El jueves tuvo lugar el evento cinematográfico del año. Algo que no pasaba desde hacía varios años y no va a volver a pasar por varios más. Se estrenó una nueva película de David Lynch y se llama INLAND EMPIRE.

Habiéndola visto una única vez (y una sola vez siempre es poco para una película de Lynch y cada vez que uno las vuelve a ver tiene ideas completamente diferentes al respecto) y hace tan poco mis ideas sobre la película están frescas, y aunque cometí el error de leer reseñas, discusiones y opiniones ajenas antes de ponerme a escribir esto no creo que hayan afectado mucho mi primera impresión. Sobre todo porque las lecturas más coherentes que leí se concentraban en los mismos puntos que me llamaron la atención.

En lo que mi experiencia de Inland Empire parecía diferir de la mayoría de la gente que leí es que mucho hablan de que estaban desbordados de ideas y no sabían por donde empezar. Yo tampoco sé por donde empezar pero precisamente por todo lo contrario, no tenía ni una idea clara al terminar de ver la película y todavía no la tengo. Lo único que sentía cuando terminó era una enorme sensación de vacío e inquietud.

Ni siquiera me atrevería a intentar explicar de que se trata la historia. La clásica pregunta inevitable cada vez que uno le habla de una película a alguien, «¿De qué se trata?», ya no se aplica a esta película. Posiblemente porque ya no es una película en el sentido tradicional de la palabra. No hay ni una historia ni personajes claros y reconocibles. Inland Empire es un hecho, un suceso, una experiencia. No es una película.

La otra pregunta clásica «¿Te gustó?», tal vez quede obsoleta también para Inland Empire. Como dije, no es una película, es un suceso y no está ahí para ser aprobado o desaprobado por el espectador. Como un tornado que pasa sobre un pueblo y no está ahí para que nos guste o no, simplemente está y lo único que podemos hacer es calcular los daños.
Intentar plantear acá una teoría sería ridículo. No solo porque sé por experiencia lo decepcionante que es el misterio de una película finalmente resuelto sino porque intentar ordenar y decodificar el laberinto de la película es una ridiculez. Explicar de que se trata es como intentar describir claramente algo visto solo de forma borrosa por el rabillo del ojo. Inland Empire es el equivalente cinematográfico a eso, una imagen apenas percibida que se mueve a medida que uno mueve la cabeza para verla mejor y no nos deja nunca ver más que colores difusos, formas confusas, bordes y límites borroneados.

No leí hasta ahora ninguna teoría que no dejara una parte enorme de la película afuera y la simplificara hasta convertirla en no mucho más que la historia de una actriz tratando de meterse en papel o una larga alucinación o sueño. Es que es tentador caer en estas explicaciones fáciles para librarse del aparente vacío de sentido y de la sensación que provoca.

Pero estas explicaciones eliminan la ambigüedad y convierten en unidimensional la multiplicidad de niveles en los que la película funciona. Y principalmente lo que no logran reconocer es que ese vacío de sentido es solo aparente, la ausencia está planteada como un valor positivo. No hay que intentar reponer totalmente el sentido sino reconocer el valor de su ausencia, ver que hay agujeros y que no podemos llenarlos y apreciarlo, entender como la película funciona y se desarrolla alrededor de esos agujeros que son prácticamente los centros de gravedad de la película. Este es el detalle por el que todas las teorías, como una adaptación del teorema de Gödel, sin importar cuán completas parezcan, siempre terminan basándose en algún elemento que se da por sentado y no puede ser probado con los elementos que nos da la película, siempre queda algo suelto que es indecidible. Como dice en Marc de K-Punk en su post sobre Inland Empire, no tenemos que caer en la tentación de interpretar que todo podría ser una alucinación o un sueño de un personaje porque es la película la que está loca, no los personajes en ella.

Estos vacíos y agujeros, sumados a lo que decía antes de la sensación de que no podemos ver la película más que difusamente, dan como resultado el elemento clave de toda la obra de Lynch, uno de sus grandes temas, la incomodidad. La incomodidad producida al ver algo que reconocemos como familiar, un mundo que conocemos pero que parece funcionar siempre un poco diferente a como debería. La incomodidad, la inquietud producida por ver algo que uno siente que no está viendo completo, la sensación de que algo más grande está sucediendo por detrás de lo que se ve pero que uno no es capaz de comprender. La idea de que uno es un voyeur que se está perdiendo todos los elementos claves de la historia.

