Universidad De Los Monstruos.

monsters university achicado

(Cuidado: Aquí hay spoilers).

A veces me olvido que yo también crecí viendo Pixar. Después de todo, cuando Toy Story salió en 1995, tenía 11 años, la fui a ver al cine. Como todos en el mundo, observé la transformación de Pixar de promisoria compañía de animación inteligente a inmensa contadora de historias que trasciende todas las barreras y luego a compañía de animación alojada en el corazón del imperio Disney que es bastante mejor que todas las demás pero hace un tiempo que no produce su mejor trabajo. Una historia (norte)americana, bah.

Y es verdad también que muchos de nosotros estamos decepcionados con Pixar, especialmente luego de sus últimas dos películas. Cars 2 fue muy muy mala, una carrera alrededor del mundo sin pies ni cabeza que cometía el error de destacar a Mate, personaje que nació para ser sidekick si los hay (y eso que yo no soy de aquellos que odian a la Cars original, un grupo nutrido pero inexplicable). A Brave, si debo ser honesto, ni siquiera la miré, pero tengo buenas referencias de que era plomazo y aburrida (lo cual es un poco triste, al ser su primera película con protagonista femenino). En los últimos años se ha comenzado a producir una simbiosis particular entre Pixar y Disney, algo esperable desde el momento en que John Lasseter fue nombrado Chief Creative Officer en 2006, al lado de la compra de Pixar. Básicamente, desde ese año Disney intenta reproducir y formatear en un laboratorio alimentado por sus incontables millones aquello que hizo que las películas de Pixar se volviesen parte de la mitología de la cultura popular, y venderlo en porciones a razón de una vez por año, como lo hacían antes, cuando la animación se dibujaba con la mano y las películas estallaban en canciones.

El fruto de ésta unión, hasta ahora, ha sido irregular: Bolt era simpática pero olía demasiado a formula, Tangled Up parecía una película de Disney a la antigua usanza con humor Pixar. Wreck It Ralph es, para mi, la versión más exitosa de la alianza, una película que le chupa la energía a Pixar de las formas correctas y en un mundo interesante y pre-empacado (que, sin embargo, no llega jamás a la altura de los peores momentos de Toy Story ) y a la vez lo mezcla con cosas puramente Disney como el recurso a las princesas y la idea de que alguien es especial desde el inicio. E incluso Wreck It Ralph es una película problemática que a mucha gente (pregúntenle e Ezequiel nomás) no gustó mucho. Es, también, un poco una oportunidad perdida ya que no explota ni explora el universo de referencias de videojuegos por completo y elige como lugar de desarrollo un solo escenario apuntado a las niñas (la demográfica que, según supongo entienden en Disneylandia, no juega videojuegos). Pero hay que recordar que todas esas cosas son cosas que Disney quiere, que espera de estas películas. Objetos previsibles con destellos de genialidad para ser consumidos de forma masiva, hasta que la formula se agote y absorban la energía de otro gigante estelar.

Lo que probablemente Disney nunca pueda asimilar de Pixar y lo que hace que sus películas aún sean atendibles a pesar de sus altibajos, es que están en diálogo continuo con la historia de cine en particular y con diversas formas de creación artística en particular. Lo que la crítica tiene en mente cuando piensa en la época dorada de Pixar es, probablemente, la seguidilla que va de Toy Story 2 a Up, con puntos altos en Ratatouille y Wall-E (aunque quizás esto también sea una reconstrucción basada en mis memorias y preferencias). Todas esas películas son ricas en colocar las influencias que las hicieron posibles en primera plana y combinarlas con su profunda sensibilidad (que a algunos molesta, pero yo voy al cine para emocionarme y, si, a veces, llorar, así que estoy muy de acuerdo con este costado de Pixar). El tonto homenaje a Star Wars y las series para niños con muñecos, bajo presupuesto y vaqueros de Toy Story 2; la referencia a la ciencia ficción contemplativa del cine norteamericano de los años setenta y a su denuncia social en Wall-E; el homenaje a las películas de aventuras de la misma Disney en Up; el amor por un París mítico, muy cinematográfico, y el homenaje al arte de la cocina en Ratatouille; la fascinación con los superhéroes que los lleva a hacer la mejor película de los 4 Fantásticos en The Incredibles; el anhelo por una cultura del automóvil que jamás volverá en Cars. En algunos de estos homenajes se huele más que un poco de nostalgia y conservadurismo, pero es un conservadurismo que va acompañado de tanta destreza, con historias tan buenas y que está narrado, después de todo, a través del prisma de la animación computarizada más avanzada, que nunca es reaccionario ni evidente.

Y así, en ese estado de cosas, llegamos finalmente a Monsters University, que es recibida con expectativas que son un encapsulamiento de la posición de Pixar en el mundo del cine actual: es una película de Pixar, entonces se espera muchísimo de ella, pero a la vez es una precuela de una de sus películas de su época dorada, lo cual traiciona que Pixar no es lo que era. Entonces la crítica la ha recibido alabándola bastante, pero cuidándose de elevarla por los cielos. “Está bien pero no es tan buena”. A esta percepción se le agrega, además, el hecho de que casi nadie de la película original está involucrado en esta.

Bueno, yo vengo a decirles que es GENIAL. En primer lugar, es lo más cercano que han estado los de Pixar a hacer una comedia en el sentido tradicional del término. Una película construida en base a una inagotable reserva de bromas que proceden tanto de sus personajes como de sus situaciones. Está tan cargada de chistes que hay muchos que son estilo “parpadea y te lo perdés”. Y la mayoría son muy graciosos.

