Berlín. Primeras impresiones.

Estuve pensando bastante cómo comenzar este post, especialmente luego de haber visitado también otros lugares. Creo que la forma más adecuada es narrando las primeras horas que estuve en Berlín, horas que viví mareadísimo por el jet lag y que pasé dando tumbos, sintiendo que me desmayaba en cualquier momento.
Lo primero que hice fue ir a la casa de mi amigo Tomás, con quien charlamos mucho, tomamos unos mates, comimos pizza y luego simplemente salimos a dar una vuelta, conociendo un poco el barrio donde él vive, Neukolln. Lentamente pasamos por varios canales y puentes, y nos perdimos muy tranquilamente para luego ir yendo a un parque cerca de ahí llamado Treptower Park.
En todo ese trayecto, charlando y observando la gente, las calles y los locales de a poco fui viendo las particularidades de Berlín así como de Alemania, especialmente aquellas que definitivamente no me esperaba encontrarme.
Lo primero y más impactante sobre Berlín, para mi, fue su ritmo. Es la capital de Alemania, una ciudad enorme, y sin embargo es una ciudad muy, muy tranquila y apacible, al ritmo de Montevideo o aún menor. Es una ciudad construida para unos 8 millones de personas pero que tiene tan solo unos 3 millones, entonces da una sensación muy linda de estar ligeramente vacía. No hay muchos autos, ves gente en la calle pero más bien poca, nada de locura desenfreno y velocidad. Fueron pasando las horas y me sentía muy cómodo, casi demasiado.
Lo segundo, que es bastante obvio porque en Alemania es bastante conocido, es su lado «Green», o sea, ecologista. Berlín esta repleto de parques, hay muchos, enormes por todos lados, y son bellísimos y muy desprolijos, en el buen sentido: El pasto no se recorta, y dejan que todo crezca de forma salvaje. Cuando cruzabamos Treptower Park, pudimos ver a un maldito castor nadando apaciblemente por el río. Y estaba yendo a SU DIQUE, que construyó ahí re pancho en el medio del parque. Y ahí te das cuenta que estás en Berlín, capital de uno de los países más ricos del mundo y ahí un fucking castor se copa en hacerse su diquecito totalmente old-school sin problemas.
En Berlín la bicicleta es reina, y hay bicisendas por doquier, que son una calle más y cubren toda la ciudad. Viejos, Empresarios, Jovenes, Inmigrantes, Chetos, Tatuados, tooodo el mundo anda en bici y hay bicis atadas por todos los lugares posibles. Y obviamente la variedad de gente que te cruzas por todos lados es totalmente radical, desde viejos punks que van con toda la dignidad del mundo, pasando por cuasi modelos hermosas vestidas impecablemente, y universitarios comunes y silvestres, y lo mejor es que podés ver un bar y estan todos sentados uno al lado del otro tranquilamente.
Todo esto del lado «Green» de la ciudad con la gente que la habita me llevó a otro concepto que tampoco me esperaba y me impactó mucho, que es básicamente los hilos invisibles que mueven al país y la sociedad, y la política.
Digamos que Alemania es un país mucho más socialista de lo que podríamos considerar a Uruguay o Argentina. Si no tenés laburo, si no tenés un mango, el estado te da plata: De cualquier forma esa plata vas a gastarla en el alquiler, en comida, en servicios: Es plata que es re-invertida en el mismo país. Es muy simple. Si estudías, te pagan, porque bueno estás ESTUDIANDO y lo necesitas para vivir. Por decirlo de una forma, Berlín me pareció muchísimo más compatible con cómo yo siempre pienso que deberían ser las cosas. Hubo un montón de situaciones de escuchar y ver cosas y decir «Claaaro! las cosas acá son como tienen que ser!»
Obviamente no es todo hermoso acá, doy un ejemplo de cómo el sistema tan rígido puede ser un verdadero problema o ser un tiro que sale por la culata: En Berlín, por ejemplo, estan prohibidos los locales en la calle. Pero, legalmente, vos si tenés algo en tu mano lo podes vender. Entonces – esto es increíble – hay puestos de locales de panchos donde el vendedor lleva el puesto ENCIMA SUYO, como una especie de carrito que lleva encima suyo y pesa una tonelada. Y cómo no fuese suficiente, otra norma obliga que cualquier local tiene que tener un tacho de basura, entonces el pobre hombre/local de panchos lleva en su espalda UN TACHO DE BASURA, en forma de mochila. Son dos leyes que de por sí podrían ser totalmente benignas y que juntas crean una atrocidad cómo esa, y no da para nada.