En la mayoría de las películas de Lynch este elemento está incluido en la historia. Siempre hay alguien atrás del que no se sabe realmente nada pero parece desempeñar un papel mucho más importante de lo aparente en un esquema en el que los personajes solo desempeñan un papel pasivo como víctimas de su destino o de un plan más grande que ellos. El hombre en el planeta de Eraserhead, el Mystery Man de Lost Highway, el viejo que da órdenes desde atrás de un vidrio, el cowboy y los hermanos en Mulholland Drive. En Inland Empire hay varios (creo que son varios) personajes que desempeñan ese papel. Como el marido de Nikki, el personaje de Laura Dern, que se lo menciona como un hombre importante de un poder enorme pero apenas aparece en la película y cuando lo hace es para darle unos «consejos» a Devon, el personaje de Justin Theroux, co-protagonista junto a Nikki de la película dentro de la película.

El otro personaje clave en este aspecto es la vecina nueva que al principio mismo de la película pasa a saludar a Nikki y empieza a hacer predicciones crípticas y advertencias. Una contrapartida sin buenas intenciones del personaje de la casera en Mulholland Drive.

Y con esa mención a Mulholland Drive tengo que hacer una mención a los paralelismos entre estas dos películas y sobre algo que he visto mencionar a alguna gente por ahí que me parece una increible malinterpretación de la película. La acusación de que Lynch se está repitiendo. Pura mierda. Creo que con esta película Lynch no podría estar más lejos de la repetición. Es cierto que está repleta de puntos en común con Mulholland Drive. Las dos tienen al personaje de una actriz como protagonista, transcurren en Hollywood y llevan como nombre el nombre de un lugar famoso de esa zona, en ambas hay películas dentro de películas y «una mujer en problemas» y ambas terminan con una mujer diciendo una palabra. Pero lo que no parecen notar es que Inland Empire está llena de intertextualidad y casi parece ser el centro del universo lyncheano, el nexo que conecta todos los demás elementos. Ese diálogo indirecto que mantiene con Mulholland Drive lo mantiene muy directamente con Rabbits y Darkened Room, incluyendo fragmentos de la primera serie y reescribiendo el segundo corto dentro de la película. Estoy seguro que si se buscan de forma un poco más quisquillosa se pueden encontrar más elementos, se me ocurren algunos, pero no voy a seguir con eso.

Pero esas similitudes que menciono son apenas superficiales en comparación con las profundas diferencias con las otras películas. Primero, hay que mencionar sí o sí que en esta película se pasó al bando del video digital y juró que no va a volver a filmar en celuloide. Y esta diferencia no es superficial. Lynch siempre se compromete con los formatos que usa y filma en función de ellos. Sus películas en blanco y negro no podrían ser a color, sus películas a color no podrían ser en blanco y negro y esta película no podría haber sido filmada en celuloide al igual que Blue Velvet no podría haber sido filmada en digital.

Pero ese tampoco es el punto más importante, creo que la mayor diferencia está en su planteamiento de las dimensiónes temporal, espacial y ontológica de la película. Todas las demás películas de Lynch (aunque no me atrevería a afirmarlo sobre Lost Highway, tal vez su película más incomprensible hasta esta pero nunca reconocida como tal) tienen una lógica reconstruible con mayor o menor esfuerzo. Eraserhead no es tan ilógica ni surreal ni azarosa en el fondo y Mulholland Drive está llena de indicios que permiten reconstruir la linealidad de la historia y tiene una división muy clara entre el sueño y la realidad.En cambio Inland Empire no tiene ningún indicio y la división entre realidades está totalmente borrada. Donde en Mulholland Drive era correcto preguntar «¿Esto es real o no?», en Inland Empire la pregunta pasó a ser «¿Qué es esta realidad?¿Cuántas realidades hay?¿Qué es la realidad?¿Dónde empieza una y termina otra?». Ni siquiera hay un punto de quiebre en el que se deje de entender y explote todo. Desde el principio mismo, con la aparición de la vecina (e incluso antes), no estamos seguro de a que personaje estamos viendo o de en que momento está transcurriendo. En Inland Empire no hay límites claros. Todo es real o todo es irreal, todo el tiempo pasado, presente y futuro es simultáneo. Empieza con una luz y unas letras gigántescas en las que se lee INLAND EMPIRE. Termina con los personajes cantando y bailando una canción de Nina Simone.

