Yo Lo Voto
Este no es un blog político. Nunca lo fue. En primer lugar porque somos de países muy diferentes y pensamos cosas muy diferentes. En segundo lugar porque siempre nos concentramos en la evanescente esfera del arte, un poco porque somos un poco snobs y otro poco porque siempre es más fácil hablar sobre ello que sobre el siempre difícil lodazal de lo público.
Pero yo soy un animal político. La política me encanta, me parece lo que mueve al mundo, me parece que no prestarle atención es vivir en un mundo construido por otros sin derecho a réplica.
Y también soy peronista. En el único otro post político que alguna vez se publicó aquí hablo un poco del por qué y del cómo me convencí de esa alineación política. No vengo aquí a evangelizar al respecto. Pero si vengo a decir lo siguiente. Hace un par de semanas leía una hermosa nota sobre Kurt Vonnegut en The AV Club donde destacaban algunas de las grandes frases que se encuentran en sus novelas, donde destacaban su humanismo y su compasión. Y hubo una que me conmovió en particular: “Muchas personas necesitan de forma desesperada recibir este mensaje: ‘Pienso y siento muy similar a como vos lo hacés, me importan muchas de las cosas que te importan a vos, a pesar de que la mayoría de la gente no se preocupa por ellas. No estás solo.’”
El peronismo, en su mejor versión (y si, sé que hay muchas y muy horribles versiones del peronismo) propone algo similar a eso: la idea de que podemos vivir mejor juntos, de que hay alguien ahí afuera que se preocupa por vos, de que la solidaridad y la mejora social es posible. En algún lugar, por conveniencia o convicción, profundamente dentro de su ADN, al peronismo le preocupa la gente. A los peronistas nos preocupa la gente. A mí me preocupa la gente. Y queremos que “los números cierren, pero con las personas adentro”. Asociado a esa gran herramienta del cambio social y la redistribución que es el Estado, el mejor instrumento que el hombre ha creado para evitar que nos asesinemos los unos a los otros.
Y el último mes he visto mucho de ello, mucho de lo mejor en esta campaña granular y globular, microscópica, que ha emprendido mucho militante encuadrado y mucho militante espontaneo. Señoras hablando en los subtes, gente pegando stickers en las paradas de colectivo, carteles caseros escritos a mano, convocatorias espontáneas, listas de adhesión, una concientización y un llamado a la acción continua, un estado de alerta increíble. No sé si es suficiente, pero tengo esperanza. Y esta esperanza no me la infundió un aparato ni un mesías, me la infundió la gente.
Y también lo he visto en los últimos 12 años. He visto amigos que pueden vivir de lo suyo, ya sea la historia o la biología o la ingeniería. He visto amigos que están construyendo su primera casa. He visto a mi abuela poder jubilarse a los 91 años. He visto a gente viajar todos los años, conocer el mundo. He visto una vida cultural e intelectual vigorosa, cambiante, energizada. He visto amigos y conocidos quienes antes, frente al estado, eran ciudadanos de segunda clase solo por su orientación sexual casándose. He visto la posibilidad de discutir cosas impensables hace escasos diez años. He visto gente joven y convencida trabajar con entusiasmo en Cancillería, en ACUMAR, en las universidades del conurbano, en ANSES, en Aerolíneas Argentinas. Resolviendo problemas a la gente, poniendo el estado en acción. He visto discusiones políticas encarnizadas, y lo celebro. Y sobre todo he visto la posibilidad de pensar a futuro, de planear, de construir, de levantarte cada mañana con una previsibilidad sobre el país. En agosto dije: “Yo sé que Scioli no es un candidato de izquierda, pero yo lo voto buscando gobernabilidad y estabilidad”.