Otro tema mucho más jodido sobre Alemania es el sistema educativo. A rasgos básicos es algo así: A los 10 anios de edad, por un método de examenes y un poco arbitrario, se decide que qué tipo de carreras podés hacer. Son tres opciones, una es la Universitaria, otra sería para trabajos «White collar» y una tercera para trabajos «Blue Collar». Hay posibilidades de pasar de una a otra, pero requieren de cualquier forma terminar tú carrera y luego estudiar unos anios extras que te permitan entrar en las otras «categorias». Esto termina siendo un sistema super segregario donde la gente blue collar ni a palos se dan con otra gente white collar, viven en otros barrios, consumen otra cultura, etc, etc. Es rarísimo y bastante heavy, además de que nos rompe las pelotas a nosotros que tenemos tan en la piel el concepto de «Libre albedrío»(que la mayoría de las veces no es tan así, ya que no cualquiera puede estudiar hasta los 28 anios sin trabajar para ser médico, peeero..).
Sin embargo este sistema cuasi-medioevo tiene sus ventajas: Los trabajos manuales son carreras muy profesionales, digamos, y se pagan bien. El promedio de vida de los pintores, obreros, etc, es bastante más alto que al que estamos acostumbrados. Son carreras respetadas además, y también causan que todo este construido IMPECABLEMENTE: Las calles, los edificios, todo esta en otro nivel ya que eventualmente esta todo armado con gente que estudio 10 anios para hacer todo perfecto. En Munich llegué a ver obreros colocando baldozas en la calle y era un proceso super metódico y lento, colocando el nível y martilleando delicadamente para que el piso quede perfecto.
Por último y para cerrar este post de primeras impresiones, es fascinante cómo uno puede ver la historia reciente en las calles, en los monumentos, en todos lados. Acá podés encontrar estatuas con rifles, metralletas, de eventos que ocurrieron hace muy, muy poco. Y no hay monumento más ejemplizante de esto que el Treptower Park, un monstruoso parque a lo Taj Mahal que funciona como cementerio para unos 4000 soldados rusos que murieron en la guerra. En el centro del parque encontramos una estatua GIGANTE de un soldado, con una bebé en brazos, y con una espada rompiendo una esvástica bajo sus pies. Alrededor, un montón de placas con frases de Stalín. No solo es increíble que haya un monumento soviético en Berlín (sería el equivalente a encontrar en Paraguay un monumento feliz refiriendo a la guerra de la triple alianza) sino que además impacta la grandilocuencia de todo ese parque. Es un monumento creado para que duré mil anios, construído hace 50, y que es todo un homenaje a una ideología que ya no existe ni seguramente tenga validez jamás.
Esto es por ahora. Lo próximo será sobre Praga, Munich y seguramente un poco más sobre Berlín y las particularidades de Alemania en general.


De cómo llegar de Montevideo a Berlín en 20 horas.

(con este post comienzo una serie de tuits vacacionales, durante un par de semanas. )

