Having Fun With Reruns.

b52s1

¿Vale la pena escribir o decir algo sobre los B-52’s hoy?
Es una pregunta que me vengo haciendo sinceramente desde el momento en que logré escuchar entero su último disco, “Funplex”, editado luego de 16 años sin sacar nuevo material.
Porque, por principio, yo tiendo a oponerme a los retornos. Y a pesar de que los B-‘52’s nunca se “fueron” del todo, más bien pasaron a una certificada insignificancia, esto es una suerte de regreso. Y hace mucho que no me entusiasmaba tanto un disco de un retorno. No es un “glorioso regreso a la forma”, como se dice de tantos discos malos en los que un artista sencillamente le da a su audiencia lo que estos deseaban, un facsímile mas o menos idéntico de su mejor momento. Nada podrá igualar el mejor momento de los B-52’s, mucho menos ellos mismos. Pero es un regreso al fin y al cabo y no es un regreso particularmente innovador, tampoco. Es un muy, muy buen disco dentro del estilo B-52’s, pero eso no quiere decir que ese estilo sea radicalmente diferente. Siguen habiendo grandes frases kitsch y ridículas, sigue existiendo esa maravillosa relación entre la voz de Fred Schneider (¿como puede ser que este tipo no haya actuado en alguna película de John Waters?) y las voces de Kate Pierson y Cindy Wilson, siguen produciendo canciones para bailar sin ningún tipo de disculpa al respecto. ¿Se puede reclamar algo mas? Quizás si, y quizás mi amor por este disco revele una veta hipócrita en mi persona, pero hay que tomar en consideración dos cosas: en primer lugar, la ínfima cantidad de bandas como los B-52’s en nuestro mundo y la dificultad que tienen todos los pseudo grupos new wave para sonar con una porción de la alegría de estos atenienses. Y, en segundo lugar, el hecho de que esta hermosa banda con nombre de avión no realiza ninguna apología de su estilo, no se presenta con pretensiones, no intenta venderse como la segunda venida de Cristo. Solo como lo que son, incansables animales fiesteros a los que no les interesa revolcarse en la nostalgia, porque las mejores fiestas siempre son en el aquí y el ahora, con cuerpos sudorosos y blackouts. Y eso los dignifica y los pone lejísimos de tantos retornos impulsados por el vil metal.

Juliet Of The Spirits

Creo que lo que me mas me gusta de esta canción es la manera en que parece una balada para el siglo XXI: una canción que ni de cerca es de las mas bailables del disco, una misiva de optimismo a una hipotética muchacha reprimida, una suerte de balada con sintetizadores de los años 80 reinterpretada en versión Cindy / Kate y que podría ser cantada por Sophie Ellis Bextor o las Sugababes, que tanto le deben a estas mujeres, con una producción entre sutil y ampulosa, con coros que parecen los espíritus del título, grandes colchones de sintetizadores y guitarras y rápidos tecladazos que puntean, como si hiciese falta, el placer y la liberación del estribillo, místico y gozoso al mismo tiempo.

Keep This Party Going.

Es una obviedad, quizás, remarcar una canción con ese título y decir que es uno de los mejores ejemplos de lo que los B-52’s hacen mejor: la canción de fiesta irresistible, con arreglos de guitarras eufóricos / surf / rockabilly (otra cosa que sorprende del disco: la manera en que las guitarras funcionan de una manera diferente a cuando estaba Ricky Wilson, mas musculosa, menos omnipresente y saltarina, como una producción FUERTE para el siglo XXI y no ese jangloso chan chan chan de Wilson) y un duelo verbal fantástico entre Fred y las chicas, con él cantando los versos con mínimo arreglo musical y ellas ESTALLANDO en el estribillo. Pero es que les sale tan bien, tan convencidos de que el baile y el disfrute corporal y musical es ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLE para ser fanático de la música que me rindo ante la obviedad, ante estos hermosos fantasiosos de una Athens, Georgia multisexual, bacanal, con su moda retrofuturista, con su Fred Schneider, ídolo de grandes y chicos, cantando “Go to church on Sunday / Party on Monday / And every other day of the week”.


Canción Para Una Generación Futura. (Porque los B-52’s deberían gobernar el universo.)

