El Sonido Original de Alfa Centauri.
(Fotografía de Chris Saunders)
En algún momento de Retromania (un libro enojoso, fragmentario y escrito desde la perspectiva, por momentos, de un viejo choto, pero como todas las cosas de Reynolds, lleno de ideas que te intrigan y valen la pena) Simon Reynolds dice que toda escena es una construcción retrospectiva, que todo género musical es una forma de ficción y de reorganización de la historia. Los géneros que menciona como paradigmáticos son el northern soul y el garage rock, términos inventados en los setenta que no fueron utilizados en su momento, pero que sin embargo terminaron definiendo retrospectivamente un estilo de música de los sesenta.
En cierta manera toda agrupación, toda clasificación es una forma de ficción, incluso cuando se realiza en el mismo momento en que la música se está produciendo. Solo basta preguntarle a Simon Reynolds sobre las consecuencias inesperadas y el escarnio que le trajeron inventar el término “post-rock” y cuantos músicos que terminaron en esa etiqueta se sentían realmente representados por la misma y no por, no sé, “armchair-jazz” o “soft improv”. Como dice Hagbard Celine en The Illuminatus Trilogy: “Cada ideología es un asesinato mental, una reducción de procesos dinámicos vivientes a clasificaciones estáticas, y cada clasificación es una Condenación, del mismo modo que cada inclusión es una exclusión”.
El punto de esta introducción es decir que, en algún momento de los álgidos días del inicio de los 00s, un pequeño grupo de nosotros (o sea, dos o tres bloggers que leía en aquel entonces) tuvimos la delusión de que lo que se venía (o lo que nos gustaría que se viniese) era “el nuevo sonido de Sheffield”. ¿A que nos referíamos con esto? A un grupo de artistas electrónicos con vocación cacharrera, beats de sintetizadores machacones, mucho humor, una cierta idea de utilizar los instrumentos como si fuesen juguetes, preocupación por la velocidad de las cosas, voces distorsionadas, la idea de que el rock estaba muerto (de nuevo y finalmente) y la sensación de que venían de un futuro en donde la música había tomado un camino diferente y Cabaret Voltaire era la banda más grande del mundo.
En términos más concretos, estoy hablando de cosas como Fat Truckers, Kings Have Long Arms, Pink Grease, I Monster, Relaxed Muscle (el gran grupo que Jarvis Cocker nunca debería haber discontinuado, al lado de él su carrera solista es pálida y aburrida) y All Seeing I. Tipos que combinaban el ruidoso industrialismo de los mencionados Cabaret Voltaire con un sentido del juego y el glam que podrían haber adoptado de Human League y ABC, por mencionar solamente bandas oriundas de Sheffield. La escena musical de esa ciudad, que en su momento se caracterizó por la producción de acero, tenía esas particularidades, la capacidad de producir a la vez bandas abrasivas y minimalistas que parecen reproducir los sonidos de la fundidora y bandas fabulosas e histriónicas cuyo objetivo era escapar de allí, real o metafóricamente. Especialmente a finales de los setentas y durante los ochentas, en donde la ciudad se encontró, al igual que Manchester, en crisis por la caída de su producción industrial y de golpe las calles estaban vacías y las fábricas cerradas y lo único que quedaba era reflejar su mugre o soñar con huir. Quizás la síntesis más perfecta de estas dos corrientes sea Pulp, que comenzó siendo una banda oscura para luego terminar evolucionando en uno de esos grupos pop perfectamente calibrados que parecen tontos pero en el fondo están hablando de cosas muy serias, como el fin de su ciudad y el envejecer y que no quieras que tu hijo cometa los mismos errores y sobre la falsedad y la amargura de querer ser un outsider con plata (porque, no se confundan, Common People es una canción profundamente resentida y malvada).