lunes 15 de agosto

10:01 – Todo listo en el aeropuerto. Tenía un pánico importante, no paraba de pensar:»Seguro tengo un problema, me olvide un papelito, imprimir algo, no se». Pero no, me pidieron cédula y nada más. «Retirás el equipaje directo en berlín?», «Sí» y listo. Me tomo un café.
10:06 – De chico viajé en avión un par de veces por LAPA, te tomabas un bondi hasta colonia y luego un avioncito te llevaba a Ezeiza. el viaje duraba ONCE minutos, y era muy ridículo, aunque igual emocionante cuando uno tiene ocho años.
10:27 – Tengo que esperar una hora más. Me aburro y ya me recorrí el muy minúsculo «museo de la aviación» con dos aviones y dos pequeñas vitrinas mostrando algunas cosas. En fin.
11:24 – Pre-embarque. Interesante el depósito con decenas de encendedores y navajas que tuvieron que ser descartados para poder pasar.
11:49 – El aeropuerto nuevo de carrasco es muy lindo. Está lleno de brasileros. Y esta lleno de iPads. Me imagino que el momento de máxima utilidad de un iPad es en una sala de espera de un aeropuerto.
11:52 – Llaman para el embarque. Voy.
11:59 – El avión es un bondi! 2 filas de asientos de cada lado y listo.
12:12 – El senior que tenía al lado decidió irse a otro asiento preferencial por el cual le cobraron 25 dólares. wtf.
12:20 – Hermosa la sensación de despegar. ver la ciudad como un Sim City, cruzar las nubes, ver todo blanco, luego una colcha de nubes arriba y otra debajo. I´M SITTING IN THE SKY!
12:27 – Ok esto del cambío de presión y que se tapen los oídos constantemente no se si es tan copado.
13:30 – Torpe intento de dormir en este vuelo de dos horas. imposible. de a ratos, abro infantilmente la cortina de la ventana para veríficar que sí, que estamos volando. Pasan las azafatas con un free-shop a bordo en un carrito. Curioso.
13:40 – Avisan que va a haber turbulencias. Mmm.
13:50 – Las turbulencias son unos sacudones de segunda. Meeh.
14:20 – DIOS MIO SAO PAULO ES GIGANTE. Estamos por aterrizar.
15:20 – Ya tranquilo en la espera del siguiente vuelo. Luego de un episodio largo de «waarggh estoy en brasil no entiendo nada a donde voy que hago que onda con el equipaje» está todo en orden. El aeropuerto de Sao Paulo es bastante feo, la verdad, una especie de 3 cruces enorme y ruidoso. Acá ya nadie habla español y tuve que empezar a tirar fruta en inglés en un par de ocasiones.
16:32 – Ya dentro del avión de Lufthansa. Está lindo. Tengo de esos monitorcitos para ver películas, una almohada y una mantita. Me tocó justo sobre una de las alas del avión.
16:44 – Esto ya es distinto. Todo el staff, indicaciones, carteles, estan en alemán, así como mis compañerosde vuelo. De nuevo parece que todo el mundo tiene iPads.
17:20 – Ya en el aire de nuevo. es un viaje de 11 horas y media, con destino Munich (o «Muniqui», como le dicen en portugués, me encantó). El piloto habla de una forma re descansada y relajada, como si en vez de pilotear estuviera tirado en una playa tomando un jugo de mango. Habla en aleman, inglés y portugués.
17:23 – La selección de películas que se yo. Al menos esta Kung Fu Panda 2. Si llego a estar MUY embolado, también esta Thor.
17:24 – La selección de música es bastante más interesante. Hay Einsturende Neubaten! Kraftwerk! Brian Eno! La Velvet!
18:30 – Mirando Kung Fu Panda 2, tomando vinito, y comiendo unos pretzels con un sabor muy raro. Good times.
19:30 – Al parecer, el itinerario del viaje va acorde al cambio de horario alemán. O sea, estamos cenando. «Carne o Pasta?». «Carne». Unos bifecitos con una salsa agridulce, un poco de arroz, zanahorias al horno y chauchas, y un poco de ensalada con jamón y un flancito de postre. Y más vino. Esta muy bien. Entre los cubiertos hay un «Spork» (mezcla entre cuchara y tenedor)!
19:58 – 3era copa de vino y ya me estoy mamando. O al menos esa va a ser la excusa que voy a decir para explicar porque casi pianto el lagrimón con el final de Kung Fu Panda 2.
20:28 – Me tiré vino como 2 veces encima. Pensé que estaba en pedo hasta que observe el vaso y pasa que el avion se mueve bastante, es eso. Faltan como 8 horas de vuelo y en cualquier momento palmo.
23:30 – Ok… dormir se esta complicando. Esto no es como un bus a colonia – los asientos no se hacen cama -, entonces es más incómodo para dormir. Terminé viendo Thor. Una cagada. Loki es el villano más berreta de la historia? Me duele la cabeza.
23:34 – Descubrí la razón por la cual me sigo tirando vino encima y es tan vergonzosa que mejor me la voy a guardar para mi.

martes 16 de agosto

2:51 – Bleerrggh. Dormí, o algo así. Ya es de día, y estamos supuestamente en algún punto entre España e Inglaterra. Mirá vos. Llegamos en dos horas.
3:01 – Las azafatas reparten unas toallitas tibias, mojadas con un jabón. Son medio desagradables, pero cumplen un buen propósito para lavarse las manos y refrescarse un poco. Hay cinco horas de diferencia. llegaremos a las cinco, pero en alemania serán las diez.
3:31 – Terminé de desayunar. Un omelette, unas papas al horno, una curiosa salchichita, pan, queso y mermelada para untar, un poco de yogur de frutilla, y algo de fruta: sandia, uvas y melón. Y así, damas y caballeros, es como Ezequiel descubre que en realidad le gusta el melón!
3:38 – Volamos sobre Francia a poca altura. se ven los campos y casitas. Según el mapa, dentro de un rato pasamos justo encima de Paris. llego a ver la Torre Eiffel y me viene algo.
3:49 – Esamos arriba de Paris. Putas nubes del orto.

