S.O.B.

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Es ya un lugar común el comparar las series que aparecen en esta época dorada de la televisión con el arte narrativo que dominó la cultura occidental durante los últimos dos siglos: la novela. Como si fuera menos, por ser televisión, o como si dijera menos, por serlo, la crítica se apresura a justificar su enamoramiento hablando de las “grandes novelas televisivas” [1], herederas de las grandes sagas decimonónicas del Realismo pre-Modernista, con su ciclo narrativo claro, familiar y comprensivo.

En gran parte, sino en toda, esto es producto de la naturaleza episódica y periódica de la televisión, que nos devuelve a los seriales, o a la gran era del folletín. Pero vivimos en un mundo post-Lyotard, en el que la narrativa se cuestiona y no es tan clara, en el que dudamos del sentido general de las cosas y dejamos que esta duda traspase las barreras, como un charco en el piso de arriba que termina de desfondar nuestros techos, hasta hacer que dudemos de nosotros mismos, del lugar que ocupamos en el mundo, de nuestras propias narrativas.

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Invitados: Javier Frank

La cosa es algo así: Hace una semana mi amigo Javier me mandó el siguiente texto en un .doc. Me gustó mucho y me pareció muy apropiado con lo que yo estuve escribiendo sobre las personas online, como nos relacionamos con las redes sociales y todo lo que tiene que ver con ello. Así que le pedí si le parecía interesante publicarlo en el blog. Accedió y aquí está.

Twitter

Hoy tuve que prender el aire acondicionado de la suite del hotel en modo calor, anoche, en modo frío. La varianza de temperatura en Bloomington es increíble.Hasta hace poco hubiera escrito eso en twitter, pero ahora no tengo ganas de ponerlo ahí. Bien, en realidad sigo con ganas de escribirlo en twitter pero me reprimo conscientemente de no hacerlo ahí. Es que si escribo en twitter no escribo en ninguna otra parte.

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Este post será compartido en Facebook, Twitter y Google+.

En esta pequeña charla, Chris Poole (el gurí fundador de 4chan) nos cuenta como la mayoría de las redes sociales (principalmente, Facebook y Google+) intentan solucionar el tema de la invidualidad de cada usuario de la forma equivocada: “Las redes intentan vernos a nuestras personalidades como si fuesemos espejos, cuando en realidad somos más bien como diamantes: Somos diferentes dependiendo del punto de vista de donde se nos mire”. Es algo muy sencillo que recuerdo haberlo aprendido en sociología de secundaria: Cada persona toma un rol diferente dependiendo de con quien habla y con quien trata. Sin embargo, todas las redes se esfuerzan por tener a TODOS los usuarios posibles y consideran que van a compartir TODO en ellas.

Poole se dedica  más bien al tema del anonimato, de como Google+ inicialmente sólo permitía hacerte una cuenta con tu nombre y apellido reales (gran error), y de cómo Twitter funciona mejor ya que es en base a nicknames y que permite con facilidad utilizar varias cuentas simultáneamente. Pero a mi me hizo pensar un poco en otras cosas sobre como funcionan un poco las redes y la relación que tenemos con ellas.
Cuando apareció Twitter, recuerdo que hablé con Javier y me dijo algo que al principio no me cerraba pero después comprendí: La diferencia entre cada red social es su público. Yo escribo en Twitter cosas que no escribiría en otro lado, y cosas aquí que no escribiría en otro Facebook, etc. Uno de mis lugares favoritos en Internet es el foro de un estudio de grabación donde puedo nerdear de lo que quiera o incluso hablar de inquietudes más personales, ya que a veces está bueno compartir cosas con un montón de nerds de Chicago que nunca conocí y seguramente nunca vaya a conocer. Por eso mismo, que una nueva red pretenda tener a todos los fucking usuarios también no sirve, porque justamente anula que cada red tenga su mismo público. Es algo que escribí hace poco: Tengo un link para enviar que me parece interesante. ¿Donde lo publico? ¿Acá? En Google+? En Facebook? ¿Twitter? ¿En TODOS los lugares?