Estos grupos terminaron desarrollando vínculos con otras bandas electrónicas de similares preocupaciones de las cuales era campeona Ann Shenton (la mujer maravillosa de Add N To (X)) y apareciendo en varios de los compilados Electronic Bible, que dan la imagen más precisa (especialmente el 1 y el 2) de esa falsa escena de principios de los 00s. Además, llegaron a sacar un compilado propio, el fantástico Northern Electronic, que comenzaba con el desafiante y esperanzado grito de “rock and roll is dead”. Estoy seguro que, en unos cuantos años, un montón de jóvenes hambrientos comenzarán a robar sampleos e inspiración de ahí. Era una falsa escena porque lo que sucedió finalmente es lo esperable: vendieron poco, los escasos discos que sacaron pasaron desapercibidos, la mayoría de los grupos se separaron (Pink Grease incluso dejó un segundo disco grabado y que no salió nunca, cuya única evidencia es un CDR sin los temas) y lo que pensábamos que era un momento de efervescencia terminó en la nada. Algunos los confundían con el electroclash, otros veían en ellos una excrecencia del romo, pero su particular mezcla de humor, ciencia ficción, actitud desafiante frente a las guitarras y buenas voces distorsionadas los distinguen en mi cabeza.
De todas esas bandas, la única que sigue viva es I Monster, que en realidad es una dupla de productores, Dean Honer y Jarrod Gosling, ambos de la ciudad norteña. Sus orígenes se encuentran en The All Seeing I, un proyecto de Honer que probablemente algunos recuerden por sus hits Beat Goes On y Walk Like a Panther. Ese proyecto funcionó como una especie de centro de actividades para muchos artistas y cantantes de Sheffield, y en su primer y único disco hay canciones con Jarvis Cocker, Babybird, Tony Christie y Phil Oakley. Un proyecto provincial, entre amigos que se juntaban a grabar en sus livings, que refleja el mote que le dan a Sheffield como “la aldea más grande de Inglaterra”, una ciudad que tiene prácticamente la misma cantidad de población desde hace 50 años. Ese disco, de alguna manera, sembraría el modelo sobre el cual se asentarían las bandas que formarían “el nuevo sonido de Sheffield”: una idea fuerte de comunidad musical de la ciudad, un respeto por las antiguas generaciones y un uso de su voz de maneras inesperadas. Además de los sintetizadores, por supuesto.
I Monster comenzó a funcionar antes de la separación de All Seeing I, sacando su primer disco, These Are Our Children, en el 98. Pero no sería hasta el 2001 cuando el proyecto se convertiría en la única preocupación de Honer y Gosling, con el lanzamiento de su single Daydream In Blue, que en realidad es un cover de un cover. La canción original es de la banda belga Wallace Collection (no, yo tampoco había escuchado hablar de ellos) pero la versión que I Monster decidió cubrir es del Gunter Kallman Choir, un grupo vocal alemán. Aparentemente, en esta versión, la canción fue un hit easy listening durante los setentas. Luego sería una canción empleada en sampleos de hip hop y electrónica, desde The Pharcyde hasta Portishead. I Monster haría dos versiones: la primera tiene letras y música diferentes, la segunda es un cover con la voz pasada por un vocoder, el instrumento más noble conocido por el hombre. El resultado es una de mis canciones favoritas de la última década y media, una especie de oda pastoral a estar tirado en las flores durante un día hermoso que de golpe se transforma en una melodía cantada por un robot y llena de melodrama en la cual las hordas mecánicas del futuro parecen estar llegando para matarte.
A partir de ahí, la carrera de I Monster continuaría sin mucha conciencia de parte del gran público (los tipos, al día de hoy, se manejan por Bandcamp, por ejemplo), pero con una inmensa creatividad. Yo hago el chiste (quizás demasiado seguido) de que son los nuevos Beatles, pero el mundo todavía no se ha dado cuenta y en parte es una gran broma basada en la disparidad popular entre las dos bandas, pero también contiene una pequeña parte de verdad que se apoya básicamente en su amplísimo espectro estilístico y en su exquisito nivel de producción. Por ejemplo, The Backseat Of My Car es una especie de polka demente llena de ruiditos que parecen salidos de la trompa de un elefante; Escape From New Yorkshire es digna de estar en una película de acción o ciencia ficción (la comparación obvia es Escape From New York) de los años 80; As Long As There Is You And Me es una balada perfecta, una pieza hermosa que te hace pensar en un sábado a la mañana con el sol colándose por la ventana de la pieza en la que estás con tu pareja, haciendo brillar los pedacitos de polvo en el aire; Colourspill es una canción psicodélica llena de pomposidad (en el buen sentido) frente a la cual uno imagina que el cielo se está abriendo y están cayendo colores que el hombre no conoció nunca; y Lust For Vampyr recuerda simultaneamente a I’m a Vampire de Future Bible Heroes y a un floorstomper en plan diva máxima.