(en este momento decido cambiar la hora al horario alemán, así que..)

9:10 – Por aterrizar en Munich! A lo lejos se ven montañas. Me preocupa un poco el hecho de que solo tengo una hora entre que aterrizo y el próximo (y último) vuelo.
9:49 – Aterrizamos. OMG estoy en Europa y eso.
10:24 – Pre-boarding para el vuelo a Berlín. Varias cosas. Apenas bajé un señor me agarró y me pidió el pasaporte. Luego siguio interrogándome: De donde venía, porqué venía, con quien me quedaba, si tenía los pasajes completos, etc. Para ser una rotura de huevos, fue bastante amable. Luego el mismo episodio en Passport Control. No se bien porqué, pero me volvieron a preguntar de todo y me tuvieron unos minutos ahí. Supongo que por el hecho de ir sólo. Dudo que mi aspecto sea un problema, ya que adelante mío iba una especie de Slavoj Zizek mas comunista y guerrillero y pasó al toque.
El aeropuerto de Munich es gigante y hermoso. Super cosmopolita y ya puedo ver gente de todo tipo forma cara y tamaño. En el control de seguridad no me dejaron pasar un shampoo porque «era demasiado grande». Chau Pantene.
10:49 – HACE CALOR. Ya estoy en el tercer vuelo. El avión tiene un tamaño exactamente en el medio entre el Pluna y el Lufthansa anterior. Todos son alemanes. Este es cortito, una hora y ya estoy en Berlín. Igual las azafatas reparten jugo y barritas de chocolate. De nuevo, me duele un poco la cabeza.
10:52 – Creo que mi cuestión de «no me copan las mujeres rubias» se fue a la mierda a la hora de estar en Alemania, de paso.
11:40 – Se acaba esto. Estamos por aterrizar en Berlín. La muchacha que tengo al lado esta escribiendo en su laptop una nota sobre Lenny Kravitz .
12:05 – Llegué. Apenas empecé a esperar el equipaje y apareció mi valija. Divino todo. Ahora, ¡A salir!


Todas las ciudades son Nueva Orleans

Introducción

Hace unos días terminé la segunda temporada de Treme, la nueva serie de David Simon, creador de The Wire y santo devoción de El Baile Moderno. Me gustó mucho y creo que ha tenido bastante menos prensa de lo tuvo la serie policíal basada en Baltimore, lo cual es comprensible ya que el perfil de Treme es bastante más bajo.

Se dijo que The Wire es una serie sobre los conflictos de los sistemas y las estructuras de poder que hay en una ciudad moderna: la policía, el puerto, las escuelas, la prensa. Pero también es una postal sobre Baltimore, esa ciudad fea y gris que igual se la ve con unos ojos amables, con cariño. Por ahí va Treme, aunque tomando este concepto de serie-como-postal con más énfasis. Treme es toda acerca de Nueva Orleans, en su música, su cultura, sus tradiciones y problemas, luego del huracán Katrina.

Si la serie anterior de Simon era lenta, esta lo es aún más, llevando un tiempo muuy sereno, que va totalmente en contra de lo que uno esta acostumbrado en otras series. También es mucho más europea y artie, aunque mantiene ese “Gen The Wire”, esos hilos invisibles, esa estructura. O sea: Para la gente que extrañaba The Wire, eso que extrañan van a encontrarlo acá: Esa vitalidad, un montón de personajes complejos, queribles, odiosos, y como mínimo un par de escenas por capítulo memorables. Aunque en otro ambiente, y todo armado de forma mucho más suelta y libre, sin un main-motif o caso importante a seguir, y las historias que acompañan a sus personajes se van entrelazando y desarrollando.

Algunos personajes.

(here be spoilers)

Antoine Batiste: Antoine es lo más parecido que tiene Treme a un Jimmy McNulty. Un trombonista que la vive luchando y buscando shows en los cuales participar, tomandose taxis para ir de un lado a otro. Persona pedante, que vive su vida en plan “feel good” y sin preocuparse mucho por nada, Antoine es muy querible y se termina cruzando y uniendo a varios de los personajes (siendo exmarido de LaDonna, conociendo a casi todos los músicos de la serie, contratando a Sonny en su banda, etc). Además de estar en todos los capítulos, Antoine comparte con McNulty más o menos los mismos defectos: Alcoholismo, Infidelidad y ser un padre de lo más desprolijo e irresponsable. Al igual que el detective de Baltimore, uno tiene ganas todo el tiempo de que Antoine reciba una buena patada en el culo (cosa que ocurre). Pero no para de ser un personaje encantador, y cuando puede demuestra que tiene un gran corazón, como cuando le regala su trombón nuevo a un viejo colega que perdió todos sus instrumentos en el Huracán, o en su rol como profesor de música que termina ejecutando mucho mejor de lo que esperamos.