– ¿Alguna vez te he dicho cuanto me gustan los B-52’s?.
(Así comenzó la conversación.)
– No, creo que no.
– Es algo en lo que no pienso muy a menudo. No son como esos iconos bizarros que todos tenemos que tener, pulir de vez en cuando, sacarlos al sol y adorarlos en público. Los Mark E. Smiths, los Daniel Johnstons. De alguna manera, los B-52’s están siempre… ahí, como una corriente subterránea, como un objeto a cuya presencia ya te acostumbraste. Hasta que uno los escucha. Claro. Siempre te llaman la atención sus peinados en forma de panal de abejas, sus pantalones acampanados de colores fluo, el ridículo bigotito de Fred Schneider.
– Perdón, estamos hablando de los de Love Shack?
(Enorme cara de enojo, como diciendo “Mierda!, ¿porque tengo que relacionarme con idiotas?)
– ¡Por dios, hombre!. ¡Love Shack!. ¡Pensaba que tenias un poco mas de cultura musical!. Esa canción es buena, no lo dudemos, pero no se acerca ni a atarle los cordones a lo REALMENTE bueno de los B-52’s. ¿Alguna vez escuchaste su primer disco?. Es el de tapa amarilla, no roja. Fred Schneider esta con un traje azul ridículo, mirando a la cámara con cara de estúpido y Cindy Wilson tiene una peluca casi blanca, cónica.
– No, no realmente.
– ¡Con razón!. ¡Ese disco es absolutamente imprescindible!. Te voy a hacer una copia. Tenés que escucharlo entero, no solamente “Rock Lobster”. Aunque esa es probablemente la única canción que no me cansare JAMAS de escuchar en una fiesta.
(Trago de cerveza, realmente esta excitado y enojado de que no se los reconozca como una gran banda)
– Si, bueno…creo que mi experiencia con ellos llega hasta ahí, básicamente. En alguna fiesta he bailado “Rock Lobster”…y el video de “Loveshack”.
– Tenés que escuchar ese disco. ¡Tenés que escuchar ese disco!. Es terrible. Tenés que sentir esas guitarras surf, que uno percibe que pueden degenerar en una masa informe de ruido en cualquier momento. Esa enorme decadencia comercial… El perfecto punto de contacto entre la comercialidad y el inconformismo post punk. A veces pienso que los B-52’s realmente inventaron la pose indie que luego seria la marca registrada de Pavement, ponele. ¿Porque sino esa fascinación con el pasado?. ¿Con la Norteamérica de los años 50?. No era mera nostalgia. Uno sentía que se reían sarcásticamente. Los B-52’s eran el futuro armado de los pedazos rechazados del pasado, de las migajas que nadie quería. ¿Seguro que no escuchaste “Dance This Mess Around”?.
– No…creo que no. Pero ese título es muy bueno.
– Si, pero deberías escucharla. Es una especie de mezcla entre una canción de las Ronettes y Le Tigre. ¿A vos te gusta Le Tigre, no?.
– ¡Si, claro!. Kathleen Hanna, te amo.
– Si si, claro, ¿vos sabes cuanto le robo esa mujer a Kate Pierson y Cindy Wilson?. Ellas inventaron el estilo “chica de bubblegum” + punk. Y no solamente Hanna: las Deal, las chicas de Sleater Kinney, todo el electroclash… Todos les robaron a esas dos mujeres increibles…Pero estoy divagando. Te hablaba de “Dance This Mess Around”. Es una especie de mezcla entre las Supremes y Le Tigre, como te decía. Pero lo genial es como parece la canción de una niña caprichosa. Si las canciones de los 50 siempre eran sobre la chica sumisa, acá hay una inversión: tu novia buena se rebeló, quiere bailar y chilla como un nene sin su mamadera “Why don’t you dance with me!!!???!”. Un momento glorioso de la música pop.
(Mientras dice esto, agita los brazos para arriba y para abajo y mueve la cabeza a un ritmo imaginario. Toma otro trago de cerveza.)

