S.O.B.

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Es ya un lugar común el comparar las series que aparecen en esta época dorada de la televisión con el arte narrativo que dominó la cultura occidental durante los últimos dos siglos: la novela. Como si fuera menos, por ser televisión, o como si dijera menos, por serlo, la crítica se apresura a justificar su enamoramiento hablando de las “grandes novelas televisivas” [1], herederas de las grandes sagas decimonónicas del Realismo pre-Modernista, con su ciclo narrativo claro, familiar y comprensivo.

En gran parte, sino en toda, esto es producto de la naturaleza episódica y periódica de la televisión, que nos devuelve a los seriales, o a la gran era del folletín. Pero vivimos en un mundo post-Lyotard, en el que la narrativa se cuestiona y no es tan clara, en el que dudamos del sentido general de las cosas y dejamos que esta duda traspase las barreras, como un charco en el piso de arriba que termina de desfondar nuestros techos, hasta hacer que dudemos de nosotros mismos, del lugar que ocupamos en el mundo, de nuestras propias narrativas.

Quien lo tiene todo claro es Mitchell Hurwitz. Las primeras tres temporadas de Arrested Development están llenas de personajes que aparentan ser algo que no son, muchas veces sin estar conscientes ellos mismos de estar aparentándolo. Gente rota, triste[2] , que, para poder encarar la vida de alguna forma, deben convencerse que el personaje que han montado son ellos mismos. Los mejores chistes de la serie se dan cuando alguno de los Bluth, GOB o Tobías o el mismo Michael, está tan metido en su mentira que, impávido, se embarra las cuatro, y tan contento.

Las reacciones a la cuarta temporada de la serie han sido tibias, por decir lo menos. Entre las quejas se menciona la lentitud con que se desarrolla la trama, capítulos demasiado largos que hubieran mejorado con el control de la cadena, chistes políticos fallidos, chistes raciales fallidos, chistes nerds muy rebuscados. Vamos, una reacción normal en el Internet: quejarse.

Son cojudeces. No sé cómo funciona en relación a otras temporadas de televisión – no es tanta mi experiencia viendo series –, pero sí que puedo compararlo con otros artes narrativos, y lo que se hace en la cuarta temporada de AD es encomiable: a despecho de lo fácil, la historia se cuenta de una manera fragmentada, con capítulos que siguen el arco narrativo de un personaje dado de principio a fin, aunque con constantes saltos en el tiempo e intersecciones con las historias de los otros miembros de la familia[3]. El resultado final es un fresco complicado de seguir – tanto en lo narrativo como en lo cómico – pero que logra, incluso mejor que las tres temporadas previas, retratar el descalabro de la sociedad americana a través de una familia.

Porque las revelaciones narrativas tienen un impacto mucho mayor con esta técnica. El personaje que, en la historia de los demás, es visto como un bloque sólido aparece en la suya propia con todas sus grietas visibles. Esto es esperable en personajes como Tobias o Buster, a quienes estamos acostumbrados a ver derrotados, pero se vuelve especialmente duro cuando el reflector se enfoca en quienes hasta ahora aparentaban ser los Bluth más completos: Lucille y Maeby. La caída de estos dos personajes, quizás los más inteligentes de la familia, es una señal de lo oscuras que son las perspectivas en la serie.

Pero, ¿hace reír? Al fin y al cabo estamos hablando de una comedia. La respuesta solo puede ser personal[4]. Pero vale decir que la cuarta temporada de AD tiene, en materia de humor, todo lo que la hizo un programa de culto: humor inteligente, político, absurdo, repetitivo, referencial, auto-referencial, inesperado, caleta, nerd, incorrecto, triste y hasta malo[5]. Es un humor que exige la permanente atención del que lo mira, que incluso roza el límite de lo humorístico. Un no-humor. Pero igual me descojono.

Es todo esto, la voluntad de jugar con la forma, la auto-referencialidad, el enfoque del humor, la tristeza y el pesimismo que hay en el centro de todo, lo que hacen de la cuarta temporada de Arrested Development la mejor novela pos-moderna que hasta ahora vi en la tele.

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[1] La lista es la esperada: The Wire, The Sopranos, Mad Men, algunas más.

[2]  Tristísima

[3] En entrevistas, Hurwitz habla de una tecnología futura en la que estas escenas que entrelazan los capítulos puedan ser usadas como nodos de la historia. La idea funcionaría así: en una escena entre GOB y Michael, por ejemplo, el vidente podría escoger seguir la historia de uno u el otro, independientemente de cuál haya estado viendo hasta entonces. La gloria que sería.

[4] Y en mi caso positiva.

[5] Mis favoritos: las bromas sobre la apariencia de Steve Holt!; los ensayos del musical de los 4F; el monólogo interior en el que se embarca George Michael cada vez que va a mentir; John Slattery.


7 comentarios en “S.O.B.

  1. Francisco

    Me «descojono»? Entro por primera vez a esta página -he sido un lector anónimo y silencioso de la dirección anterior-, pero, amén de que la nota me pareció interesante y demás, no puedo evitar preguntar por el uso de la jerga ibérica.

    Esteban…es español? Todo bien si es el caso, eh, pregunto de curioso nomás.

    Todavía no vi nada del regreso de los Bluth. Banco a Uncle Gob.