LaDonna Batiste/Williams: Una de las críticas que Amadeo hizo de The Wire es la poca presencia femenina que tiene la serie. Esto es razonable porque bueno, era una serie policial con un contenido muy masculino e inevitablemente en el mundo de la polícia y el narcotráfico hay más hombres que mujeres. Pero igual se notaba esa carencia, aunque los pocos personajes femeninos eran muy buenos. Por suerte en Treme eso no ocurre y tenemos muchos personajes femeninos fantásticos para elegir.

LaDonna es ex-esposa de Antoine y no se cansa de repetir el error que fue “haberse casado con un maldito músico”, y su odio a todo el gremio en general. Es dueña de un bar de mala muerte , una vieja herencia familiar, y su marido actual es un dentista muy correcto y copado que vive en Baton Rouge (capital de Lousiana). La indecisión de irse a vivir con su marido o quedarse en Nueva Orleans es uno de los hilos de la serie. LaDonna es muy fuerte, de esas mujeres intensas, seguras de sí mismas y muy atractivas, a quien le pasa de los sucesos más jodidos y sórdidos de toda la serie. Y del cual sale, no airosa, a duras penas, pero sigue adelante, cómo tal vez sólo ella sola podría.

Davis McAlary: Uno de los personajes más interesantes y odiosos de la serie, Dj Davis es un hipster insoportable, intelectualoide, careta y que va dando tumbos por la vida. Es el clásico rich kid con familia acomodada que dedicó vivir la vida bohemia falsa, en su casa desprolija y desordenada y con sus planes delirantes que son pagados y mantenidos por su familia que parece sacada de Arrested Development.

Sí, es odioso, pero yo banco a Davis. Lo banco porque es un personaje real, muy real, y todos en algún momento conocimos a alguien así. Su entusiasmo y energía funciona de motor para un montón de eventos de la serie y de la vida de los otros personajes, y es un buen tipo, un tipo sincero, con un amor real por las cosas que le gustan. Davis esta totalmente enamorado tanto de Nueva Orleans como del concepto de Nueva Orleans, y lo grita a los cuatro vientos todo el santo día. Un individuo fantástico que es totalmente feliz con solo caminar por el barrio de Tremé, respirar el aire costero y escuchar una marching band a lo lejos, tocando en un funeral.

Toni Bernette: Pobre Toni. Ella es una abogada más buena que una rodaja de pan integral sin sal, que se encarga de un montón de casos de gente desaparecida por el huracán, así como gente con problemas con el sistema judicial. Toni es de esas personas que decidió laburar y romperse el lomo toda la vida, que es incapaz de decir que no a un nuevo caso no importa cuan difícil imposible y hermético parezca. Las arrugas en su cara son como marcas de todo su esfuerzo y todo lo que lloró, tanto por los problemas de los demás como por los suyos propios. Sus relaciones tanto con su esposo Craig, como con su hija Sofía y el policía Terry son una parte importante de la serie y una de mis partes favoritas de ella.

Sofía Bernette: Me gusta Sofía porque es un balance muy ajustado entre el clásico estereotipo de “chica buena” y “chica mala” pre-adolescente. No necesitamos verla más de 5 segundos para darnos cuenta de que Sofía es una buena buenaza, inteligente y super capaz. Pero la vida va en su contra y la lleva a revelarse, a empezar a salir y emborracharse y hacerle imposible la vida a su madre. La relación entre ambas es muy interesante y es muy fácil empatizar con ambos lados del conflicto, entendiendo el enojo de Sofía y la incomprensión de su madre. Sofía, además, funciona cómo los ojos inocentes en la serie, en como ve a la ciudad, sus eventos, y la política y sus funcionarios.

Jeanette Desautel: Jeanette es LO MAS, y es la entrada de Treme en el mundo de la gastronomía. Una Chef que se dedica en la primera temporada a luchar por su seguro y garantía de los daños que recibió a causa del huracán, intentando mantener su restaurant que se va a pique. En la segunda temporada, harta de todo, decide irse a vivir a Nueva York y la serie la sigue, dando un refrescante cambio de foco en otro ambiente con otros personajes, lidiando con todo tipo de cocineros desde el facho terrorífico hasta el restaurant de David Chang que parece ser el sueño de cualquier cocinero hecho realidad. Al comienzo de la serie, Jeanette tiene una relación media chonga con Davis, que puede resumirse en una sola frase que le dice ella a él en un bar: “No te das cuenta que mi única vida sentimental en Nueva Orleans sos vos? Me tengo que ir de aquí ya mismo!

