Lombroso, Landru & Landrú.

En el siglo XIX, por ejemplo, nos encontramos con el uso instrumental de la fotografía en según que prácticas administrativas privilegiadas y en los discursos profesionalizados de las nuevas ciencias sociales – antropología, criminología, anatomía médica, psiquiatría, salud pública, urbanismo, saneamiento, etcétera- (…) En la terminología de aquellos discursos, las clases trabajadoras, los pueblos colonizados, los criminales, los pobres, los habitantes de infraviviendas, los enfermos o los locos eran designados como los objetos pasivos (…) de conocimiento. Sometidos a una mirada escrutadora, forzados a emitir signos, pero apartados del control del significado, esos grupos eran representados e intencionadamente mostrados como incapaces de hablar, actuar u organizarse a sí mismos. La retórica de la documentación fotográfica en este período (…) es por tanto una retórica de precisión, medición, cálculo y comprobación, que separa sus objetos de conocimiento unos de otros, huye de la apelación emocional y la dramatización y hace depender su posición de reglas y protocolos de carácter técnico (…) Como estrategia de control, su éxito se ha exagerado en exceso; pero como estrategia de representación, sus argumentos y consecuencias permanecen en buen parte vigentes

John Tagg, El Peso de la Representación, 19-20.

Cesare Lombroso fue un teórico italiano, pionero en el naciente campo de la criminología. Lombroso creía que los criminales podían ser reconocidos mediante sus deformaciones físicas, que la criminalidad era una forma de imbecilidad hereditaria que se traslucía en los rasgos, en los labios simioides, el cráneo prominente, el ceño hirsuto, la piel rugosa y las uñas largas, el tamaño de las orejas. Impulsado por el fanatismo positivista de mitades a finales del siglo XIX y su manía por medir todo y compilarlo en grandes tratados que demostraban más allá de toda duda que el ser humano era un ser de hábitos regulares, Lombroso tuvo una gran prédica por Europa, justificando los prejuicios largamente arraigados de un continente que finalmente iba a conquistar al mundo.

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The Lurker In The Dark.

Hará una semana vi “Zodiac” de David Fincher, después de mucho tiempo y muchas recomendaciones. La película, para hacerla corta, me pareció excelente. Es lo mejor que de Fincher, sin lugar a dudas. Los meritos de la película son varios, pero me parece que nos podemos concentrar en dos cosas: en primer lugar, en los personajes. Los 3 protagonistas son enormes personajes, muy bien delineados. Si bien a Donnie Darko se le va un poco la mano con los manierismos de tipo nervioso (cosa que a mí no me molestó tanto, creo que es en lo mejor en lo que actuó desde la película del conejo perturbador), los otros dos están excelentes. Obviamente no podíamos esperar menos del GRAN Robert Downey Jr., uno de esos actores únicos, como Christopher Walken, que transforman cualquier película en la que actúan. Automáticamente deja de ser “buena” o “mala” para pasar a ser “una película con Christopher Walken”. O con Robert Downey Jr.
La otra sorpresa es Mark Ruffalo, que logra un policía que al mismo tiempo parece una reminiscencia de aquellos duros vigilantes de los 70 (hasta lo comparan con Bullitt, por dios!) pero con enormes toques de humor y una buena dosis de autoconciencia. Combina afabilidad y detalles humanizantes con una plena conciencia de que en cualquier momento te puede partir un brazo.
Pero es el segundo elemento el más interesante y tiene que ver con la manera en que pinta al mal: como un agujero negro por el que los protagonistas se pierden. Lo mejor del film es que el mal no tiene cara, que las pistas se acumulan, formando pilas y pilas y pilas de papel inservible, incriminando a uno y a otro, pero jamás resolviéndose. La tesis, muy similar a la de “The Thing”, es que el mal es multiforme, que nos rodea, que podría ser cualquiera de nosotros y que la búsqueda de justicia es algo fútil en este mundo.
Al mismo tiempo, al centrarse en un caso sin solución, un asesino serial sin cara, la película lo eleva, lo transforma, volviéndolo el arquetipo del “cuco”, del “hombre de la bolsa”. El Zodiaco es casi sobrenatural, una presencia siempre ominosa pero nunca descubierta. Y hay un elemento que demuestra la genialidad de Fincher: el uso de la canción “Hurdy Gurdy Man” de Donovan al final de la película. A pesar de haberla escuchado miles de veces antes de ver “Zodiac”, hoy por hoy puedo decir con seguridad que me va a costar horrores no pensarla como un elemento fundamental de la película.
Porque funciona tan bien. “Hurdy Gurdy Man” es una canción hippie, completamente. Incluida en un disco compuesto por Donovan poco después de volver a la India (acompañado, entre otros, por los Beatles y Mike Love), como gran parte de la obra del pequeño escocés en los 60 es uno de esos himnos al amor, las flores, el pelo largo y todas esas boludeces.
Ahora bien, yo detesto al hippismo, pero con Donovan nunca tuve problemas. ¿Porque? Creo que es porque lo que para mi constituye la base de la música de Donovan tiene mas que ver con una tradición pastoral, infantil, de cuento de hadas inglés que con un verdadero apego al flower power (chequeen el sublime “H.M.S. Donovan”* para entender de lo que estoy hablando). Si bien es parte del zeitgeist, muy felizmente, yo siento que su música esta filtrada por una óptica literata y (a falta de mejor palabra) whimsical que lo emparenta más con gente como Lewis Carroll y J.M. Barrie que con, no se, Jefferson Airplane.

