Guilty Unpleasures, vol 2: Darío
Esta es mi respuesta, o al menos una parte de ella, a la cuestión de los Guilty Unpleasures que Ezequiel planteó hace algunos posts.
Joy Division/New Order: Creo que a esta altura ya todos lo saben aunque no suela decirlo explícitamente: Joy Division no me despierta nada y New Order menos todavía. Y si no suelo decirlo demasiado (aunque sí lo suficiente como para que sin nunca hacer mucho hincapié en ello todos lo sepan) no es porque me sienta culpable ni mucho menos sino porque es imposible no provocar la ira o el desconcierto de alguien al decirlo. Es todavía mucho peor que lo que decía Eze sobre que no te guste Lynch, porque los fans de Lynch saben que hay gente que no le gusta (en todo caso lo usan como regla para medir a la gente) pero nadie piensa que pueda no gustarte Joy Division y que no adores la figura de Ian Curtis. Pero bueno, no, no me gusta. En realidad por algunos años de joven creí que me gustaba, hasta que finalmente me pasaron los discos y me di cuenta que me aburrían muchísimo y que no podía escuchar ninguno entero. No me pregunten por que, no intenté racionalizar el por qué. Con New Order es mucho peor. Salvo por algunos temas con onda, me aburre todavía más. El Power, Corruption and Lies creo que lo logré escuchar una vez entero y nunca me volví a atrever a intentarlo. Mi paciencia tiene límites, gente, y New Order los superó todos.
The Jesus and Mary Chain: a Joy Division y a New Order no los discutí, solo dije que no me gustan, en cambio con la banda de los hermanos Reid no puedo tener la misma deferencia. Es hora de que lo diga, The Jesus and Mary Chain no es lo que todos dicen, ¿qué carajo le ven a esta banda? El disco que más me gusta de J&MC es el Psychocandy, sin dudas, pero en ese disco eran el ejemplo máximo de one-trick band. Solo se trataba de melodías pop clásicas con una enorme capa de distorsión y feedback arriba que era lo que le daba algo de especial (nada que el My Bloody Valentine pre-Loveless no hiciera mucho mejor). Para el segundo disco le sacaron todo el ruido y con el ruido se fue lo poco interesante que tenía y quedaron solo las melodías poco inspiradas. En fin, lo único que quiero decir es: Basta de la mentira Jesus and Mary Chain.
(Disclaimer: Estos no son todos mis guilty unpleasures, pero son los más notables en cuanto a música. Podría poner algunos más y posiblemente después escriba otra parte pero ahora no tengo tiempo y prefiero postear esto que dejarlo esperando un día más. Fuck it, post it, blogger attitude)
https://www.youtube.com/watch?v=6rVfqErvqoU
Conferencia del gran Grant Morrison en la DisinfoCon hablando de todas esas cosas sobre las que él sabe. Contracultura, magia, sigiles y demás cosas que él puede explicar mucho mejor que yo. Pop Magic.
(No sé si el 10 de enero no es una fecha demasiado tardía para un post de fin de año (por algo se llama «de fin de año», ¿no?) pero más de uno parecía interesado en que lo hiciera así que por una vez les voy a dar el gusto. Esta es una primera parte pero por cuestiones de tiempo nunca puedo terminar todo el post así que vamos con un pedazo que puede funcionar bien como un post en sí mismo y próximamente me ocupo de postear algo más.)
Contrariamente a lo que varios esperan, no voy a hacer una lista de discos del año. Ni siquiera escuché tantos discos de este año como para hacerlo y menos aún que me hayan gustado tanto. Este fue el año en el que me convencí definitivamente de algo que ya venía sospechando (y no era solo mía la sospecha): la música, si no está muerta, al menos se volvió totalmente irrelevante. La música pop está no-muerta, como decía Mark de k-punk. A pesar de esto me siento obligado a decir que sí hubo algunos discos buenos y mencionarlos. Mi disco favorito del año fue sin lugar a dudas (y ya todos saben lo que voy a decir) Hissing Fauna, Are You The Destroyer? de of Montreal, el único disco de este año que escuché y me pareció que tenía ese algo que te da la impresión inmediata de escuchar una obra maestra. Después de su crisis matrimonial en Noruega Kevin Barnes logró escribir su mejor disco hasta el momento y dudo mucho que pueda superarlo alguna vez. El Overpowered de Roísín Murphy es un disco brillante que descubrí recién sobre el fin de año cuando se me ocurrió repasar algunos discos que no había escuchado y que todavía me tiene totalmente enganchado después de semanas. Es curioso que los dos discos que más me gustan de este año sean discos sobre los que no tenía ningún tipo de expectativa. El Widow City de The Fiery Furnaces fue bastante bueno. Panda Bear estuvo muy bien con Person Pitch y logró hacer un disco mejor que todo lo que había hecho con Animal Collective pero tampoco lo tildaría de obra maestra y Astrud sacó el disco (Tú no existes) que más me gusta de ellos desde el primero del dúo español. Después de eso vienen varios discos que están bien pero que no llegaron a llamarme tanto la atención como el de Electric Six, un disco divertido pero que no me emociona tanto como a mi camarada Amadeo o El mamut de Massacre que es un buen disco con varios temas muy buenos que muestran a la banda a su mejor nivel pero que en total es un poco inferior a otros de sus discos y que en la totalidad de la discografía pasaría desapercibido.