– Bueno, voy a tomarte la palabra sobre eso…
– En serio, man. Después te lo grabo. En fin…el segundo disco es maravilloso también. Es el de tapa roja. Están sentados en unos sillones, con la cara mas seria, como diciendo: “hijos de puta, que no entendieron que tenían que bailar y adorarnos, ¡ahora les vamos a dar mas!”. Porque por dentro es casi igual de brillante que el anterior. Tiene “Give Me Back My Man” y “”Private Idaho”…
– ¿Como la película de Gus Van Sant?
– ¡Claro! ¡Si robó de ahí el titulo!. Hay un pequeño agradecimiento a los B-52’s al final. Es genial que la haya sacado de ahí, porque una película con esa carga tan fuerte de homo erotismo confuso, de sensación de crecer, de tener que volverse un adulto, solo podría llamarse como esa canción, que es un especie de himno en contra del enclaustramiento, una suerte de exhortación a un interlocutor imaginario incitándolo a que abandone su vida monástica, su Idaho privado y salga a la luz.
A esos dos discos los tengo en vinilo. ¿Te acordás de la época en que vendía vinilos para pagarme las vacaciones?
(De pronto su mirada se pone borrosa, nostálgica)
– Si, claro, ¡esos vinilos nos dieron unas cuantas satisfacciones!
– Bueno, nunca me ví ni siquiera tentado a vender los de los B-52’s. Hasta puse mi “Ziggy Stardust” original, edición inglesa, en el mercado y a ellos no los podía tocar.
¡Mierda!. ¡Si hasta Whammy es fabuloso!. En el medio esta ese ep que sacaron con David Byrne, que, a pesar de los nombres involucrados, no es gran cosa, pero tiene un título perfecto: “Mesopotamia”…
– Si, es un lindo título…
– Claro que si! Y no lo digo solo porque soy un enfermo de la historia, sino porque traslada la imagen perfecta para la pequeña decadencia de los B-52’s: al mismo tiempo da la impresión de una civilización vagamente libertina y salvaje (porque tendemos a pensar que todas las civilizaciones antiguas son ligeramente libertinas y salvajes) y de un pantano cuidadosamente corroído por las aguas de varios ríos infectados de mosquitos, sapos y musgo. Quizás es un anuncio de los problemas que seguirían…
(Pausa por un segundo, toma otro trago de cerveza. Enciende un cigarrillo)
De cualquier modo, “Whammy”es una especie de versión McDonalds del sonido B-52’s. Creo que a ellos les hubiese gustado esa comparación, tan obsesionados estaban con el consumismo norteamericano. Un disco con una producción mucho más limpia, canciones más “sencillas” que se apoyan predominantemente en sintetizadores simples y un tanto blandos, pero que aun tiene fuerza, potencia y alegría. Tiene esa maravillosa canción “Song For A Future Generation”. Ahora estoy leyendo a Douglas Coupland y por momentos la letra de esa canción me recuerda a sus desapasionados análisis de la juventud de los 90.
– ¿De que manera?
(Parece casi fastidiado de que lo interrumpa en medio de su diatriba. Hace una larga pitada a su cigarrillo y sigue)

– Bueno, la letra habla sobre dos personajes que se creen mucho, que quieren ser el “rey de la galaxia” y la “emperatriz de la moda”, por lo menos en las primeras estrofas, lo cual condensa la desesperación norteamericana por el éxito que fue tan fuerte en los 80, pero esta presente en toda su historia. El destino manifiesto y todo eso. Esa parte sola ya garantiza que la canción es fabulosa, pero las siguientes estrofas, donde cada uno se presenta y da dos o tres datitos sobre su persona, como si estuviese en un programa de citas, es lo que me recuerda a Coupland. Porque es un poco la idea de que todos podemos ser resumidos en dos o tres rasgos particulares, “quirks”, pequeños detalles neuróticos que definen nuestra personalidad. Y, claro que si, en nuestra relación a la cultura pop que consumimos en nuestra juventud.
– Veo que realmente te apasionan los B-52’s. Yo solo pensaba que te gustaba pasar una o dos canciones de ellos en fiestas…
– Si, bueno, como te dije, es algo en lo que no pienso a menudo. Además la gente tiende a tener esta visión unilineal de los B-52’s como una banda de fiesta, vacua e insustancial. Pero son tanto, tanto más. De cualquier modo, ellos también hicieron bastante por alimentar esa imagen, después de todo. “Bouncing Off The Satellites”, por ejemplo. Es un disco triste, un disco de B-52’s “by the numbers”. La suavidad del sonido del disco anterior ya ha degenerado en los peores trucos de producción de los 80. En esas baterías preprogramadas (o que suenan como preprogramadas) y en una sensación de agotamiento bastante pronunciada. Kate y Cindy no cantan como antes, las guitarras de Ricky Wilson apenas están presentes. Es que claro, se murió en medio de la grabación de sida…
– ¿Se murió de sida?.
– Claro…una cosa que siempre fue encomiable de los B-52’s era que eran una banda realmente igualitaria y que aplicaba bastante las ideas de igualdad entre los sexos tan en boga en el post punk. Pensalo: eran 3 miembros gays y dos chicas. Y, sin embargo, nunca hicieron aspaviento de nada de ello. Por ello creo que abrazaban toda la iconografía norteamericana con ironía. ¿Que hay mas irónico que 3 gays y dos mujeres apropiándose de la estética de los 50, la época de las casas construidas todas iguales, los suburbios blancos y los matrimonios felices no comunistas?.
(Ríe de su propia broma, toma otro trago de cerveza y aplasta la colilla en el cenicero)
En fin…que “Bouncing Off The Satellites” es feo, pero es perdonable, se les acababa de morir su guitarrista, hermano de su cantante y corazón musical de la banda. Y a pesar de todo ello tiene una canción preciosa de cierre: “She Breaks For Rainbows”. Un tema synth pop sentimental, delicado, melancólico. Como esos hits que se hacían en los 80, que todos clamaban detestar pero en el fondo amaban. Como “Don’t You (Forget About Me)”. No puedo evitar leerlo como una gran carta de despedida a Ricky Wilson, con su letra sobre lluvia y arco iris y su melodía suavemente triste que al mismo tiempo es “elevadora”, te levanta, te da esperanzas.
Y lo más genial es que justo cuando todo parecía perdido, hicieron un Fénix.