Al fin de la segunda temporada, Jeanette consigue una oportunidad y vuelve a Nueva Orleans. Un poco una lástima, porque su vida en Nueva York, con sus dos roomates fumadores de porro, el cambio constante de trabajos y sus one-night-stands desastrosos eran un gran soplo de aire en la serie.

Albert y Delmond Lambreaux: Dos personajes que se entienden mucho mejor juntos. Albert Lambreaux es un jefe indio de Mardi Gras, que sigue una vieja tradición surgida de la mezcla cultural entre los indígenas nativos con los negros esclavos que llegaron a Estados Unidos. Albert es un viejo terco, terco, terquísimo, obtuso super fiel y conservador a sus creencias. Decide volver a Nueva Orleans luego del huracán, solo, y se dedica a re construir su vieja casa a mano, negándose a que su familia colabore con él. Todos conocimos a un viejo amargo y terco y encantador como Albert.

Delmond es su hijo cool (en el sentido más elegante del término), un trompetista éxitoso en la escena de jazz más tradicional de Nueva York. La relación entre ellos es interesantísima, de cómo se rechazan pese a que se dediquen a lo mismo y sigan diferentes tradiciones. Hay cierta escena donde el padre va a ver a su hijo a un show en Nueva York. En el medio del set, podemos ver como Delmond mirá al público mientras toca y ve a su padre totalmente en otra, ignorando el show, charlando con otra gente. Al bajar del escenario, Albert lo felicita diciéndole que vio todo el set nota por nota y estuvo buenísimo.

De a poco en la serie sus mundos musicales se van fusionando de a poco (literalmente, podríamos decirlo) y su relación se vuelve un poco más saludable, pero sin obviar la terquedad absoluta del padre, que cede lentamente al mundo de su hijo pero sin admitirlo jamás. Delmond, lentamente, empieza a aceptar y apropiarse de la tradición indígena de su padre, encontrándose más identificado con ella que con el jazz tradicional que interpreta.

Annie y Sonny: Mmm. Esta pareja tal vez sea lo menos interesantes de la serie, pero igual merecen ser mencionados. Ellos son músicos callejeros, Annie tocando el violín, Sonny el teclado. Su relación se va desarmando en parte por la adicción a las drogas de Sonny y el talento natural de Annie y las oportunidades que le surgen a causa de eso, contrastado con las habilidades de su pareja y la vida bohemia que llevan.

En la 2nda temporada están separados. Annie sigue por su camino tocando en mejores lugares y con mejores músicos, mientras que la historia de Sonny sigue el clásico trayecto de caída y redención, que es un poco aprovechado para mostrar la vida en el puerto pesquero de Nueva Orleans. Nada muy destacable, pero son lindos de ver, especialmente a Annie tocando el violín, papel que hace Lucía Miccarelli, una violinista clásica. Realmente, verla y escucharla tocar es todo un placer.

Final

Una cosa que hablé con Javier sobre Treme es el rol de la música en vivo en la serie. Además de ser un hilo conductor, cada show y parte donde tocan bandas (que pueden ser 3-4 por capítulo) no son sólo un decorado, pasan cosas, eventos y emociones en el medio de los shows, que son importante para el desarrollo de la historia. Peleas, gente que no esta conectada con su banda, boicots en vivo, y mucho más. Es muy sutil y esta solucionado todo de una forma muy elegante. Y nunca vi una serie donde puedan mostrar tan bien las dinámicas de lo que es tener una banda desde dentro, así como la composición de las canciones, el conseguir fechas, la relación entre bandas y sus músicos, los egos, etc. Cuando muestran a un músico haciendo un tema mediocre, por ejemplo, REALMENTE es un tema mediocre. Lo mismo cuando alguien hace una buena canción o interpreta una buena versión. El desarrollo de la banda de Dj Davis, en la cual se da cuenta que la banda es demasiado buena para él mismo y termina auto-echándose de la misma, es genial. Y también la participación de Sonny en la banda de Antoine, donde un personaje principal queda totalmente secundario en otro contexto.