Otros varios artistas de los que esperaba más sacaron discos francamente decepcionantes, como Kanye West que sacó Graduation, el peor de sus tres discos aunque tenga uno de los singles del año, «Can’t Tell me Nothing». El Strawberry Jam de Animal Collective no lo escuché entero pero por lo que vi no está muy bueno y Jens Lekman, del que me había hecho muy fan con sus dos discos anteriores, sacó el embole total de Night Over Kortadella, un disco en el que a pesar de que la mitad de los temas no son nuevos y la otra mitad son lo mismo que venía haciendo la suma de las partes no cierra y creo que puedo contar con los dedos de una mano cuantas veces escuché el disco entero. Curiosamente en varios medios parece que este es el disco que más les gusto del sueco. Calvin Harris sacó dos de los mejores singles fiesteros de este año, «Merrymaking at My House» y «Acceptable in the 80’s» pero el disco es como mucho un meh y que es el peor representante de lo que James Murphy decía en «Losin’ My Edge», la «borrowed nostalgia for the unremembered 80’s». El de Arcade Fire estaba bien pero hasta ahí.
¿Hubo algo más interesante? No sé, hubo una cantidad enorme de discos que figuran en todas las lista y que yo no escuché y no sé si voy a escuchar. Lo que sí merece una mención especial, sobre todo porque más de uno está esperando que la haga, es Banio Qimico, sin dudas la banda nacional del año, lo más divertido que escuché este año y la prueba definitiva de que el cualquierismo debería existir como vanguardia artística.
La mayor cantidad de música que escuché este año no fue de este año y tengo que decir que descubrí cosas maravillosas, desde toda la escena neozelandesa del sello Flying Nun hasta Wendy Carlos, pasando por Robyn Hitchcock, J-pop, girl groups de los 60s, música tradicional irlandesa y yé-yé. Tuve un año bastante musical aunque no haya sido un gran año para la música. (nota: Dag me hizo acordar que también escuché mucho Half Japanese por que me pasó un greatest hits. ¿Ya está? ¿No tenés quejas?)
Shows en vivo vi pocos y la mayoría no me impresionaron mucho ni fui a verlos con mucho interés. Posiblemente el que más me gustó haya sido el de Anthony Braxton, un show demoledoramente intenso y free hasta el punto de casi ser noise. Y por cierto, basta de la mentira Battles.
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Videogames are the new rock. Esta es otra cosa que venía sospechando y de la que este año me convencí del todo (y se que no estoy solo en esto, Ezequiel está de mi lado). Hubo una época en la que temí por el futuro de los videojuegos, temí que la industria se convirtiera en una eterna manufactura de clones de clones de clones, todos alineados en dos o tres géneros que se sabía que funcionaban bien y no había razones para variar, pero un boom de freeware, indy games y juegos experimentales, combinado con una gran maduración de la prensa especializada, lograron que esta época sea tan emocionante como esa época de oro que eran los principios de los 90s. El hecho de que sea un área donde todavía queda tanto para explorar, en la que se puede hacer cualquier cosa y que recién ahora muchos se están dando cuenta de esa infinitud de posibilidades, que cualquier innovación tecnológica o cualquier situación particular del mercado pueda ampliar aún más ese crisol de posibilidades, hacen de los videojuegos uno de los campos más fertiles de la cultura contemporánea. ¿No es obvio que a esta altura los videojuegos son una expresión cultural mucho más relevante que la música? Los chicos de hoy sueñan con ser game designers mientras el rock y sus mitos cada vez más pertenecen a sus padres. Mientras la industria discográfica lucha contra la piratería, Tower Records quiebra y Virgin Megastores cierra y vende sucursales ante la caida estrepitosa de las ventas de discos, la industria de los videojuegos está en su momento más alto. Desde pequeñeces indie como el Flow o Dangerous High School Girls in Trouble (jueguen ese juego, se lo que les digo)hasta tanques como el Call of Duty IV o el Crysis, pasando por casual games como el Peggle y delirios como el Portal, la actualidad está llena de videojuegos geniales. Una mención especial merece la serie de aventuras gráficas de Sam & Max. Los juegos esos redefinen la idea de ficción interactiva planteándose de la misma forma que una serie de televisión, dividido en temporadas y capítulos, con la única diferencia de que uno guía la historia voluntariamente a través de una interfaz one-clicker (la mejor interfaz posible, siempre).