Quizás por esta razón los foros que tratan nichos particulares siguen funcionando y son tan ricos e interesantes. Por eso tal vez Ravelry (la  red social dedicada al tejido y el  crochet) es todo un ejemplo de éxito, manteniéndose fija su submundo y siendo adorada por su comunidad. Hace como diez años era común que cada persona que paseará por internet tuviera sus varios lugares donde participaba: Su foro de algún videojuego, su salón de chat en el Soulseek, su grupo de amigo reducidos en ICQ. Intentando no sonar inmundamente nostalgioso, no estaba nada mal esa forma de funcionar de Internet a principios de la década. Y no me extrañaría que en un futuro Internet empiece a funcionar más en base a esa viejo fórmula, donde cada uno juntaba comunidades de aquí, alla, y armaba su mundo propio.


Informativus Virtualicus.

Hace poco tiempo el querido Dario publicó éste post sobre Social Network en donde se quejaba de que la película era una oportunidad desperdiciada para hablar sobre ciertos fenómenos generacionales relacionados con la internet. Yo no comparto su dureza hacía la película, en realidad me parece que entronca bastante bien con las obsesiones de Fincher y que marca un punto interesante alrededor de la dicotomía que existe en Facebook entre su política “abierta y honesta” simbolizada para comenzar por su estricta adherencia a “nombre y apellido” y sus orígenes teñidos de dudas y puñaladas por la espalda que, en definitiva, sencillamente la retrotraen a ser otra empresa capitalista más, interesada por el profit y muy alejada del interés por sus usuarios. Ahora habría que ver si alguien se anima a hacer algo así con Google.

Sin embargo, si encuentro cierta razón en sus argumentaciones de que es muy difícil encontrar en esa película una transmisión de lo que realmente significa haber crecido en esta generación para la cual Facebook y la internet son cosas fundamentales y particulares de nuestra vida. O sea: de qué manera a la raza humana nos afecta el hecho de tener ingentes cantidades de información dando vueltas como si fuesen manzanas esperando ser recogidas de un árbol perpetuamente gratis. Por el hecho de que podemos saber casi todo de una persona inclusive antes de que crucemos una palabra con ella en carne y hueso. Por el hecho de qué ahora yo tengo abierto el google talk, más twitter, más 11 pestañas con artículos largos que quiero leer, más un paper académico que tengo que terminar, mas el Jdownloader, más el Soulseek. El otro día Eze me contaba de una persona que NO TENÍA INTERNET y yo sentía que era una especie de bicho extraño que pensaba extinto.

El cambio de paradigma que todo ésto representa, el hecho de que la información realmente sea libre, gratis, ilimitada, que la sociabilidad se haya vuelto algo que transcurre a través de una interfaz tan universal, ¿que nos hará como raza? Algunos dicen que nos va a volver mucho más estúpidos, incapaces de asimilar textos largos (y sin embargo ahí está mi carpeta con 40 o 50 textos interesantísimos guardados). Otros dicen que en realidad nos permite procesar una amplia cantidad de datos más rápidamente (y ahí estamos saltando de ventana a ventana como niños con ADD). Todos convivimos, cada día más, con jóvenes que a los 15 o 16 años ya conocen TODAS LAS BANDAS IMPORTANTES DEL MUNDO.