Hablé con algunos amigos que se decepcionaron un poco con la segunda temporada. La primera ya tenía eso de ser bastante ‘suelta’(en el sentido de ‘loose’ en inglés) y su mayor defecto era que no tenía un hilo conductor general. Esto se acentúa aún más en la 2nda, donde se agregan más historias y personajes más inconexos, y hay muy poca tensión dramática, y los capítulos se terminan sin que uno se muera de ganas de saber qué ocurre en el siguiente. La 2nda temporada igual agrega en algunos capítulos bastante más violencia y un poco de presencia de la policía, un guiño a The Wire pero también como parte de una realidad bastante dolorosa que ocurrió realmente en la ciudad: El crimen disminuyó a causa del huracán, pero lentamente empezó a volver a los mismos niveles de antes, y esa bajada de la tranquilidad a la realidad progresa lentamente, capítulo a capítulo.

Hace un poco más de un año alguien que vino de Estados Unidos comentó que Montevideo le recordaba bastante a Nueva Orleans. Tenemos varios puntos en común: La costa, los inmigrantes, la cultura negra, el barrio sur, la ciudad vieja y conservada. Tal vez por eso me sentí tan cómodo en el mundo de Treme. Terminada la 2nda temporada no estoy todavía seguro sí el formato tan inconexo y borroso de Treme es un defecto o tal vez es una falta de costumbre y es simplemente estamos frente a una nueva forma de narrar historias. Simon descubrió que su fuerte es mostrar pequeños mundos urbanos, y acá utiliza explota eso al máximo: La Nueva Orleans que muestra esta viva, radiante, decadente y hermosa, una conjunción perfecta entre las casas derruidas, las paredes con hongos y humedad, y sus habitantes, cansados, felices, tristes y enamorados que se chocan y cruzan sin parar. Para algunos, falta más drama, emoción, y golpe de efecto. Para otros, es más que suficiente.


Mini-Biblioteca Inexistente

Una pequeña selección de algunos artículos que me gustaron mucho, y que además estan conectados en cierta forma: Todos hablan de proyectos personales, intensos y complicados creados mayormente por una pulsión personal, ni por plata ni por fama ni nada de eso.

1) Entrevista a Matt Haughey, creador de uno de mis sitios favoritos en Internet, el blog comunitario Metafilter. Me gusta mucho su actitud anti-startup, y que el es muy feliz con su sitio, sus tres empleados, que le dan para vivir comodamente y sin intentar ser el nuevo Facebook, y en cambio hacer un buen sitio que esta funcionando hace ya 12 años.

2) Entrevista a los hermanos Tarn y Zach Adams, creadores del demencial y complejísimo videojuego Dwarf Fortress. Dos geeks de la vieja escuela, viviendo a sanguches de pavo y gaseosas y picando código toda la noche, solo preocupados por su pasión y su proyecto que “posiblemente tenga su versión 1.0 dentro de 20 años, aproximadamente”. Capos.

3) Excelente introducción al vasto mundo del Fan Fiction. Contando desde sus orígenes en los 60s, los fans de Star Trek, el Slash Fiction, la locura de Harry Potter y la saga de Twilight, así como las visiones tan dispares entre distintos autores que apoyan o condenan este género.


Hungría.