Y en el medio hay una chica perdida llorando en un cuarto, en una televisión se ve una sitcom absurda con tres conejos y un laugh track que se escucha sin aparente razón, una actriz que consigue un papel, una remake de una película nunca terminada, una maldición gitana, una quemadura de cigarrillo en seda, letras escritas sobre una puerta, un romance que no debería ser, una calle nevada en polonia, un destornillador clavado en un abdomen, la frase «mirame y decime si ya me habias visto», un grupo de prostitutas que hacen una coreografía al ritmo de «The Locomotion», un agujero entre el canal vaginal y el intestino, una mujer con una pierna amputada.

Que hacer con todos esos elementos depende de uno. Es una elección de cada uno, aunque la verdadera elección es si uno quiere tener una experiencia cinematográfica trascendental verdadera o si quiere ser alimentado en la boca por alguna película que vamos a olvidar 10 minutos después de salir de la sala. Si la elección es la primera, INLAND EMPIRE llega tan lejos como creo que el cine puede llegar, si no, bueno, seguro que están dando alguna película con Tom Hanks o algo así.


Breve introducción al cine que va a hacer que nadie quiera ver películas con vos (pt. 2)

Lo había prometido cuando escribí la primera parte así que acá hay una nueva entrega de cinco piezas para atacar cinematográficamente a amigos y enemigos por igual y satisfacer al snob que sé que llevan adentro. Aunque algunas de las que elegí para esta entrega no son tan buenas como las del primer post, que era una selección a prueba de balas, todo lo que estas cinco no tienen en calidad lo tienen en otros aspectos porque son verdadera artillería pesada y deben ser usadas con discreción. Solo usen estas después que todas las del primer post hayan fallado. Quedan advertidos.

Chelsea Girls: una película de Warhol difícil de ver no es nada sorprendente, estamos hablando de un tipo que dejó una cámara filmando el Empire State por 7 horas y a gente comiendo, durmiendo o siendo felada. La diferencia entre esas películas y esta, es que aquellas no intentaban ser películas en el sentido clásico de la palabra, no pretendían mantener la atención del espectador ni ser efectivamente vistas, eran películas para no ver. Al contrario Chelsea Girls está mucho más cerca de ser una «película de verdad», se espera que sea vista, pero esa tarea es de todo menos fácil. Chelsea Girls tiene varias particularidades que la hacen bastante diferente de la mayoría las películas y, por sobre todo, bastante viewer-hostile. Para empezar, si bien no tiene la duración de Satantango, dura tres horas y media, lo cual ya es un abuso a la paciencia del espectador, pero eso no sería para tanto si no se le sumara lo que componen esas tres horas y media. La película está compuesta de doce rollos, cada uno conteniendo una única escena (o sea que como se imaginan, cada escena es dejar la cámara filmando hasta que se acabe el rollo) sin ningún tipo de conexión con las demás. Cada escena registra a alguno(s) de los personajes de la Factory de Warhol haciendo nada en particular durante lo que sea que dure un rollo. Como si la duración y la falta de cohesión y narración no fueran suficiente para hacerla una película difícil, Chelsea Girls tiene una característica mucho más rara y única que debe ser lo que más interesante la hace, y es que está hecha para ser proyectada con dos proyectores simultáneamente en una pantalla dividida de a dos escenas simultáneamente. Aunque cada tanto queda solo una escena siendo proyectada y la otra mitad de la pantalla en negro, la mayor parte del tiempo hay dos escenas (de las cuales una sola tiene sonido) y el espectador se ve obligado a prestarle atención a solo una. Es completamente imposible sincronizar dos proyectores de la misma manera más de una vez por más que se den instrucciones sobre cuando proyectar cada escena, lo que sumado a no poder ver las dos mitades de la pantalla por igual da como resultado algo que popularmente se dice de esta película, y que probablemente sea cierto: que jamás se puede ver la misma Chelsea Girls dos veces. A pesar de una recomendación de esta película a alguien va a tener tanto éxito como recomendarle que se clave agujas abajo de las uñas, los que la sepan apreciar van a comprobar que el efecto de esta película sobre el espectador es algo digno de probar al menos una vez y que sus momentos altos son muy altos y que escenas como la del primer plano de la cara de Nico con luces psicodélicas siendo proyectadas encima o el monólogo de LSD de Eric Emerson (que inspiró la genial «Eric’s Trip» de Sonic Youth) son antológicas.