– ¿Un que?
(Una vez mas el fastidio en su cara)
– ¡¡¡Un Fenix, hombre!!!. ¡Es la historia mas vieja del rock!. Banda que parece acabada saca un disco hermoso que los vuelve relevantes de nuevo. Renacen, en pocas palabras. No es algo que suceda seguido, cuando un grupo esta en un punto tan bajo, en general es mas probable que sigan hundiéndose y seguir escuchándolos es lo mas parecido a ver un accidente de tren en cámara lenta.
Pero a los B-52’s no les pasó eso. “Cosmic Thing” es, quizás, lo mejor que hicieron desde “Wild Planet”. Es un disco de revancha. Ya desde el primer tema te das cuenta que suenan mas afilados que nunca, irresistibles ganas de mover los pies te invaden. ¿Sabias que ese es el ultimo cd que me compré?. Y de eso hace dos años…
– Guau, realmente sos un fan…
(Se detiene un momento y piensa, como percibiendo claramente por primera vez una nueva idea)
– Si, parece que si…Lo bueno de charlar estas cosas es que te das cuenta de lo mucho que apreciabas algo… ¡Y en este disco esta “Loveshack”!. Que fue un gran éxito, como todo el mundo puede atestiguar. Y en este caso estaba completamente merecido. Si bien interminables repeticiones en canales de videos y en fiestas de todo tipo me llegaron a cansar (¡pero hay que admitir que era de lo mejor que pasaban en algunas de esas fiestas!) sigue siendo un tema inoxidable. La banda de sonido perfecta para la película comercial que John Waters jamás volverá a filmar. Todo tan campy y brillante…
El otro hit también es genial, “Roam”, a esa seguro que la escuchaste. Es una canción completamente hedonista. Te encomia a abandonar tus responsabilidades y a “dar vueltas alrededor del mundo”. ¿Hace cuanto tiempo que no existe una banda que hace de la diversión su modo de vida?, ¿cuyo único objetivo en la vida es que te sientas bien?.
(Suspira melancólicamente)
Pero, por debajo de eso tiene “Deadbeat Club”. Una verdadera postal de despedida. Los B-52’s no manejaban la tristeza. El sentimiento estaba tan alejado de su paleta de emociones como el odio de la de Jonathan Richman. En esos tres minutos de “Deadbeat Club” se quiebra esa pared y tocan por primera vez la tristeza con mayúscula. Ese momento de vulnerabilidad, de hastió, indicaban que ya no se estaban riendo y que esta vez iba en serio…La única manera de terminar la fiesta mas divertida en años.
– ¡Hey! ¿Y la banda sonora de los Picapiedras?.
(Pone cara de disgusto, frunce las cejas, mira con odio y arruga la nariz).
– Seguro que eso lo grabaron dobles nazis criados en probetas.

(Versión sin editar de la nota aparecida aquí en junio de este año)