El 2008 va a ser un año gamer.
(próximamente, mi año en cine, libros, tv e internet, algún otro rant sobre música y algún discurso más sobre la gloria de los videojuegos)

Let's talk about porn
Se habló por arriba de este tema hace poco acá mismo y casi simultáneamente se discutió también en un post en el blog del Rufián, pero eso ya pasó y no puedo explayarme tanto sobre un tema solo en comments así que creo que ya es hora de hablar de pornografía.
I. La pornografía es el único momento del capitalismo en el que la instrumentalización del cuerpo es un fin en sí mismo en vez de un medio para un fin. Esto convierte a la pornografía en la instrumentalización última del cuerpo, la expresión máxima del capitalismo.
II. Esa instumentalización del cuerpo está acompañada por su objetivización. El cuerpo se convierte en un producto más de la producción industrial de imágenes.
III. Usar como argumento a favor de la pornografía que sea algo consensual, que sus partícipes sean voluntarios, sería igual a usar como argumento a favor de los sweatshops que los empleados son voluntarios y no esclavos. Así como los límites de lo voluntario no son claros en el espectáculo («el adulto, dueño de su propia vida, no existe en ninguna parte» decía Debord en la tesis 62), lo consensual del sexo en la pornografía se puede (se debe) poner en duda.
IV. Ya dijimos que la pornografía es parte de la producción espectacular de imágenes. Estas imágenes son independientes de la gente que las produce, de sus participantes. Las imágenes siguen funcionando independientemente de cualquier responsable, están vivas en seno del espectáculo y son independientes. Si alguien retratado en esas imágenes quisiera que dejaran de funcionar no podría hacer nada para lograrlo. En ese momento, ¿todavía es consensual? ¿todavía es voluntario? ¿el afectado no sería una víctima?
V. No perdamos el punto de la discusión. No quiero hablar de moral, no quiero hablar de corrección política. Los reproches morales con para los curas, los conservadores y los padres de familia. Y no soy ninguna de las tres. Tampoco voy a criticar el consumo de pornografía. Nadie es lo peor, ni un pervertido despreciable por mirar pornografía. También todos miramos tele y sabemos que es lo peor, y escuchamos música pop que sabemos que es un producto, y miramos películas que sirven para que algún productor se compre otra mansión más. La diferencia está entre hacerlo ciegamente o poder poner las cosas en su lugar, estar conciente de que es lo que está en juego. Y como esto no se trata de reproches morales sino de política, cuando hablo de una víctima como en el punto anterior no hablo de una pobre víctima inocente de la que se aprovecharon los sucios pornógrafos, hablo de una víctima del capitalismo y espectáculo.
VI. Aunque por años las feministas discutieron sobre si la pornografía era degradante para las mujeres, supongo que esa discusión está obsoleta ante el panorama actual de la industria. La degradación de las mujeres, la humillación y la violencia son la tendencia en la pornografía actual. Ya no tiene sentido preguntarse si es una objetificación de la mujer o si es machista. La degradación está ahí, presente, a la vista de todos, es el objeto de cambio.