Begotten: Donde Eraserhead haya fallado esta película triunfará, donde haya hecho daño Begotten hará estragos. Aunque menor en calidad (y en culto) que la gran película de Lynch, la ópera prima de E. Elias Merhige (director de la muy buena La sombra del vampiro) sacrifica gran parte de la incomodidad y la efectividad psicológica de su contraparte lynchiana (comparación de la cual posiblemente nunca vaya a poder escapar) en favor de pura revulsividad visual y cierto tufo excesivamente arty. Con gran austeridad narrativa y sin una sola línea de diálogo, Begotten cuenta una historia simbólica que apuesta (tal vez un poco mucho) por el shock desde la primer escena en la cual vemos en una cabaña en el medio de la nada a Dios destripándose a sí mismo y regando sobre el piso sus entrañas que su contacto con la Tierra da como fruto al Hombre, que junto con su madre será vapuleado, sometido, arrastrado, torturado y asesinado por un grupo de canibales y finalmente enterrado para que el ciclo comience de nuevo. Si todo esto les hace pensar en esas habituales y siempre divertidas parodias de cortos überarty de los estudiantes de cine en las comedias, como el que dirigía Howard Stern en Private Parts o ese que había hecho Jay Sherman en sus años de estudiante (L’artiste c’est mort!), no están tan lejos de la realidad. De cualquier manera es algo así como interesante (tampoco mucho, no se confundan) y les puedo asegurar algo y creanme, toda la gente a la que se la hagan ver la va a amar.

Cortos del Accionismo Vienés: con esto ya estamos entrando en la artillería pesada. Tal vez la más pesada de este post. Empecemos con un poco de historia por si alguien no sabe de que se trata esto. El accionismo vienés fue una de las más violentas y extremas vanguardias artísticas del s.XX. Surgió en Viena a principios de los 60s y había desaparacido para principios de la siguiente década. Entre sus ideas y objetivos estaba el destruir y superar el arte convencional que veían como una institución más, anquilosada y aburguesada. Ya no se pintarían cuadros, se pintaría a través de acciones y sus cuerpos serían la tela. Los happenings y las performances de accionistas como Otto Mühl, Günter Brus, Rudolf Schwarzkogler o Hermann Nitsch ganaron notoriedad por su transgresividad, llevando a varias intervenciones policiales y repetidas estadías en prisión de los artistas. Muchas de estas performances fueron registradas en film, mayormente por Otto Muehl y Kurt Kren, que no era un accionista sino algo así como el director oficial del accionismo. Lo que hace a estos cortos armas de grueso calibre para atacar a inocentes inadvertidos es que tiene una combinación única de, por un lado, lo peor del mundo del cine arty, siendo siendo cortos mudos de performaces artísticas, y por el otro lado, la peor escatología, porque para los accionistas performance significaba «pequeño festín de desnudos, fluidos corporales, vísceras de animales y asquerosidades varias». O sea que tenemos como resultado cosas como una mujer desnuda cubierta con las vísceras aún tibias de un cerdo recién matado siendo bañada de lluvia dorada por un tipo parado arriba de una escalera. Y ese es solo uno, ¡y hay muchos! Y pueden verlos todos acá. Personalmente no creo que estos cortos sirvan para mucho más que usarlos como arma, así que no les aconsejo verlos por amor al arte porque sus méritos cinematográficos me parecen bastante dudosos. Sus méritos armamentísicos por otro lado son indudables (de hecho la única persona a la que se los pasé los supo apreciar, pero fue lo suficientemente malvada como para usarlos indiscriminadamente contra sus desprevenidos compañeros de trabajo).

