Enrollando la cinta con una lapicera.

La Pitchfork publicó un artículo bastante largo e interesante acerca de el resurgimiento del cassette como medio para escuchar música. El tema en sí es bastante complejo, y hay varios lados por donde se puede tomar este revival, y todos seguramente sean bastante ciertos. Nostalgia, ironía, «porque sí», romanticisimo, elitismo, practicidad y el costo baratísimo que tiene fabricarlos, moda, reacción al mundo de las descargas online, etc, etc. Así que podríamos saltarnos los chistes onda «oh yo sólo escucho música en cilindros de cera porque suena mejor», ¿Ta? :P

Mi relación con el casetito fue muy larga, y la recuerdo con cariño.  La primera música que escuché fue en ese formato. Un cassette con el Otra navidad en las trincheras, del Cuarteto de Nos, que escuche miles y miles de veces, y me conocía totalmente de memoria, a los ocho años. Un poco más grande, otros cassettes que me grabó un amigo. Ríanse: Uno tenía de un lado, un compilado de Manowar. Del otro lado, el Bat Out of Hell de Meat Loaf, y sobraba un poco de espacio y habian unos temas de La Ley, cuando aparentemente eran una banda de rock alternativo genérica antes que esa cosa espantosamente glossy en la que se convirtieron hace unos años.


Manowar. Aguante.

A los 12 años tuve mi primer equipo de música, uno de esos huevitos tradicionales con CD y Casettero. En mi casa no se solía escuchar música, excepto la ocasional radio Armenia con los mismos 20 temas insoportables. Mi escucha de música se basó entonces en los pocos CDs que podía comprar, y en decenas de cassettes que grababa y re-grababa religiosamente. Era mi época alternativa / pseudo-metal: Pearl Jam, Ozzy Osbourne, Green Day, SoundGarden al principio, para en unos años tener decenas de compilados del programa de radio Dínamo, con Massive Attack, Daniel Johnston, Flaming Lips, Sonic Youth, Yo La Tengo etc. ¡Oh, las olas de nostalgia!
Durante muchos años, hasta los 18-19 años , mi único método de escuchar música en la calle era con mi viejo y destartalado Walkman AIWA. ¡Cómo amaba a esa cajita negra con botones! Le había comprado unos auriculares bastante buenos, con un cable larguísimo. Eran gigantes, y se me habían roto un par de veces, y les cambié en un momento el cable por uno enrulado, horrible, de teclado de PC. Me hacían quedar como un freak caminando por la calle con metros de cable colgando. En esos últimos años, ya con compuadora e Internet, mantenía un proceso que implicaba grabar mp3s a CD’s, y luego pasar del CD a cassette. Así escuche mucha música en mi período «electrónico/IDM». Tenía un montón de cintas con discos de Squarepusher, Aphex Twin, Autechre, Plaid, Portishead, Björk, etc.

Recuerdo que por un error al apretar el botón de Play, estuve escuchando un disco de Autechre al doble de velocidad por como 15 minutos, sin darme cuenta.


Autechre. Aguante.

Fue en una fiesta en una casa, que me olvidé el Walkman un día. Al otro día lo fui a buscar, Pero estaba roto.  Ahí fue un poco el comienzo del fin de mi relación con el casette. Hubo luego dos episodios más: Cuando a los veinte años, le regalé a una novia mi equipo de música, ya que el suyo se había roto. Ahí perdí toda forma de escuchar cassettes en mi casa. Y unos años después, a otra novia (…yeah, i know) le lleve mi caja con mi colección de cassettes, ya que ella seguía escuchando bastante en ese formato. De vez en cuando poníamos cassettes que tenía viejos, de Breeders y REM. La caja se quedó en su casa. Ahí ya deje de tener cintas por siempre.

Comparado con el vinilo, o el CD, el cassette sonaba bastante mal, Pero no tan mal, ¿o sí? Recuerdo un amigo que me recomendaba comprarme un cassettero y usarlo para tirar pistas en vivo, que podía saturar un poco y sonar cool. Y todo el mundo sabe que tener un portastudio TASCAM a cinta de cromo es lo más cool del mundo.

Hace una semana hablaba con Pau, y me comentó algo interesante: Averiguó que en Argentina, fabricar un cassette, impreso, con la cajita, el arte, con la música, todo terminado, salía 3 pesos argentinos. Me dijo que consideraba hacer una tirada de alguno de sus discos en cassette.
Le comenté: «No esta mal la idea, pero no se, ¡Pero ya no tengo cómo escuchar cassettes!»