enorme que cubre casi todo el frente de su cuerpo, vestido de tirolés (no me pregunten porque) me lo imagino superando escarabajos dientones y pequeñas alimañas, nadando en aguas infestadas de pirañas, saltando entre nubes de malvavisco que se disuelven solo con su apoyo, lanzando bolas de queso por su boca para aniquilar a sus enemigos y, finalmente, superando el nivel mientras adquiere un power up y gana una vida.