La genialidad de Finch reside en entender perfectamente esta aura y darla vuelta. Donde antes el Hurdy Gurdy Man era o un personaje de cuentos infantiles que trae caramelos y felicidad o un guru misterioso que trae ácido y felicidad (que es mas o menos lo mismo, si lo piensan), en el contexto de Zodiaco es El Cuco, el hombre malo que sale de la oscuridad y te dispara en el cuello con pistola y silenciador. Esa inversión que realiza Fincher es aun más terrorífica porque los asesinatos comienzan justo cuando el verano del amor estaba llegando a su fin. Y justamente en San Francisco. El Zodiaco también es un producto de los 60, el resabio, el aborto oscuro de una época que se suponía destinada a la gloria. Un virus mucho mejor adaptado al mundo que los sueños de amor libre y felicidad y que por lo tanto resiste en esa década de esperanzas destrozadas que son los 70.
Es la materia de la que están hechos nuestros sueños convertida en una cabeza dada vuelta, piernas tentaculares y ojos alienígenos saliendo del cuello. Y creo que el impacto de esa canción al final de “Zodiac” va a perseguirme por siempre.

***

Thrown like a star in my vast sleep
I’m opening my eyes to take a peep

To find that I was by the sea
Gazing with tranquility

‘Twas then when the hurdy gurdy man
Came singing songs of love

Then when the hurdy gurdy man

Came singing songs of love

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Histories of ages past
Unenlightened shadows cast

Down through all eternity

The crying of humanity

‘Tis then when the hurdy gurdy man
Comes singing songs of love

Then when the hurdy gurdy man

Comes singing songs of love

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy hurdy gurd

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Here comes the roly-poly man
He’s singing songs of love

Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang

Hurdy gurdy, hurdy gurdy, hurdy gurdy gurdy he sang
Roly poly, roly poly, roly poly poly he sang

***

Sin embargo, ya existe un gemelo deforme de “Hurdy Gurdy Man”: el cover de los Butthole Surfers. Si bien no cuenta con el nivel de malignidad en el que la recontextualización de Fincher coloca a la canción, en la gloriosa tradición de los B.S. logran hacerla sonar como una canción del infierno, como la versión lisiada, con quemaduras de tercer grado del original.
Lo logran con muy pocos elementos. Básicamente lo que hacen es amplificar al mango las propiedades psicodélicas inherentes en la composición, pasando la voz en reverso de manera que quede como una especie de balbuceo estuporoso y utilizando las guitarras como largos, larguísimos, lamentos producidos por un vagabundo en ácido. Todas esas propiedades están en la canción original, que tiene un componente de repetición y drone muy grande, pero en manos de los Buttholes, esos adorables freaks (los verdaderos fearless freaks son ellos, no los maricas de los Flaming Lips), la canción se transforma a su imagen y semejanza. Esto es: fea, amenazadora, ligeramente inquietante y siempre, siempre, proviniendo de un lugar lleno de niebla en el que pulula un grupo de locos escapados de un manicomio.
Es una versión fabulosa porque es un espejo oscuro, porque toma todo lo que era bueno en la canción y lo vuelve payasesco. Pero payasesco a la manera de los Surfers, lo cual quiere decir que en cualquier momento podemos tener una nariz de goma en fuego o unos pantalones gigantes manchados de sangre.
Creo que lo mas genial de la versión (que acá hago sonar como mas maligna de lo que en realidad es, pero los texanos locos siempre supieron ponerle muchísimo humor a sus veladas amenazas) es el oscurecimiento de la voz. Si leen la letra van a ver que es casi una idiotez, un compendio de optimismo y sol. Al volver la letra incomprensible los Surfers nos dicen que el optimismo, el sol, la bondad, el amor, son cosas pantanosas en el mejor de los casos, oscurecidas por las nubes, por la mancha negra que es la humanidad y la locura, que se extiende como brea impidiendo la comunicación. Y que todo esto puede residir en los lugares más insospechados, en la noche, producto de nuestros sueños, esperando oculto para saltarnos por la espalda como un duende de colmillos afilados.

Donovan – Hurdy Gurdy Man
Butthole Surfers – Hurdy Gurdy Man

(*Fé de erratas: puse «A Gift From A Flower To A Garden» cuando en realidad pensaba en «H.M.S. Donovan», disco precioso e increíble de canciones infantiles, en el que se da el gusto de ponerle música a gente como Carroll, Lear y Yeats. Búsquenlo porque vale MUCHO la pena.)