– Hace un montón que no escribo de música. Estuve escuchando un montón de discos nuevos que salieron este año: Junior Boys, Wild Beasts, Antlers, Bill Callahan. Todo me gustó, pero nada me inspiró a escribir. Así que me pareció mejor escribir sobre el disco que más escuché en lo que va este año, y que inevitablemente va a ir unido a lo que fue el comienzo del 2011.
– En general, uno siempre cae en tratar de escuchar música nueva, así cómo descubrir algunos artistas viejos. Tengo la teoría de que en ese patrón hay un lapso de tiempo musical que uno tiende a ignorar: La música que salió hace unos cinco, seis, siete años. ¿Que pasó musicalmente en el 2007?  Es bastante difícil poder darse cuenta ahora, visualizarlo bien: Uno necesita más distancia. Y todo lo que uno escucha de hace cinco años suena un poco demodé, porque no es demasiado nuevo ni moderno, pero tampoco es realmente viejo o no sabemos (de burros nomás) si lo que escuchamos es vigente o sigue valiendo la pena. Un montón de prejuicios boludos, ya se, pero existen.
– “Hungría”, de Gepe, es del 2007. Haciendo un esfuerzo y pensando en esa época, me acuerdo de cuando salió, de la salida de la folktrónica, o la mezcla entre las bases electrónicas más bien mínimas con charangitos, guitarras criollas y bombos legueros. En ese momento lo escuché muy poco. Y este año, a causa de una trancadera importante con los Dënver y Javiera Mena, decidí volver a escuchar a ver que ofrecía este otro músico del pop chileno.
– Es un disco más bien corto, de 10 temas en 35 minutos. Aunque los primeros temas arrancan relativamente ‘para arriba’, el clima del disco es más bien acústico, sereno y un tanto lánguido. Mucho shaker, maraca, acústicas, algunos climas de teclados, pero por sobre todo la voz de Daniel Riveros. En una entrevista parte del documental ‘Al unísono’ (que pueden ver aquí) el cantante comenta que aunque empezó a tocar la batería y luego se pasó a la guitarra, su instrumento favorito es la voz. Y se le nota, mucho. Gepe tiene una cadencia muy agradable y se esfuerza muy cuidadosamente en pronunciar cada sílaba con la forma e intención adecuada. Es de esas personas que por cómo cantan nos parece que son mejores personas.
– Ya lo hablamos varias veces con Amadeo en este blog, pero lo menciono de nuevo porque Gepe es de esa escuela: Tiene un algo, un no-se-qué, que te da la sensación de que es una persona muy tranquila y que alcanzó cierto nirvana personal. De que tiene la verdad, o que al menos se dejó de joder con ciertas dudas existenciales y esta por encima de esas cosas. Es lo mismo que me pasa (en distintas formas) con Britt Daniel de Spoon, o con John Darnielle de Los Mountain Goats. Escucharlos me da cierta paz y serenidad. Aunque está claro que esta sensación que me dan estos cantantes habla bastante más de mí que de ellos.
– Gepe tocó en vivo en Montevideo, una vez, en la pequeña sala Zabala Muniz, junto con Martín Rivero.  Yo no fui a verlo, pero un amigo sí y me contó esto: Gepe terminó tocando para unas 8-12 personas, cosa que le chupó absolutamente un huevo y metió un gran show bailando y agitando cómo si el lugar estuviera lleno.
– Cuando un día se me ocurrió canturrear la letra de ‘Esgrima’ y de ‘Celosía’ me di cuenta lo difícil que son de recordar las letras de Gepe. Y la verdad que sigo sin entender bien de qué pueden ir bien las letras. Supondría (con el mayor de los respetos) de que no hablan específicamente de nada. Creo que podría estar cantando en árabe, o inventar palabras a lo Sigur Ros, y el efecto emocional de las canciones sería el mismo. La lírica de las canciones es como un agregado, un color, un timbre de teclado, una capa de reverb sobre el disco.
(Se le esta dando mucha bola mediática al pop chileno. Puede ser que haya cosas que no estan taaan buenas de como estén pintadas. Pero creo que lo más destacable que tienen todos sus artistas es siempre una cierta actitud cero-bullshit que tienen todos. No hay una vuelta, un “juego” ni un yeite, ni nada por el estilo en su propuesta. Son gente que hace canciones, siguiendo la eterna y un tanto arcáica tradición del cantautor y no mucho más. Y lo hacen muy bien. Y punto.)
– No creo que “Hungría” sea un gran disco. No creo que su compositor haya pensado alguna vez en crearlo así. Es un disco que se refugia en su pequeñez, en todos sus espacios y silencios. En sus últimos tres temas, tristes y menores. En ‘hebra prima’, que es un tema tan poco apropiado para terminar un disco, y que lo cierra. Y no se me puede ocurrir un final mejor para ese disco.

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Como buen melómano romántico, siempre tiendo a asociar emociones y situaciones de la vida con la música que estoy escuchando en cierto momento. Un día en febrero iba en un ómnibus a tener una conversación potencialmente muy dolorosa, conversación que terminó aún peor de lo que esperaba. En el trayecto fui escuchando este disco, empezando con “Esgrima”, el primer tema. Me parecía raro escuchar algo tan ‘alegre’ en ese viaje, pero lo hice igual – recién descubría el disco y bueno, quería escucharlo.
Ahora cada vez que arranca “Esgrima” me acuerdo precisamente de ese momento, de ese ómnibus, del calor que hacía, de la ropa que tenía puesta, de las cuadras que caminé, de las cosas que compré en un Kiosco. Y lo extraño es que para haber sido un momento bastante jodido, lo recuerdo con una serenidad y nostalgia agradable.  Escucho “Esgrima”, y su letra que no se entiende de que está hablando, y me acuerdo de ese día, y me sonrío. Y ya pasaron un montón de meses, y todavía no entiendo bien porqué pasa. Tal vez podría haber pasado con algún otro disco, u otra canción. Tal vez no. Pero por esas cuestiones es que termino escribiendo cosas como esta.