Hay gente que en estas semanas de ansiedad dijo que no había que hablar del gobierno que se termina (o sea, del kirchnerismo). Que había que abandonar el régimen discursivo del mismo que a tantas personas tenía cansadas. Concuerdo. El kirchnerismo se encerró en un salón de espejos donde solo veía certezas. Pero dejar de lado los logros es “tirar el bebe junto con la bañadera”. Los derechos se pelean, se adquieren y se conservan. Las conquistas del estado y de la política deben ser destacadas, deben ser defendidas, deben ser expandidas. ¿Qué todavía hay gobernadores que gobiernan sus provincias con absoluta discrecionalidad y feudalismo? ¿Qué el accidente de Once fue un crimen terrible donde el estado fue cómplice por su desidia y su corrupción? ¿Qué el asesinato de Mariano Ferreyra fue producto de lo más rancio de la burocracia sindical? ¿Qué la policialización de la sociedad es, como mínimo, un garrón, y como máximo, un horror? ¿Qué todavía hay chicos que se mueren de hambre? ¿Qué hay una deuda enorme en infraestructura de transporte y energética? Si, si, si, si, si, si. Por supuesto. Pero todo ello es la medida de lo que falta, de lo que hay que cambiar, de lo que hay que mejorar. Un país no se reconstruye en 12 años. Pero dentro de este proyecto hay personas que estamos dispuestas a empujar para que todo lo que falta esté, para que todo lo que se hizo a medias se haga bien, para que tengamos una sociedad más humana, más solidaria, más equitativa, más digna. Y por cada uno de estas faltas hay un logro que puede ser contrapuesto. Ya lo dijo Perón: “Mejor que prometer es realizar”. Y también dijo: “La única verdad es la realidad”. Y este hermoso país, este país lleno de gente brillante y genial que tengo la suerte de llamar amigos, compañeros, camaradas, este “país normal” en el que vivimos es una prueba de todo ello.
Hoy por hoy, por eso lo voto a Daniel. Para que se mantenga un rumbo. Para que sigamos creciendo entre todos. Para que sigamos discutiendo de qué manera se puede vivir mejor juntos. Si antes lo votaba dudando, sabiendo que no era el mejor candidato, inclusive con un poco de miedo por su evidente tendencia derechista y católica, ahora la situación es otra y lo voto convencido, con alegría, con ganas. Hace una semana avizoraba una derrota terrible y ahora estoy esperanzado. Eso es lo más lindo de pertenecer a una comunidad organizada.
No sé discutir en Facebook ni en Twitter. Me agota. Me desgasta. Tuve una época en que era un soberbio y un idiota y desde entonces prefiero no hacerlo. Esta es la única manera en que sé y puedo contribuir. También sé que no espero convencer a alguien que sinceramente está cansado de este proceso. No pretendo tratarlo de idiota. Tampoco quiero escribir para los conversos, ya nos conocemos y sabemos cómo pensamos. Solo quiero decirles lo siguiente: si alguna vez entraron a este blog y les gustó algo que escribí, si descubrieron una banda, una película, un tonto comic, por algo que dije, si se conmovieron con algún análisis o con alguna frase, sepan que el mismo entusiasmo y felicidad que me produce cualquiera de los artistas que amo y de las obras que me enseñan algo de la vida, es el entusiasmo y la identificación que me produce este proyecto político. Sepan que para mí todo es uno y lo mismo. Sepan que no soy un ser apolítico y desinteresado. Sepan que dentro de este espacio hay gente que todo el tiempo quiere un país mejor. Y si dudan su voto, si piensan votar en blanco, si todavía hay en su mente una pausa de indecisión, consideren darle su voto a Daniel. Aquí vamos a estar para escucharlos, para acompañarlos, para discutir con ustedes, a quienes muy seguramente no les guste lo peor del peronismo, para demostrarles que también cabe lo mejor dentro de él y dentro del estado.
¿Qué este es un post emocional? Por supuesto que es un post emocional. No me sale escribir de otra forma. Quiero a este país, quiero a la gente que vive en él, quiero a sus industrias y sus campos y sus paisajes y su historia y sus intelectuales y sus escritores y sus músicos y su contribución al saber mundial, quiero a sus universidades y su salud gratuita, quiero a sus jóvenes y sus viejos. Creo, sinceramente, que es el mejor país del mundo. Sepan que, por suerte, el sentimiento no es exclusividad del adversario. Por todo eso, el domingo yo lo voto.