Guinea Pig 2: Flowers of Flesh and Blood: La serie Guinea Pig son las películas de snuff exploitation. Las últimas de la serie variaron un poco pero las primeras, las que más cuentan, son falsas snuff, escenas muy gráficas de tortura extendidas por unos cuarenta minutos más o menos. Puro splatter. No es un género que me interese especialmente, pero me sentí obligado a mirar una película tan legendariamente infame, y les puedo asegurar que es material 100% friend-hostile.
Dos sucesos cementaron la histórica infamia de esta película. La primera es que Tsutomu Miyazaki, el Otaku Killer, aparentemente haya usado esta película como inspiración para uno de sus asesinatos, y eso junto con la enorme colección de hentai y películas de terror que encontraron en su casa al momento de su arresto generó una gran polémica alrededor de estos géneros en Japón es su momento. El otro, mucho más divertido y pintoresco, fue que a principios de los 90s, un Charlie Sheen en su peor época de reviente la vio, se comió que era una snuff movie de verdad y decidió denunciarla. Los federales tomaron cartas en el asunto y contactaron a la justicia japonesa quienes también empezaron a investigar la película y todo terminó con sus creadores teniendo que probar ante la justicia que eran todos efectos especiales y que nadie había muerto. Por supuesto cualquiera con dos dedos de frente de da cuenta que esta no es una snuff de verdad (los efectos son buenos teniendo en cuenta los costos de producción pero no son tan realistas como para pasar por reales y después de todo, c’mon, ¿quién se imagina que una snuff tenga score, créditos y fotografía multicámara?). El resultado de todo eso fue que esta segunda parte de Guinea Pig entrara a la historia y se convirtiera en una de las películas de exploitation más conocidas (e infames). Y después de todo, no está tan mal.

Cannibal Holocaust: ahora sí, vamos a hablar de películas de verdad, de películas que cuentan. The ultimate splatter cannibal exploitation film. No dudaría ni un segundo en decir que es lo mejor que incluí en este post. Ruggero Deodatto narra la en estilo de falso documental como un grupo de documentalistas van al Amazonas a filmar a dos tribús caníbales antagonistas y abusan de ellas hasta que sufren el peor destino que se puede sufrir en manos de un grupo de caníbales. Los realizadores tomaron la cuestionable decisión de matar animales de verdad en la filmación de la película (cosa que le valió muchas críticas y de lo cual Deodatto dijo estar arrepentido años más tarde, pero que también es en parte responsable de la fama de la película) logrando algunas de las escenas más espantosas que se pueden ver en una película (la escena de la tortuga es la peor escena que vi en mi vida). El realismo con el que está filmada, que hizo que Sergio Leone se deshiciera en elogios hacia ella y Deodatto, hace de las escenas de asesinatos algunas de las más creibles que haya visto, lo cual le costó Deodatto lo mismo que a los creadores de Guinea Pig (esta vez sin Charlie Sheen). Deodatto tuvo también que demostrar ante la justicia que nadie había sido asesinado. Habría que ser muy miope para calificar a esta película solo desde la perspectiva del tipo de imágenes que muestra, Cannibal Holocaust es una película con todas las letras y se merece ser analizada y criticada como tal. Creo que de hecho esto es en parte lo que más terrible y shockeante la hace, al contrario de otras películas exploitation y splatter uno no puede tomársela con total falta de seriedad y así alivianar el impacto de las imágenes. Recomendaría ciegamente esta película a cualquiera, aunque, claro, no digan después que no les avisé.


Arty Video Post

https://www.youtube.com/watch?v=vKS3prrp2tk

Window Water Baby Moving (Stan Brakhage, 1959)

Ya había hablado de este corto en este post pero nunca es demasiada insistencia cuando se trata de este clásico de Brakhage. El corto, que documenta en la forma poética de que solo Brakhage era capaz el parto de su primer hijo, es mi favorito personal del maestro del cine no-narrativo aunque comúnmente se mencione más a la saga épica de Dog Star Man.

https://www.youtube.com/watch?v=9LBRr2bGGUE

Le Sang des Bêtes (Georges Franju, 1949)

Vi esta película por primera vez como parte de un programa de cortos en una edición del BAFICI que había ido a ver por otras piezas incluidas y sin saber de que se trataba esta. Posiblemente tampoco lo sabían todos los que estuvieron todo el tiempo dando vuelta la cara impresionados o los que se levantaron y volvieron después de que hubiera terminado. El debut cinematográfico del cofundador de la Cinémathèque Française es un documento frio y ultrarealista del final de los animales en los mataderos de París. Creo que este corto junto con la escena del matadero de En un año de 13 lunas de Fassbinder tienen la mayor responsabilidad de que yo haya dejado de comer carne.

Fireworks (Kenneth Anger, 1947)

El legendario e inmortal clásico homoerótico de Kenneth Anger, filmado cuanto tenía apenas 19 años. Este corto atrajo por igual la atención de Jean Cocteau y de la censura y se le presentaron cargos de obscenidad en contra que finalmente fueron desestimados. Aunque todo el trabajo de Anger es bueno, no creo que ningún otro de sus cortos posteriores haya vuelto a tener la intensidad de este. Fireworks está marcado a fuego en la historia del cine independiente y tiene un lugar asegurado entre las grandes obras de la historia del cine. Compruebenlo ustedes mismos.