  2. Autor del Post Esteban

    Nah, soy peruano. De hecho, hay una frase muy peruana en el texto: «son cojudeces». Pero, de un tiempo a esta parte, he optado por no hacerme roches con la proveniencia de las frases hechas que uso; si son la mejor manera de expresar la idea que quiero decir, no tengo ningún problema en saquear otros registros del castellano. «Me descojono» se acerca más a lo que quiero decir que «me cago de risa».

    También tiene que ver que paso mucho tiempo con una española, y estas cosas se van quedando. Pero que no te sorprenda que de la nada aparezca con argentinismos o uruguayismos. EMB nomá.

    Un abrazo!

  3. Francisco

    Ah, ok.

    En todo caso, felicitaciones por la -al menos para mi- nueva página. En tiempos en que todo parece orbitar alrededor de las redes sociales, estos esfuerzos se valoran el doble.

    Abrazo!!

  4. Amadeo

    Tengo muchas cosas para decir sobre ésta temporada (y sobre Arrested Development en general, que me devoré en el último mes de manera completa) y me parece que este es el lugar para decirlos.

    En primer lugar, me parece que a Hurwitz la libertad de no tener que lidiar con una cadena (algo que se nota mucho en las primeras tres temporadas de AD, llegando al paroxismo genial en el capítulo que da nombre a tu nota, donde todo el tiempo están pidiendo que tus amigos vean el programa) y con la amenaza de cancelación le permitió hacer dos cosas. Por un lado concentrarse en el formato del programa, en este delirante sistema de fragmentos que compone esta cuarta temporada y cuyo sentido (y su gracia!) se termina destilando cuando llegas a los últimos capítulos. Del 10 en adelante es todo hilarante y el hubris de la familia Bluth se acumula de tal forma que los vemos en todo su esplendor degradante. En segundo lugar, me parece que le dio cancha para explorar hasta las últimas consecuencias lo que significa ser un Bluth. En vez de presentarlos como una panda de alegres chiflados muy divertidos, esta temporada se dedica a pasarlos por el barro de las maneras más humillantes, tristes y oscuras. Es paradójico que los capítulos más graciosos sean los de Gob, que son a la vez los más patéticos.

    Esto, además, se nota mucho en la demolición de los dos personajes que para mi, sin ser los más inteligentes, eran los más «éticos» o quizás los que podían zafar de esa familia: Michael y George Michael. Es curioso que a vos te parezcan los más inteligentes Maeby y Lucille, probablemente estemos usando medidas diferentes. La manera en que George Michael se vuelve un mentiroso, el patetismo rampante de Michael en toda la temporada, convertido en un Bluth más con una historia fuera de control… A mi eso, sobre todo, me deprimió bastante. O sea, no evitó que me ría, pero me pareció notoriamente más triste que en temporadas anteriores. Sobre todo cuando el primer capítulo, tu introducción a la nueva temporada, se dedica a Michael y su «caída de gracia».

    Más allá de eso, me parece una gran temporada y una serie excepcional, y no puedo dejar de pensar paralelismos entre los Bluth y los Incandenza de «Infinite Jest».

  5. Dario

    Opinando sin haber todavía visto la temporada sobre un detalle de lo que comenta Amadeo: yo creo que en Michael no quedaba mucho por demoler. Para mi la esencia de Michael como personaje siempre fue ser otro Bluth más pero que pretende ser el único bueno y ético de su familia. Durante las primeras tres temporadas se manda un millón de cagadas. Siempre empieza con su actuación de hombre correcto y termina o mintiendo o cagando a alguien, ante los dilemas morales siempre terminó cayendo y cuando hace cosas buenas es porque en realidad vive para mantener su autoridad moral sobre la familia.
    Lo de George Michael es cierto, ese sí era un personaje ético, pero también es cierto lo de Maeby, es la más inteligente del programa. George Michael y Maeby están como en otro juego diferente al del resto de su familia. Son los descendientes del clan Bluth y son dos caras de lo que puede salir de eso. Son los dos costados de la familia Bluth sin los traumas ni la hipocresía ni los dobles discursos. George Michael que es un pusilánime lleno de conflictos morales porque es un fiel reflejo de la hipocresía de su padre. Maeby es todo lo opuesto, el otro extremo de las personalidades de la familia, es manipuladora, calculadora y no le importan mucho los sentimientos de nadie (con algunas excepciones) ni lo que pase mientras no la jodan a ella. Es como una versión perfeccionada de los Bluth, con la misma corrupción moral pero sin ningún conflicto moral ni nada, sin hipocresía, sin decir una cosa y hacer otra. Aprendió como hacer lo que su familia hacer mejor que ellos mismos porque prácticamente los ve desde afuera.

  6. Amadeo

    Dario: si, debe ser, pasa que debe ser que la cara de buenazo de Jason Bateman hace que tardes en darte cuenta :P

    Igual también creo que en la última profundizan mucho esto, sobre todo por la falta de necesidad de tener un «straight man» más o menos identificable para la audiencia.

  7. Autor del Post Esteban

    pues sí, george michael era el centro moral de la serie, y su caída es la caída final de todos los bluth – algo así como la sobredosis (o lo que sea que sea) que le pasa a hal incandenza.

    pero es como dice darío: maeby es la más inteligente, en el sentido de sagaz o astuta. sabía manejar el sistema, sabía caer parada. pero ya no. ahora es igual de mediocre que los demás, y se miente a sí misma igual que todos ellos.

    no hay redención ni por un lado ni por el otro.

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