Un comentario magnífico, a la altura de las circunstancias, emotivo, sí, y esa es su virtud, es presiso apasionarse para transmitir las ideas. Sentir orgullo y amor por el país que es la casa grande es un logro de esta política y este Proyecto Nacional y Popular, ha encendido a los jóvenes y a todos para luchar por lo logrado y tener el empuje para ir por más. Excelente artículo. No fue magia, HLVS! VOTO a Scioli
Muy buena esa frase de Vonnegut. Siempre pensé que la política tiene un potencial transformador gigantesco porque puede movilizar esa clase de sentimientos subterráneos (buenos o malos, desde liquidar a los inmigrantes hasta empatizar con el que está en la mala) y ponerlos a jugar en sociedad.
Recuerdo lo agradablemente sorpresivo que era ver en los primeros años del kirchnerismo, que a la distancia me parecen los mejores, esa capacidad que tuvo para tomar ideas y formas de ser que parecían ajenas a la política «oficial» tal como la conocía nuestra generación. Haber podido leer que existía un conjunto de voluntades igualitaristas en las que apoyarse políticamente para cambiar cosas desde el Estado fue la gran iluminación del Kirchner modelo 2003, y entiendo que es ese espíritu optimista de transformación el que movió a tanta gente que miraba a la política tradicional con desconfianza pero también inquietud a sumarse, a sentirse identificada, a apoyar.
Al mismo tiempo creo que la época estaba relativamente «fácil» para jugar en el bando al que los Kirchner apostaron para su proyecto. Los de enfrente, los más individualistas, los más desconfiados de esta clase de ideas, se habían mandado demasiadas cagadas en los años anteriores y todo lo que oliera a ellos olía mal para la mayoría de la sociedad (también el contexto económico hacía que fuera más fácil estar en el timón que hoy, pero eso es otro tema).
Ahora esas cosas se dieron vuelta. Se acumularon las cagadas del bando que se declaraba progresista, transformador, igualitario hasta el punto de perder el beneficio de la duda de mucha gente (y aparte la economía no ayuda más). La consecuencia lógica, porque la democracia es así de jodida y maravillosa disciplinando al que gobierna y a sus ideas, es que es muy difícil que este bando gane una elección hoy. Por eso en parte creo que pasamos de un escenario donde todos los candidatos se declaraban progres, izquierdistas o igualitarios de algún modo a otro en el que parece que elegimos entre tres opciones mucho más a la derecha, porque la sociedad a la que buscan convencer desconfía de cosas distintas de las que desconfiaba hace 10 años.
En fin, el domingo voto por la opción que creo que puede rescatar algo de esto que pasó y de minimizar el costo social de su final, pero siento que salga como salga la elección estamos en la larga despedida del kirchnerismo y de toda una época política. Pero también creo que ambos son una mera circunstancia, una expresión entre muchas posibles de ese conjunto de cabecitas que se preocupan por cosas parecidas del que habla KV. Personalmente nunca me sentí parte del kirchnerismo pero sí de ese grupo de cabecitas que se movilizó con la época, y creo que puede volver a movilizarse y a hacerlo mejor en el futuro. Creo que se dieron vuelta las tablas y que va a haber que laburar y pensar mucho para volver a crear un tiempo favorable como éste que creo que se termina, pero también creo que el porvenir es largo y que probablemente estaremos ahí para verlo, así que a no desesperar.
Muy buena opinión, es repetable y excelentemente argumentada, solo que hay algunas cosas que no me queda claro:
1. ¿es peronista o de izquierda? ¿o es lo mismo?.
2. Si scioli no era el mejor candidato del frente para la victoria ¿quién lo era?
3. En tal caso porque ¿cree usted que la gente que está apoyando a Macri quiere lo malo para el país?
Porque siempre es bueno defender algo a muerte con pasión pero también este gobierno y sus defensores deben hacer una autocrítica sobre el ¿por qué? ¿que paso para que la gente cambie? ¿para que Macri comience a mover la aguja electoral? Scioli iba primero en las encuestas lejos hasta que puso a Zannini de vice. ¿eso no le dice nada?.
Igualmente lo felicito por la nota.