En segundo lugar, como las películas que mencioné arriba, es un film en diálogo con el pasado y con sus influencias. Lo que el director debutante Dan Scanlon (junto con los guionistas Dan Gerson y Robert L. Baird) hizo es animar una película de fraternidad universitaria con los personajes de la película original, pero que a la vez asume que es una película sobre monstruos, entonces de algún modo es el reverso de una película de terror. En el primer departamento, es un gran triunfo: la sensación que da es que el universo de Monsters de pronto es expandido dramáticamente con la introducción de toda una ciencia muy detallada del asustar, de un mundo universitario repleto de fraternidades con sus propias características y una estructura dramática centrada alrededor de una competencia estúpida que quizás les enseñe más a los personajes que su experiencia académica. Es una gran “college movie”. Y es increíble que hayan logrado mantener el ambiente y la diversión de una película de esa naturaleza a la vez que la han convertido en algo completamente paladeable para una audiencia infantil, sin sexo ni drogas ni alcohol ni reviente.

En el segundo apartado, la película está repleta de referencias visuales y a escenas de clásicos del terror, siendo la más destacable un homenaje a Carrie fabuloso. Hay toda una reflexión sobre el arte de asustar, sobre la manera en que el cine ha estandarizado una serie de recursos, procedimientos y trucos para dar miedo. Todas herramientas que estallan en la escena final, en donde Sully y Mike deben asustar a un grupo de adultos. Al mismo tiempo subyace una idea sobre lo que puede ser monstruoso o no, y no es casual, supongo, que los miembros de la fraternidad más exitosa y que asusta más sean los más monstruosos y los jocks y los miembros del grupo al que se unen Sully y Mike sean parecidos a Muppets. Quizás el mensaje de la película es que el diseño de monstruos y el terror puede y debe ser más imaginativo y sugestivo, por sobre la sangre y el shock and awe.

El diseño propio de los monstruos de la película, ya que estamos en el tema, al principio parece inofensivo: los colores primarios, las formas redondeadas, el estilo circular y suave de la mayoría de las criaturas es un resabio de una época en la cual Pixar aún no contaba con la potencia computadoril para crear pesadillas complejas pero que ha devenido en elección estética (además de que tampoco se pueden hacer monstruos muy terribles en una película que está dirigida a niños). En el 2001 el pelo de Sully era un logro técnico impresionante, en el 2013 parece una simplificación. Pero dentro de esa lógica y una vez que uno observa a los personajes en pantalla el tiempo suficiente, se percata de que los muchachos de Pixar han producido una variabilidad bastante grande de seres. Que han utilizado un sinfín de elementos animales combinados de formas quiméricas y originales, desde el cuerpo de langosta de uno de los jocks hasta la terrorífica combinación insecto-dragón de la directora.

Pero, finalmente, debemos retornar a los personajes. Uno ve las películas de Pixar por los personajes, además de por la asombrosa habilidad técnica. Son estos los que cargan las historias. Han logrado encontrar un punto en el cual los dos protagonistas son ligeramente diferentes pero ya esconden en su interior las pepitas de su desarrollo y sus personalidades adultas. Mike el divertido, optimista y simpático monstruo aplicado y Sully el relajado, natural e inseguro monstruo gigante. Por otro lado, la película está dedicada a Mike Wazowski, en contraparte con Monsters Inc. que estaba mucho más dedicada a Sully. De ese modo resuelven el problema de una secuela de una manera binaria. El enfrentamiento entre Sully y Mike en el fondo esconde una pasión compartida por el susto que se revela gradualmente como una compatibilidad profunda que veremos en acción en Monsters Inc. Además, Pixar toma una decisión valiente: los héroes no triunfan. Es raro pensarlo y mucho más raro darse cuenta ya que el final tiene un carácter tan eufórico que esa elección narrativa poco ortodoxa pasa por sobre nuestras cabezas pero: al final a Sully y a Mike los expulsan y se ven obligados a comenzar en Monsters Inc. desde abajo, cosa que solo se nos muestra en el montaje de los créditos. O sea, el gran logro que se supone que los personajes deben conseguir no lo consiguen mediante su aplicación intelectual / académica sino a través del empeño en el trabajo. Una historia muy (norte)americana, bah. Y una subversión completa de la estructura tradicional de las películas para niños.

Quienes logran triunfar dentro del programa de asustadores de la universidad son los monstruos a los que Sully y Mike ayudan, los perdedores. Es con ellos y la relación que se establece con Mike y Sully que la película logra sus momentos más tiernos y comunica el mensaje primordial del film: si realmente amas algo, podés ser bueno en ello. La formula no está clara, puede ser con entrenamiento, con intelecto, con práctica o con capacidad innata, pero si realmente te gusta, deberían darte una chance. Es un mensaje democratizante bastante extraño en una película de dibujos animados, que va en contra de años de historias de seres mágicos y predestinados a salvar al mundo o ser el mejor en lo que hace (en ese sentido, es un mensaje que, con su insistencia en el trabajo duro, está bastante cerca de algunos shonen manga). Ya solamente por eso, Monsters University es una gran película.


1 comentario en “Universidad De Los Monstruos.

  1. jumpo

    está muy bueno el post, tiene ese breve y lindo resumen de la obra de pixar en el que se nota el amor que le tenés al género, sigue así amigo!

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