Y el cine atrasa. El cine atrasa muchísimo. Porque está realizado por personas que no han crecido con este paradigma, que por más que tengan smartphones y sepan twittear y sepan bajar películas de internet (o usar la Itunes Store) no quiere decir que sean REALMENTE nativos. Tomemos por ejemplo a “Tron: Legacy”, el disparador de este post.
“Tron: Legacy”, es, como me dijo mi amigo @muertopiscina, una mala película con un gran diseño y una buena música. En el momento de verla, resaqueado y en cama, realmente no percibí una gran ofensa contra mis sentidos. La verdad es que, también, el hecho de ver películas en la internet, streameadas, ha causado que mi nivel de expectativas alrededor de las mismas descienda estrepitosamente. Si me entretiene en el momento y tiene un par de buenas escenas, ya la archivo como decente. Solo luego, con el tiempo y la discusión con otros “fleshy ones” los defectos comienzan a salir a la luz. Además como he mencionado, el diseño de Tron hace que muchos de sus pecados pasen desapercibidos.

Pero cuando uno se pone a pensar, es en realidad una película que trata el tema más importante de nuestra época: information wants to be free / information wants to be expensive. Y no dice absolutamente nada sobre el mismo. La idea es la siguiente: Jeff Bridges, el antiguo jefe de la compañía seudo Microsoft que domina el mundillo del software en la película, fue absorbido por The Grid, el programa donde había descubierto vida en la película original. Desaparecido, su ethos de software libre y gratuito cayo en desuso y sus sucesores cobran cantidades enormes de dinero a escuelas y empresas por OSs que son iguales a los de los años anteriores en un nuevo empaque. Sin embargo, exceptuando una escena al inicio en donde el hijo y heredero heredero de Bridges leakea el software al público antes de su fecha de lanzamiento, la película no comenta nada más sobre el dilema.

De hecho, cuándo el pendejo pasa al mundo de Tron y se encuentra con que su padre ha sido depuesto por un malvado programa perfeccionista, todo el discurso atrasa 20 años. El programa en cuestión, Clu, quiere salir de The Grid con la intención de imponer orden seudo fascistoide al mundo. O sea: la información es peligrosa, no hay que dejarla escapar, hay que encerrarla en su mundo porque si no se viene el caos, la destrucción y la subyugación de la libertad. En el fondo el mensaje, por más que quieran pasar por liberales (y predeciblemente siendo una película de Disney) es profundamente conservador.

El dilema, en realidad, ya está resuelvo: la información es libre. Y el tema es que tanto los directores y guionistas de “Tron: Legacy” y de “The Social Network” son, como nosotros, boring old farts, gente que todavía recuerda como fue la vida antes de que las compuertas irrefrenables de la internet se abriesen, que todavía sabe cómo era que el conocimiento fuese arcano, fragmentario, putamente difícil de conseguir. Y que, quizás, en algún lugar oscuro de nuestros corazones lo extrañamos.

Pero ahí está el chico de 7 años con cuenta de Facebook, el bebe etiquetado con la placenta colgándole, el pre-adolescente de 10 con un smartphone, el adolescente que quizás nunca vea una serie en la televisión, el joven para el cual haberse pasado la mitad de sus 18 años en un mundo virtual sumamente elaborado será sencillamente normal. Las peleas que comenzarán y terminarán solo en la red. Los amores intangibles. Esa es la gente que podrá escribir y filmar la gran epopeya de estos años. Lo triste es que, muy probablemente, los jóvenes de esa época una vez más verán esa hipotética película como vieja y cansada.


Youtube saved the video star

Una de las cosas por las que el 2010 debería ser recordado es por ser el año en el que Youtube le ganó definitivamente a la televisión como el ámbito natural de los videoclips. Ustedes, chicos ultramodernos, me van a decir que eso no es nada nuevo y que hace cinco años que miran todos sus videos online o que ya ni siquiera miran videos, y tendría algo de razón, pero no fue un cambio brusco, fue un proceso y creo que ese proceso llegó a su fin este año.