The Private Life of a Cat (Alexander Hammid y Maya Deren, 1944)

Un encantador relato mudo de la vida de una gata, un gato y sus cinco crías, narrado y fotografiado de forma impecable y con el enorme mérito de haber logrado filmar a gatos actuando naturalmente y haciendo lo que esperaba que hagan. La película para los amantes de los gatos.

Crash! (Harley Cokliss, 1971)

Todo esto fue solo una excusa para podear postear este obscurísimo corto que levanté del genial blog Ballardian. Una pieza de ballardiana casi desconocida hasta para los fans. El corto es una adaptación del cuento «Crash!» incluido en La exhibición de atrocidades (que después sería extendido en la novela del mismo nombre) y además de reproducir muy bien el espíritu ballardiano, tiene un mérito extra que la convierte de una mera curiosidad en una joya oculta: el protagonista es el mismísimo James Graham Ballard. Los que hayan visto la Crash de David Cronenberg van a comprobar que a pesar de estar basadas en piezas diferentes, no solo el clima y el imaginario son los mismos (lo cual es lógico porque esa misma relación existe entre la novela y el cuento) sino que hasta ciertas imágenes son equivalentes y que al igual que el cuento es una versión concentrada de la novela, este corto es una versión concentrada de la película. Harold Bloom decía que la gran ventaja de Borges respecto a otros autores, incluso algunos igual o más talentosos, era que leerlo te obligaba a pensar siempre de alguna forma en la que nunca habías pensado y de la que no había marcha atrás, leerlo era volverse un poco borgiano y eso le garantizaba su lugar en la historia. Si eso es cierto para Borges, es miles de veces más cierto para Ballard y es por esa razón que entre la película y el corto se da esa relación que menciono. Para adaptar a Ballard hay que volverse ballardiano y ver el mundo a través de sus ojos, entrar al mundo ballardiano, del cual no hay salida y en el cual él está en control. No creo que estas adaptaciones sean de sus directores más que de Ballard adaptándose a sí mismo a través de los directores. Una prueba más de lo que ya todos sabíamos, que Ballard es uno de los grandes genios de nuestra era y el que mejor la describió.


Notas Completamente Azarosas Sobre Algunas Películas

I) Ví “Blade Runner” (el corte del director) por primera vez en mi vida hace una semana. No voy a meterme a analizar demasiado la película en si (aunque, por lo que vale, puedo decir que me pareció una obra maestra) pero hay algo que atrapó mi imaginación inmediatamente: la ciudad. Además de ser una ciudad que capta el espíritu de Dick sociologicamente, con esas masas de personas que ocupan sus calles como hormigas, hablando un idioma que parece pidgin, multiétnicos y globales pero al mismo tiempo intercambiables; es, al mismo tiempo una ciudad que capta el espíritu de Dick arquitecturalmente. Una ciudad donde llueve TODO EL TIEMPO, donde los edificios se pudren en la humedad y parecen antiguas “soluciones habitacionales” de hace cuarenta años abandonadas, donde los autos vuelan pero son igual de mugrosos, donde la tecnología de la información solo sirve para transmitir avisos (es un detalle de genialidad, probablemente producto de la necesidad, que haya planos en los que se repitan los avisos de manera idéntica). Uno siente que es el producto mutante y espantoso de todas las ideas progresivas sobre urbanismo, una ciudad donde hay enormes porciones en decadencia y la gente vive en latas de sardinas, que crece hacia arriba sin pensar con que objetivo, donde el sistema cloacal esta espantosamente congestionado y las veredas son demasiado pequeñas para la masa pegajosa que camina por ellas. Por eso a la ciencia ficción se le decía “literatura de anticipación” en alguna época.

II) La visión por segunda vez de “Monkey Warfare” solo confirma todo lo bueno que pensaba de Reginald Harkema. Con una economía de recursos envidiable (75 minutos, 3 personajes, mínimos detalles de la edición y la dirección de arte que transmiten toneladas de información) cuenta una historia que es a la vez simpática comedia familiar, un comentario sobre la contracultura de los 60 (realizado por personajes que ni siquiera tuvieron nada que ver con ella) y una película stoner. Además es envidiable como lo que comienza en un territorio apto para los lugares comunes y chistes fáciles (pareja de stoners que juntan basura conocen a bella joven que les vende porro) se enriquece a medida que pasa la película con las actuaciones completamente equilibradas y la química que va llevando la película a un lugar muy diferente y mucho mas humano. Y todo ello condimentado con discusión política que en ningún momento parece forzada.