VII. Si vemos una violación actuada, o humillación consensuada en una película porno, ¿qué la diferencia de una violación o un acto humillante real? Alguien puede decir que una violación tiene que ser necesariamente forzada, pero no existe tal cosa como la humillación actuada. ¿Cómo se puede insultar a alguien sin insultarlo efectivamente? No existe la actuación. Incluso la idea de que una violación fingida no es una violación es falsa. Las imágenes resultantes son las imagenes de una violación, y, al igual que una el interés en una falsa snuff sería que se cree que es verdadera, no son consumidas porque están actuadas, sino porque son de una violación. Aún sabiendo que no es real, la imagen, el fetiche, es el de la violación. La violación es por tanto una imagen más dentro del mainstream del consumo cultural. La violación que se lleva a cabo tal vez no sea la de ninguno de los participantes efectivos de las imagenes. La violación es la del concepto entero de la mujer, es la imagen de la mujer como idea del espectador la que es constantemente violada.
VIII. Una discusión seria o un estudio de la pornografía tiene que ser encarado desde el la semiología acorde a la primera definición de Saussure, como el estudio de la vida de los signos en el seno de la vida social.
IX. Una eterna discusión es si la pornografía solo reproduce un deseo que está presente en la sociedad o si genera esas imagenes. ¿Reproduce las fantasías del público o actúa como un agente homogeneizador que implanta las mismas fantasías en todos los consumidores? En el documental The Merchants of Cool Douglas Rushkoff se preguntaba lo mismo sobre el consumo cultural en los adolescentes y el comportamiento sexual que se les muestra en los medios destinados a ellos. ¿representaba realmente como se comportaban los adolescentes o los adolescente imitaban lo que veían? En algún momento Rushkoff llega a la conclusión de que es un loop cultural constante, una retroalimentación. El espectáculo vende imágenes, el consumidor las imita, el espectáculo lo recoge y lo vuelve a vender. Simple. Creo que eso mismo se aplica a todo el consumo cultural y la pornografía entra ahí también. Me pregunto si hay alguna forma de consumo cultural más baja que el consumo de imágenes. Esta forma de consumo de sexo igualado a consumo de imágenes es, citando a los situacionistas, la sexualidad de la miseria, la miseria de la sexualidad.
X. Reductio ad absurdum. Si lo consensual de la pornografía puede ser puesto en duda, si las imágenes son dueñas de sí mismas y funcionan más allá del control de nadie, si la gente va a seguir viendo a alguien teniendo sexo y ese alguien no va a poder hacer nada para impedirlo, ahi donde la idea de consenso ya no sirve de nada, ¿qué podría diferenciar a la pornografía de la violación? La respuesta es obvia, toda pornografía es violación.
Después de una semana folk y otra semana matándome con los Pogues estuve por lo menos dos semanas con una dieta exclusiva de pop francés durante las cuales escuché muchas cosas que no había escuchado y armé este post con tres de los temas que más me pegaron pero lo dejé demasiado tiempo como draft y creo que es hora de terminarlo.
Brigitte Bardot – Oh! Qu’il est vilain
Es imposible no caer rendido ante algo tan encantador como una canción de Brigitte Bardot. Cualquiera. Y particularmente esta. No solo es el tema más naïve que escuché de BB sino que debe ser también el más inocente y tonto de todo el pop francés de los 60s. Cualquiera con una debilidad por el naivette pop como yo va a saber apreciar este tema.
Serge Gainsbourg – L’Hippopodame
Uno de los mejores no clásicos del gran viejo verde francés. Un tema soberbio con un ritmo húmedo que en menos de dos minutos destila tanta elegancia que sorprende incluso para ser un tema del siempre elegante Gainsbourg. Aunque hasta ahí llega la elegancia porque la letra es tan inmoral como casi todo lo que hizo el francés, comparando a una mujer gorda con un hipopótamo con notable lascivia y guiños escatológicos a tono con el resto del disco. El tema está incluido en Vu de l’Exterieur de 1973, un muy buen disco dedicado enteramente a la escatología y que contiene algunos de los mejores y más flagrantemente incorrectos temas de Gainsbourg.
Jacques Dutronc – Et moi, et moi, et moi
Dutronc fue mi gran descubrimiento en estas últimas semanas. Lo había conocido gracias a una recomendación de el Pega pero no lo había escuchado hasta ahora. Su homónimo disco debut de 1966 es una obra maestra en la que no falla un solo tema, pero este sobresale. Aparentemente de poco renombre fuera de Francia (este disco ni siquiera tiene reseña en allmusic) donde creo que es más conocido por ser el marido de Françoise Hardy que por mérito propio, este tema fue un éxito en su país. Dutronc es de entre todo el yé-yé que escuché, el músico con influencias más claras del rock extranjero, con riffs de guitarras afilados y ritmos garageros demoledores. Tal vez el músico más subestimado de la época.