En algún momento de este año Lady Gaga alcanzó los mil millones de reproducciones entre sus varios videos convirtiéndose en la artista más vista en internet hasta el momento, un mérito que ahora parece enorme y hace un par de años no existía. Al mismo tiempo que pasaba eso Disturbed, sí, esos, los que tocaban nü-metal, los de “Get Down with the Sickness”, que seguro que pensaban que ya no existían, metían su disco nuevo en el primer puesto de Billboard sin que su popularidad y su lugar en el foco público se acercaran ni a kilómetros de los de Gaga en este momento, dejando muy en claro que es hora de cuestionar la función de los charts y cuan urgentemente necesitan una modernización. En el estado de las cosas después post-internet-mp3-p2p las ventas de discos funcionan apenas como un dato de la industria en vez de como un verdadero índice de popularidad como supo ser en otra época.

Ahora piensen en la última vez que vieron un video en MTV. En la última década el canal que inventó los canales de música se convirtió gradualmente en un canal de realities mal actuados para adolescentes y ese cambio terminó y fue reconocido por la cadena misma este año cuando sacó la tagline “Music Television” de su logo después de tenerla ahí por casi 30 años. Cualquier joven que vea MTV por primera vez en esta época no tiene ninguna razón para asociar a la cadena con videoclips.

Lo importante acá no es la capitulación de las cadenas de videos, que no las vamos a extrañar, si no el efecto sobre las bandas y sus videoclips. Por mucho tiempo las bandas poco masivas le dieron poca importancia a los videos porque sabían que no tenían lugar en la rotación de los canales entre artistas exitosos y artistas manijeados por su discográfica, pero con los servicios de video la tiranía de la rotación y los programadores se terminó. Ya nadie mira lo que hay sino que busca lo que quiere y las bandas se dan cuenta de que un video que llame la atención puede serles útil. También se dieron cuenta que podían hacer lo que quisieran porque no necesitaban tener en cuenta los límites de tiempo de la televisión ni los límites de contenido aceptable. Y así es como la tendencia de los videos en el último año fueron los videos largos, muy largos, más largos que la canción y los videos con contenido intelevisable, desnudos, violencia, sexo o simplemente rareza y asquerosidad general.

Esta moda no solo se extendió entre artista menores. Lady Gaga consiguió esa cantidad de vistas porque apostó a videos gigantescos con una estética peculiar y llamativa, fuerte y un poco ridícula, que duran hasta el doble que la canción; todos los cortes del Embryonic de Flaming Lips tienen videos rarísimos con desnudos, violencia, monos y tortura; y el que se más al carajo se fue (poco sorprendentemente) fue Kanye West que hizo para el single “Runaway” un video de 35 minutos. Eso ya ni siquiera es un video, es un corto cinematográfico que incluye la canción.

Hubo un momento en el que Youtube estaba apenas empezando y la etapa «music television» de MTV estaba terminando en la que no miraba videos y me arriesgo a decir que era algo general, ya no nos interesaban los videos. Tal vez incluso nos atrevimos a pronosticar que los videoclips ya no tenían sentido e iban a desaparecer porque nosotros, tan apocalípticos y adelantados, no mirábamos televisión y bajábamos todo tipo de cosas que jamás íbamos a ver en los canales de música y ni nosotros ni las bandas necesitaban los videos. Como siempre nos apuramos en hacer lecturas de cosas que realmente no estaban pasando, wishful thinking, y ahora nos encontramos con que internet no mató al videoclip sino que lo salvó.

Ahora, algunos ejemplos ilustrativos:

Bonus Track: algunos ejemplos más que no puse porque ya eran muchos embeds o porque eran menos interesantes los videos o porque no me gustan los temas.
MIA-«Born Free» || The Klaxons-«Twin Flames» || Die Antwoord-«Evil Boy» || Devendra Banhart-«Foolin» || El guincho-«Bombay» || Astrud-«La música de las supercuerdas» || Ariel Pink’s Haunted Graffiti-«Round and Round» || The Flaming Lips-«Watching the Planets«/»The Sparrow Looks Up At The Machine» || Former Ghosts-«Taurean Nature«/»Hold On«/»Flowers» || Hot Chip-«I Feel Better«