III) “25 Watts” es la película que todo joven que viva en una ciudad pequeña debería ver. No es por desmerecer a Montevideo, que es capital nacional y todo, pero los personajes, las situaciones, los diálogos y, sobre todo, el ennui, la sensación espantosa de que no pasa NADA no pudo evitar recordarme a San Miguel de Tucumán, el lugar donde vivo. Si hasta la ciudad, con sus calles llenas de pozos, sus casas de años más prósperos derruidas, su sensación de “esto en algún momento pudo ser ALGO, pero nos conformamos con una versión de feria americana del crecimiento” se siente demasiado cercana. “El progreso, pibe”, como dice el increíble jefe de Javi. Por otra parte: “25 Watts” no es una película “triste” en el sentido tradicional, ni a palos. Es maravilloso como Revella y Stoll cubren esa sensación de vació y angustia con momentos de humor geniales, con esos personajes secundarios que todos en algún momento conocimos, con esas frases pegajosas (“Marmota chicoooooooooooooo!”) que te permiten reírte de lo extraño que es ser alguien de entre 20 y 25. Te diría que es la “Clerks” rioplatense (y esto, para mi, es un elogio de los mejores).

IV) Gondry esta lleno de aire caliente. “The Science Of Sleep” es una película…simpática. Que lindo, Michel, como te gusta jugar con las imágenes, que lindo como le pones onda a ese estudio de Stéphane, que bonita esa secuencia final. Lastima que te olvidaste de contar una historia con personajes creíbles y cuyas reacciones ante el otro tengan cierta lógica. Una cosa es utilizar la timidez y pequeños detalles absurdos para construir un personaje cuya dificultad para relacionarse con los demás lo ha llevado casi al aislamiento (ver “The 40 Year Old Virgin”), otra es generar personajes que se comportan como idiotas que no entienden que es lo que pasa en el mundo que los rodea, JAMAS. Y como es una película que depende tanto de la química particular entre sus protagonistas (es una historia de amor, al fin y al cabo) cuando esta falla y no nos creemos lo que sienten por el otro, el hermoso castillo de cartas de Gondry se derrumba, a pesar de que esta hecho con cartas, De Verdad!, y mide 100 metros!, con dragones de papel saliendo por las ventanitas!. Y un foso relleno de gelatina.

V) “Music And Lyrics” seria una película intrascendente, otra comedia romántica mas, de no ser por tres cosas: la primera, lo placentero que es ver a actores con indudable encanto actuar un guión y entregar unos diálogos que están repletos de buenos momentos, amplificados por la facilidad con que Hugh Grant y Drew Barrymore encarnan sus personajes y los vuelven completamente queribles. Es una comedia como las que hacia Hollywood hace mucho tiempo y en las que actuaba el homónimo de Hugh. Lo segundo es la banda sonora: no todas las canciones funcionan (ciertamente el tema sobre el que depende toda la historia no es TAN bueno, pero quizás eso también sea parte de la idea) pero el tema de PoP! es tremendamente pegajoso y algunas de las canciones de Cora son fascinantes como parodias de música pop actual. En tercer lugar, la tesis de la película, que básicamente es la siguiente: hay placer, trabajo, corazón y, si, incluso arte en la música pop y no deberíamos sentirnos avergonzados por ello. Una película anti-rockista. Poptimista.


Sobre 2 peliculas que no vi

A life without pain es un documental acerca de 3 niños que nacieron con una rarísima enfermedad por la cual no pueden sentir dolor físico. Básicamente, la vida de sus padres es un infierno porque tienen que evitar que hagan cualquier cosa peligrosa, pueden caerse y quebrarse una pierna, y no darse cuenta, o morderse la lengua, golpearse, etc. No lo vi, pero por lo que leí (además de su temática interesantísima) esta muy bien hecho. Lo pueden bajar por torrent de aquí.

El director del documental, Melody Gilbert, anteriormente dirigió Whole, un documental acerca de gente que tiene la necesidad imperiosa de ser amputado. A pesar de la morbosidad del tema, parece que tambien el tema esta tratado de una forma muy seria. Si encuentran donde bajarlo o si alguien lo vio, se agradece.