Como se nota por los nombres de los temas, es una banda con una continua referencia por el terror, la ciencia ficción y los fenómenos inexplicados, obsesiones que en su música parecieran ir directamente unidas a sus sonidos. Es como si dijesen: “El futuro que nos prometieron no llegó, entonces tenemos que construirlo con porciones del pasado, con referencias a películas de la Hammer y a viejas canciones easy listening y a la tradición musical de nuestra ciudad”. En ese sentido, los I Monster son unos perfectos adalides de una especie de retro-futurismo, que más bien se podría decir es un futurismo de basurero municipal. No por nada su último disco (I Monster Presents People Soup) es una recreación juguetona, a través de una banda inventada, de las bandas de chicas de todos los tiempos. No por nada el nombre de la banda, de su sello y de este último disco provienen de oscuras películas de terror. No por nada la tapa de su disco Neveroddoreven los muestra con cabezas de mosca e impecables trajes.
Como habrá quedado bastante claro a lo largo de esta introducción, son una de mis bandas favoritas de “la actualidad” (lo que sea que eso quiera decir para una banda que tiene 16 años de carrera) porque me parecen una combinación hermosa de sonido, mundo construido e intención. Por todo ello, armé un pequeño compilado que recoge 28 grandes canciones de toda su carrera, y que a la vez sirve como un recordatorio de la escena Sheffield de principios de siglo a través de la única de sus bandas que aún se mantiene en actividad. En algún momento pensamos que iban a ser grandes y a lo máximo que llegaron fue a un blog latinoamericano. Ustedes saben como es esto. Espero que lo disfruten.
Uncanny Goblins: An I Monster Compilation.
(La imagen de «tapa» es de Wassilij Masjutin y la robé de aquí)
01 – Some Thing’s Coming (Neveroddoreven, 2003)
02 – A Sucker For Your Sound (A Dense Swarm Of Ancient Stars, 2009)
03 – Daydream In Blue (Neveroddoreven, 2003)
04 – Laser Gun (These Are Our Children, 1998)
05 – Resistance Is Futile (Rare, 2012)
06 – Escape From New Yorkshire (A Dense Swarm Of Ancient Stars, 2009)
07 – Freak (The Gang Version) (Rare, 2012)
08 – A Bullet Through The Heart (I Monster Presents People Soup, 2013)
09 – Madamadam (These Are Our Children, 1998)
10 – French Mods Can’t Drink (These Are Our Children, 1998)
11 – The Backseat Of My Car (Neveroddoreven, 2003)
12 – Cool Coconuts (A Dense Swarm Of Ancient Stars, 2009)
13 – These Are Our Children (Neveroddoreven, 2003)
14 – Daydream In Blue (With The Gunter Kallman Choir) (These Are Our Children, 1998)
15 – Colourspill (Swarf, 2013)
16 – The Holy Man (Swarf, 2013)
17 – Hey Mrs. (Neveroddoreven, 2003)
18 – Devils On Horseback (I Monster Presents People Soup, 2013)
19 – Who Is She (Slags Mix) (Unreleased)
20 – Lust For A Vampyr (A Dense Swarm Of Ancient Stars, 2009)
21 – Magic Man (Swarf, 2013)
22 – Lucifer You Are A Devil (Rare, 2012)
23 – Kneel Before The Gods Of Rock And Roll (Northern Electronic, 2003)
24 – Stobart’s Blues (Neveroddoreven, 2003)
25 – I’m A Cowboy (Rare, 2012)
26 – The La La Song (The Electronic Bible Vol. 2, 2006)
27 – A New All Powerful Brain (Swarf, 2013)
28 – As Long As There Is You And Me (Single, 2006)
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